Contra la indiferencia resignada

Comienza un nuevo año, 2025, como terminó el 2024: Israel continúa su proyecto de destrucción de Gaza y de los palestinos ante la indiferencia resignada de la gran mayoría de las Naciones. Existen dos tipos de indiferencia, la culpable y la resignada. La culpable la protagonizan aquellos que están convencidos ideológicamente de que Israel debe acabar con el Estado palestino, un engendro político que se arbitró en un momento de crisis mundial, allá en los lejanos años cuarenta del siglo XX. La indiferencia resignada es la de la gran mayoría, esa que llega al convencimiento con el paso del tiempo de que, aunque se esté en desacuerdo con lo que está sucediendo en esta parte del mundo, nada se puede hacer, salvo esperar. ¿Esperar qué?

No somos conscientes que con el silencio atronador de la mayoría de las naciones disminuyen los materiales para la construcción de la paz en cualquier otro conflicto posible. Véase Ucrania donde un proyecto imperialista amenaza con devorar un pueblo siempre al límite. El triunfo de la impunidad con la que actúan los responsables políticos de Israel supone la derrota de la Justicia Internacional y la claudicación de las democracias occidentales. Y, aunque no sirva de mucho, y aunque sea solo una voz aislada de un territorio de España, conviene dejar constancia del desacuerdo militante contra el proceder de Israel y de la Comunidad Internacional que tolera cuanto ocurre.

Han desaparecido las razones de lo que en su momento pudo ser una venganza por los atentados terroristas de Hamás. Aquella venganza inicial ha evolucionado y ahora estamos solo ante un pueblo contra otro pueblo para eliminar a sus habitantes y apropiarse sus territorios. Guerra tradicional de conquista. Hay que contemplar las fotografías de la destrucción que algunos medios de comunicación tímidamente publican en España. O contabilizar los muertos, 45.717, la mayoría inocente, cuando se escribe este texto, cifra que quedará superada cuando se publique. O los periodistas y corresponsales que han muerto en esta batalla sin cuartel contra la información. También la información libre está siendo demolida. El genocidio ha suplantado a la venganza. Por razones que no queremos ver los peores pasajes de la Biblia se están repitiendo en el siglo XXI. Nunca pudimos imaginar que seriamos testigos privilegiados de la reproducción casi milimétrica de unas guerras de hace milenios.

Por eso, y aunque solo sea una voz inútil, alguien debe decir no cuando comienza el año 2025. Debe afirmar con calma y sin tapujos que no se puede aceptar la indiferencia resignada ante las masacres programadas. Ah, y que nadie utilice el antisemitismo como excusa, esa manera de amedrentar y cohibir a quienes ven las cosas como suceden y no como las quieren los poderosos.