Las ovejas de 'Pepe el de Pavón' dejan la cumbre de Gran Canaria siguiendo la tradición milenaria de la trashumancia

Los pastores conducen el rebaño de la familia Mendoza hasta la Cruz de Tejeda. JOSE J. JIMÉNEZ

José J. Jiménez

Cruz de Tejeda —

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Unas 350 ovejas protagonizaron este sábado una de las estampas tradicionales de la llegada del otoño a la isla de Gran Canaria. Poco después de las ocho de la mañana, el rebaño de José Mendoza (conocido como Pepe el de Pavón por el Cortijo de Pavón) abandonaban los corrales de Lomo de Las Moradas, a los pies del Roque Bentayga, para emprender el camino hacia los prados verdes de los Altos de Guía. La tradición de la Trashumancia, una de las prácticas ancestrales más arraigadas en el pastoreo tradicional grancanario, volvió a poner de manifiesto la pericia de los pastores y la dureza de unos animales perfectamente adaptados a la difícil orografía de la isla.

Atrás quedan dos meses de permanencia en las cumbres buscando los últimos brotes del año y aprovechando los restos de la campaña del almendro. “En verano, el pasto tiene mucha más sustancia; hay mucha rama y eso, aunque la gente no lo crea, la oveja lo agradece. Después se nota cuando la oveja pega a dar leche”, como señaló el propio Mendoza en uno de los descansos del inmenso rebaño.

Los animales, conducidos por pastores a caballo y a pie, atravesaron la Caldera de Tejeda, pasaron junto a la Cruz, para sorpresa de turistas, moteros y visitantes para seguir camino hacia la Degollada de Las Palomas e internarse en los pinares que se asoman al abismo de los Riscos del Chapiz para buscar ya las primeras bajadas hacia los altos de Guía. En total unas ocho horas de camino en busca de los climas más suaves y los pastos frescos que, si tenemos un buen año, deberán aparecer en las próximas semanas con las primeras gotas del otoño.

El resultado de ese trasiego en busca de los mejores pastos de la isla pone de manifiesto el perfecto conocimiento del medio por parte de pastores como Pepe el de Pavón, padre de pastores, hijo de pastores, nieto de pastores “y seguro que también de ahí para atrás” porque, como él mismo dice, “antes de mi abuelo lo raro era que alguien no fuera pastor o agricultor”. “Hoy la noticia somos los que seguimos viviendo de la tierra”. Ese conocimiento es la clave que convierte a los quesos de Mendoza, como sucede con otros maestros queseros de Gran Canaria, en verdaderas obras de arte. “Un tesoro”, aseguró Miguel Hidalgo, consejero de Soberanía Alimentaria del Cabildo de Gran Canaria, que acompañó a los pastores durante buena parte del camino.

“Esto no es una exhibición; y aunque es una costumbre arraigada en los pastores y una joya de nuestro patrimonio etnográfico, la trashumancia forma parte de nuestra economía. A esta actividad le podemos poner todos los elementos románticos que queramos, pero no deja de ser una actividad económica que genera riqueza y puestos de trabajo”, destacó el consejero quien destacó el buen hacer de pastores como José Mendoza que proveen a la isla de quesos de excelente calidad.

Pepe el de Pavón espera que el invierno sea prolijo en aguas. De ello dependerá que en los próximos meses sus animales puedan comer los pastos de una isla generosa cuando recibe la lluvia que necesita. Si no es así habrá que buscar otros pastos por la banda de poniente: allá en las inmediaciones de Tirma y el Andén Verde o por las riveras de la Presa de Las Niñas. Si es necesario, los ganados volverán a los caminos durante el invierno buscando los mejores pastos para la mejor materia prima… Esa que da como resultado uno de los mejores quesos del mundo. El nuestro. El de aquí.

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