En estas páginas se relatan con pocas palabras y expresivas fotos lo que este cambio ha supuesto, lo que es hoy la fábrica de la que, por quienes tienen autoridad para hacerlo, ha sido reiteradamente descrita como la más importante entidad Cooperativa de España y ostenta además desde el pasado 18 de julio, para honra de la Cooperación, el título de Empresa Ejemplar
Cooperativa Lechera SAM
— 'Un cuarto de siglo de crecimiento de la fábrica de productos lácteos de la cooperativa lechera SAM'
La incautación de la SAM, ordenada por las organizaciones del Frente Popular y las autoridades gubernativas una vez comenzada la Guerra Civil (se concretó el 18 de agosto de 1936), supuso un paréntesis en el control de la fábrica de Renedo por parte de los fundadores de la misma, que fue recuperado tras la toma de la provincia de Santander por las tropas franquistas a finales de agosto de 1937.
Entre los que perteneció al Consejo de Administración estuvo el político socialista Antonio Vayas Gutiérrez, que fue asesinado por un disparo en la cabeza el 25 de agosto de 1937. Señala Armando Fernández Steinko que la violencia política desatada inmediatamente contra las organizaciones de trabajadores se contextualiza en un marco en el que “las élites empresariales y las clases privilegiadas no pactaron acuerdos políticos con las clases populares simplemente porque estas habían sido derrotadas por las armas y el terror”.
Pero los objetivos de la cooperativa seguían intactos, y se vieron alineados con esa idea de autarquía que caracterizó la política económica de Franco en esos sus primeros años de poder. Había que proteger la producción nacional de competencias exteriores, buscando la autosuficiencia. Y las necesidades de leche diarias de Madrid eran imperiosas, tal y como Miguel Ángel Blanco recoge de entre los informes que los agentes y diplomáticos del Foreign Office enviaban a Londres: “En 1943 en Santillana del Mar (Cantabria), donde hay más vacas que habitantes (5.800 vacas y 5.000 seres humanos), y donde camiones cargados de leche marchan diariamente a las fábricas, es imposible comprar un vaso de leche en ninguna tienda o posada”.
A pesar de la proclama franquista de “ni un hogar sin lumbre, ni una familia sin pan”, la gestión de los recursos orientada a paliar el hambre generalizada constituyó un fracaso que prolongó durante años una situación de miseria que afectó a gran parte de la población y que fue utilizada con una intencionalidad política ligada al control social y la represión.
Puede que esa evidente necesidad de Franco por llevar leche a Madrid hiciera que visitara la fábrica en 1941 tras su paso por Santander, a donde llegó en el crucero de la Armada Almirante Cervera. Desde luego la SAM estaba preparada. Había conseguido el mismo año 1937 un contrato con el Ejército para el suministro de leche condensada y para la Confederación Nacional Católica Agraria (CONCA). Había mejorado sus instalaciones y había superado incluso un intento de la propia CONCA de quedarse con la Cooperativa. Y lo más importante, es en este momento (1941) cuando incluso cancelaron todos sus créditos con el Banco de España: los cimientos para unas décadas de prosperidad estaban asegurados. En el año 1946 fueron aprobados sus nuevos estatutos para así poder cumplir con la normativa de la nueva Ley de Cooperativas de 1942, al tiempo que las íntimas relaciones con el poder se seguirían cultivando. En sus Juntas aparecen banqueros, militares, gobernadores civiles…
Paternalismo empresarial
Título I
Naturaleza Social
Artículo 1: Los Sindicatos Agrícolas Montañeses, sección de ventas en común de la Federación Montañesa Católica Agraria, que desde su fundación en 1930, han venido desarrollando sus funciones cooperativas, se denominará en lo sucesivo Cooperativa Lechera S.A.M. y se regirán, en general, por las disposiciones legales y, en particular, por los presentes Estatutos.
Sus cooperativistas disponían, entre otras, de ventajas económicas y sociales tales como compras en común, ventas en común, créditos, mejoras ganaderas, seguros, servicios veterinarios, construcción de caseríos, escuelas de lechería, becas de estudio… y asesoramiento religioso, médico y social y “cuantas obras inspiradas en el espíritu de caridad cristiana crea convenientes su Junta Rectora para el mejoramiento de las virtudes religiosas, sociales y de cultura de todos sus socios”.
El encaje de estas medidas dentro del modelo de organización laboral y social denominado paternalismo empresarial es manifiesto. Otras iniciativas desplegadas apuntan en la misma dirección. Por ejemplo, la obra social. El Hogar Peña Herbosa, que se impulsó desde 1938; el coro; los premios SAM de Pediatría (30.000 pesetas a la mejor monografía médica sobre alimentación infantil); el boletín de la SAM que desde el año 1958 hasta 1998 mantuvo una constante en la divulgación y el contacto con los cooperativistas; las subvenciones a la Granja Escuela de Heras; el “cuarto de hora” de la SAM en la radio. Todo esto no era solo un ejercicio de primigenio marketing.
Por otro lado, las raíces cristianas de la Cooperativa y sus compromisos con el nacional catolicismo eran evidentes: la visita de Carmen Polo en 1953; el nombramiento de Franco como presidente de honor; el obsequio a sus nietas de dos vacas y sus crías... Antes mencionamos la alineación de objetivos. Evidentemente, lo estaban.
En 1954 podían comprarse productos de la SAM, además de en Madrid, en Bilbao, La Coruña, Barcelona, Málaga, Valencia, Zaragoza o Sevilla. Era obvio que en 1957 recibiera el título de “empresa ejemplar”, coincidiendo con su 25 aniversario. Y esa ejemplaridad empezaba a ser usada para convertirla en objeto de visita a sus instalaciones y modelo, tanto para delegaciones nacionales como extranjeras. La SAM era un exponente de industrialización “social” de la leche, en clara competencia o contraposición con el modelo “empresarial” de la Nestlé.
La SAM, la seguridad alimentaria y la alimentación infantil
Desde el inicio, pero especialmente en estos años, fue muy importante su compromiso con lo que ahora llamaríamos seguridad alimentaria. ¡Claro, que aguar la leche también está en nuestra memoria! Y el agua respondía, de una parte, a la necesidad de cubrir la demanda de leche. Por ejemplo, en Madrid, donde estaba especialmente aguada (a partir del año 1952 se obliga a pasteurizar la leche de venta en las grandes ciudades. El aguado madrileño era del 20% de media, llegando hasta el 60% en alguna ocasión). Pero, de otra parte, aguar la leche también era una herramienta de subsistencia en economías domésticas que lidiaban con el hambre y la precariedad. Charo, ganadera de Soba, lo recuerda perfectamente: “Cuando no venía el inspector, si se podía, sí se echaba algo de agua”.
La Cooperativa desempeñó un importantísimo papel a la hora de implantar procedimientos de higienización en el proceso lácteo y de instaurarlos entre los ganaderos. Y tanto en los procesos industriales como en la comercialización de sus productos. Su red de recogida diseminada por una importante parte de la geografía cántabra hacía que sus órdenes, o recomendaciones, como queramos tomarlas, cundieran. Al menos si querías cobrar.
Por otro lado, y en palabras de Casado Cimiano, “con la harina lacteada, la leche albuminosa y el babeurre, a los que seguirán después las leches aciláctica, maternizada y descremada malteada. La elaboración de estos productos por Nestlé y SAM hará que Cantabria sea la región donde se elabore la mayor parte de los dietéticos lácteos y de la leche condensada, que alimentará a la población infantil española, en unos tiempos, además, de especiales carencias y dificultades”. De hecho, en Santander, durante los años 40 se llegó a prohibir la elaboración de quesos y mantequillas con el objeto de asegurar el suministro de leche a la industria, lo que provocó que pequeñas empresas dedicadas a esa transformación tuvieran serias dificultades. Algunas ya no volvieron a abrir. Todo esto tampoco fue fruto del azar.
Es natural que, tras la guerra, la demografía estuviera entre las prioridades de las políticas del Régimen: “Las dos principales cuestiones que guiarían la política demográfica del régimen franquista en su primera etapa: el problema del descenso de los nacimientos y el drama que seguía mostrando la mortalidad infantil”, señala Bernabéu Mestre.
En este sentido, “la cuestión del descenso de la natalidad y de la excesiva mortalidad infantil aparece ligada, desde el culto a la fecundidad y las virtudes raciales, al objetivo de mejorar la potencialidad demográfica”. Este culto a la fecundidad y las virtudes de la raza, alineados inequívocamente con principios de la Falange importados de Mussolini, hacían que la alimentación infantil fuera un asunto de Estado.
De hecho, ya había sido objeto de preocupación desde finales del XIX, y los avances y conocimientos científicos en las diferentes elaboraciones se sucedían. Pero ahora, además, tenían un interés claramente ideológico. Quizá esto también ayudara al éxito comercial de estos preparados. La lactancia artificial fue claramente promovida y generó buenas ganancias económicas: quién no querría a su hijo como los que aparecían en la publicidad de entonces: guapos, rollizos, alegres.
Los años dorados de la SAM
El periodo autárquico quedó atrás en la década de los cincuenta. La evidencia de los cambios aportados por el Plan de Estabilización Económica de 1959 tuvo también su reflejo en el devenir de la SAM. La década supuso una acreditación del crecimiento, en producción, en trabajadores, en presencia en el mercado, en modernización de instalaciones y en innovación. En aquellos momentos se implantó una tecnología casi única a nivel europeo en lo que a laboratorio lactológico se refiere. Y esto es de interés tanto por lo que significó su desarrollo como por su resultado final.
La importancia que llegó a tener la Cooperativa SAM se puede entrever en estas cifras: más de 13.000 asociados; unos 6.500 proveedores de leche, a 5,29 pesetas el litro; conseguir casi monopolizar la venta en Santander de la leche al prohibirse la venta de leche sin higienizar…
Nada hacía presagiar lo que vendría con el final de siglo y el brillo de los números no fue suficiente para evitar la crisis. Casado Cimiano lo resumía en su libro utilizando una expresión que atribuía al que había sido gerente de la Cooperativa, Alfonso Fuente: “La SAM era una tortilla sin huevos”. Pero el impacto que tuvo la llamada reconversión industrial lo dejamos para la próxima entrega.
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