Los girasoles que la guerra en Ucrania nos hizo valorar pero cuya subida de precio “no se ha trasladado” a los agricultores
José Rubio es agricultor en Olmeda del Rey (Cuenca), donde lleva cultivando girasol desde 2015, cuando comenzó a dedicarse a ello profesionalmente. Se trata de una comarca dedicada principalmente a esta planta y al cereal, rotando entre ambas plantaciones cada año. Realiza todo el trabajo junto a su hermano aunque su padre también les echa una mano.
Estos años le han llevado a valorar un cultivo que la guerra en Ucrania puso en primera línea por la falta de suministro de su aceite, muy demandado en España y que provocó cierto desabastecimiento en los supermercados. Por eso ha querido compartir con elDiarioclm.es los detalles de esta planta, con apenas huella hídrica y beneficiosa para el medio ambiente.
En total, cultivan 315 hectáreas de secano de esta oleaginosa, la mayoría en régimen de arrendamiento. Hay años que pueden alcanzar las 165 hectáreas de cebada y 140 de girasol, algo de barbecho y dos hectáreas de pistachos y almendros. Para ello, utilizan tractores, chísel para labores profundas, sembradora y remolque, ya que es un cultivo “muy mecanizado”.
La producción cambia mucho de un año a otro en función de la lluvia, y aunque los precios están muy por encima de la media en los últimos años, también han subido los costes. “El precio subió el año pasado antes de la guerra, pero luego no se ha trasladado ese aumento a lo que percibimos los agricultores, no ha subido la pipa de girasol lo mismo que ha subido el aceite de girasol, cuando quienes cultivamos hacemos la mayor parte del trabajo, asumimos el mayor riesgo, el de no tener cosecha o una cosecha que no cubra casi los costes, pero finalmente lo que se nos paga es una parte muy baja de lo que cuesta el producto final”.
Dan igual los costes que hayas tenido, tienes que vender al precio que te ofrecen
Es significativo porque, según relata, no hay competencia entre productores. Se suele comprar todo el girasol que se produce, pero el mercado “está en manos de muy pocas empresas que compran la pipa de girasol y tienen una posición de poder”. “Necesitas vender las pipas y el precio no lo marcas tú, dan igual los costes que hayas tenido, tienes que vender al precio que te ofrecen”. Y eso que Cuenca es la provincia con más superficie de girasol de España.
Pese a todo ello, y aunque destaca que el cultivo es rentable, hasta la llegada de la pandemia los precios eran más bajos que los que había hace 30 años (igual que los cereales), pero el precio del aceite de girasol (o en su caso de la cerveza o el pan) ha aumentado muchísimo en ese mismo periodo. Es decir, el margen es “cada vez más pequeño” y para que sea rentable, “debes tener más tierra por agricultor, lo que provoca que cada vez haya menos personas trabajando en el campo y sea más difícil empezar para alguien que quiera dedicarse a la agricultura”.
Es una sensación común entre los agricultores de girasol el hecho de que no se haya apostado lo suficiente por este cultivo en España. Tanto la pandemia, que aumentó el interés por la soberanía alimentaria, como la guerra en Ucrania, lo han puesto de moda y han hecho que la sociedad vuelva a valorarlo. Para José es un cultivo familiar, desde pequeño ha jugado entre los campos, y ahora quiere defenderlo. De hecho, ha decidido elaborar un vídeo que está difundiendo dentro de su canal “En un lugar de Cuenca”, para explicar sus principales características y beneficios:
En su vídeo destaca sobre todo el papel “agroambiental” del cultivo. Es así porque habitualmente no recibe abonado y en muchos casos tampoco productos fitosanitarios. Gracias a su raíz de gran profundidad llega a consumir agua y nutrientes que los cereales no pueden utilizar, evitando en parte la contaminación por nitrógeno en el subsuelo.
Además, resalta que “es una isla de biodiversidad donde las abejas pueden obtener polen cuando prácticamente no hay más flores”. También habla de su fenómeno más curioso y el que le da nombre: cómo la planta mueve su tallo para girar y poder recibir toda la energía del sol.
“En España se debería apostar por el girasol, aunque en la nueva PAC parece que va a desaparecer la ayuda que tenía este cultivo, con lo que se va en camino opuesto. Pero con precios justos, no necesitaríamos ninguna ayuda más. Creo que tiene futuro, es un cultivo ideal para rotar con cereales o leguminosas, permite llegar a nutrientes a los que estos no pueden acceder y además al tener un ciclo totalmente distinto, es una técnica muy buena para combatir ‘malas hierbas’ como la avena loca. También es de lo poco que podemos sembrar en sitios con un clima como el nuestro, sin posibilidad de riego y con veranos tan calurosos”, argumenta.
José insiste especialmente en lo importante que es cuidar este tipo de cultivos, que funcionan muy bien en secano, ante el cambio climático. Además, compite con aceites como el de soja o el de palma, que “están provocando la deforestación de muchos bosques en otros continentes”.
“Tampoco quiero decir que el girasol sea el cultivo más beneficioso medioambientalmente del mundo, pero está por encima de muchos”, aclara. Destaca otros que también hacen una labor ambiental muy buena, como las leguminosas, el olivar tradicional, la viña y el almendro en secano, todo ello junto a la ganadería extensiva.
En este contexto, concluye que si se deja todo en manos del libre mercado, “vamos a seguir haciendo lo que sea más rentable para la agroindustria y las pocas personas que la controlan, no para quienes producimos alimentos y defendemos el medio ambiente y el mundo rural”.
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