Una travesía a nado para sensibilizar sobre las muertes de migrantes en el mar: ''Canarias siempre ha sido tierra de acogida''

Cristina Martel, enfermera y fundadora de 'Tempoko', junto al muelle de La Restinga

Natalia G. Vargas

Arrecife —

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Tempoko significa “mujer de la tierra”, y es el nombre con el que una comunidad de Burkina Faso bautizó a la lanzaroteña Cristina Martel. La sanitaria trabajó en el país durante meses y, aunque ahora ha vuelto a Canarias, no deja de sentirse “un poco burkinabé”. Con sus argollas típicas canarias puestas y un brazalete de telas africanas cuenta cómo ha hecho de su pasión por el deporte una ventana hacia la letalidad de la ruta migratoria del Atlántico. En los últimos meses ha impulsado, a través de su asociación Tempoko, diferentes retos deportivos con el objetivo de sensibilizar sobre el fenómeno migratorio. “El mismo océano que significa tanto para nosotros se ha convertido en un cementerio”, asevera.

El último reto que asumió tuvo lugar el pasado 28 de septiembre en el Mar de Las Calmas, en El Hierro. Vestida con un tritraje con el logo de Tempoko, en el que el continente africano y el Archipiélago se abrazan a través de símbolos de ambos territorios, se dispuso a recorrer 6.500 metros nadando. “Hacía tiempo que no nadaba tanto, pero la causa me dio mucha fuerza”, afirma en una entrevista concedida a este periódico. 

Poco antes de empezar la travesía, publicó un mensaje en sus redes sociales: “Quiero dedicar esta travesía a todos los que no llegaron, a todos los que se quedan en nuestro océano. Este océano que nos da tanto es también el cementerio de muchos hermanos vecinos que quedan en sus profundidades. Por ellos y por sus familias que seguramente aún esperan noticias de ellos. Dedicaré cada brazada a esas personas”. 

Lo que no se imaginaba es que ese mismo día el Atlántico volvería a ser escenario de un naufragio. El 28 de septiembre tuvo lugar en las costas de El Hierro una de las peores tragedias registradas en las costas de Canarias. Un cayuco volcó durante el rescate y solo pudieron recuperarse nueve cuerpos. Más de 50 personas desaparecieron. Según las cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), han muerto en la ruta canaria en lo que va de año al menos 841 personas. Los monitoreos del colectivo Caminando Fronteras elevan la cifra a 4.808 muertos entre enero y mayo, una cada 45 minutos. 

Para Martel, utilizar el deporte para acercar el fenómeno migratorio a la población de Canarias es una vía para crear conciencia sin juzgar. “A veces es por la desinformación o porque solo conocemos una parte de lo que sucede. Hay personas que no saben que antes de tomar un cayuco o una patera, muchos migrantes han intentado conseguir un visado para viajar de forma segura y no lo han logrado”, insiste. 

Con este propósito, Martel también nadó desde Isla de Lobos hasta Fuerteventura. Ahora, su proyecto ha logrado llegar cada vez a más gente. Este fin de semana, Martel y un grupo de amigos participarán en el triatlón Ocean Lava de Lanzarote guiados por la filosofía de Tempoko: “No se puede ayudar a todo el mundo, pero todo el mundo puede ayudar a alguien”. 

El festival que dio vida a Tempoko

Durante su etapa en Burkina Faso, Martel “se enamoró” de un festival dedicado a la infancia que se celebraba cada dos años en una comunidad del país, Sourire d’enfants. Allí los menores recibían talleres sobre pintura o danza. “Podían alejarse de sus responsabilidades y dedicarse a ser lo que son: niños”, recuerda. Una vez de vuelta en Lanzarote, recibió una mala noticia: ya no había dinero suficiente para poder celebrarlo. 

Fue entonces cuando la enfermera se movilizó para recaudar fondos. Llegó hasta Fuerteventura, donde un amigo abrió su chiringuito en el pueblo de Pájara para destinar todos los ingresos al futuro del festival. No solo consiguieron el dinero. No les parecía suficiente. Martel comenzó a replicar el festival en su isla. “Me preguntaban por qué no recaudaba el dinero y ya está, pero siento que así no iba a llegar el mensaje”, confiesa. Artistas de todas las ramas de la cultura han participado en este encuentro, que ya se ha celebrado hasta en tres ocasiones. Ahora, Cristina Martel sueña con que los dos espacios se acerquen y que algún día los vecinos de Burkina Faso puedan viajar al Archipiélago y que los lanzaroteños se desplacen a este país y así romper fronteras.

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