El mensaje resonó alto y claro esta semana en Castilla-La Mancha. Y quiso ser “nítido”. Así lo calificó el consejero responsable de la prevención y extinción de incendios: “Si no se cumplen las restricciones que se atengan a las consecuencias de su irresponsabilidad”, decía José Luis Escudero.
El presidente regional fue todavía más contundente. “Vamos a ir a la Fiscalía y espero que no solo pueda caerles el peso de la Ley, sino que, además, puedan terminar sufragando los costes que han supuesto los incendios que se han provocado por algo más que una negligencia”.
En 24 horas en la comunidad autónoma se habían desatado al menos una docena de incendios forestales de mayor o menor consideración que pusieron “en jaque” a los efectivos del Plan INFOCAM. Algunos de estos fuegos obligaron a pedir ayuda a Madrid, Castilla y León y Extremadura e incluso a solicitar la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Hubo que evacuar a decenas de personas en varios puntos de la región.
Ese día el consejero de Desarrollo Sostenible había mudado su característico estado de ‘hombre tranquilo’ por un visible cabreo, al menos en sus palabras. “Soy vehemente y categórico”, decía ante la prensa. “Nos están poniendo en serio aprieto las negligencias. No quiero criminalizar a nadie, pero hay quien todavía pone en jaque a los que se juegan la vida en los incendios”.
Los incendios de las últimas dos semanas han roto la estadística “moderadamente positiva” de 2021. En toda la campaña del año pasado ardieron 6.193 hectáreas. Ahora, solo en tres días ya se ha superado esa cifra.
El consejero se refería a agricultores y ganaderos sin citarlos expresamente. De poco ha servido que el Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicase en un boletín extraordinario la recomendación para evitar las actividades agrícolas entre las 12 y las 22 horas en caso de riesgo alto y extremo de incendios forestales en la región. Pero claro, no es más que eso, una recomendación.
Esta semana el origen de los incendios en Cerezo de Mohernando (Guadalajara) y en Malagón (Ciudad Real) estuvo una cosechadora y algún tipo de actividad en una instalación ganadera, respectivamente. En Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara) se cree que el fuego pudo ser intencionado.
Pero, ¿quién se encarga de determinar el origen de un incendio? En Castilla-La Mancha los agentes del SEPRONA trabajan conjuntamente con las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales (B.I.I.F.) del Cuerpo de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha.
Esta figura fue creada en 2005 en Castilla-La Mancha. Las BIIF comenzaron a funcionar en 2008. “Sin embargo ya había gente formada, entre la que me incluyo, por parte del Ministerio en 1995. Desde entonces la investigación ha evolucionado mucho, de la noche al día”, explica Antonio Sancho, coordinador regional del Cuerpo de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha.
La Comunidad Valenciana fue pionera entre las comunidades autónomas a mediados de los 90. Hasta entonces, la mayoría de los incendios se producían por causas desconocidas. “Difícilmente se podía hacer prevención y una programación sin conocerlas. Tras el ejemplo valenciano se extendió y hoy lo tienen casi todas las comunidades autónomas”.
“Al principio íbamos a ver los vestigios con una paleta, una brocha y una cámara de fotos y hacíamos planos artesanales. No existía el GPS, así que medir un incendio era difícil. Son un lujo”. Hoy el grupo lo conforman 54 personas, con dos equipos de dos personas cada uno, en cada provincia. “20 de ellos tienen disponibilidad absoluta”.
El método y los recursos para investigar han cambiado. “Nos da muchas más garantías”. Desde lupas, detectores de metales, cámaras de fotos, laca para localizar huellas o anemómetros que, explica Sancho, “en 40 minutos nos dan las variables de dirección de viento y temperatura”.
Cuando se trata de incendios de hasta 200 hectáreas, los agentes hacen el recorrido a pie, GPS en mano. “Si hablamos de un incendio monstruo, usamos el helicóptero. Hay fuegos cuyo perímetro llega a los 500 kilómetros cuadrados”.
En los siniestros forestales ocurridos entre 2012 y 2021 en Castilla-La Mancha, la mayoría se produjeron por negligencias o causas accidentales (41%) y el segundo origen más frecuente (30%) fueron los incendios intencionados.
Hasta un 17% tuvieron causas desconocidas o que no han podido determinarse, un 11% se debieron a un rayo y el 2% fueron incendios reproducidos. En total se han investigado más de 2.200 casos en la última década.
“Este año la estadística en incendios por causas desconocidas ronda el 5%. La idea es saber cuál es el origen en el 100% de los casos. Con independencia de conocer al autor o autores, al menos conocer la causa”.
Después de los primeros compases de este verano de 2002, con dos largas olas de calor que han dejado registros de temperaturas históricas en muchos puntos, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha anunciado que abordará una normativa específica el sector agrario sobre el uso de maquinaria: “No hay que esperar a que haya ola de calor”.
Los agentes medioambientales que investigan los incendios actúan mediante el “despacho automático” que dan los coordinadores provinciales. Y se coordinan con los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil. “El 100% de los incendios que están ahora en vía judicial los llevamos entre las dos partes. Actualmente tenemos cuatro o cinco en vía penal”.
Determinar el origen y la autoría de los incendios no es un proceso sencillo. “Con el ocurrido en Barchín del Hoyo, en Cuenca, estuvimos año y medio hasta conocer el por qué y quién. Ha sido uno de los más complicados para determinar que la razón fue ocultar un asesinato. Afortunadamente no es lo habitual, pero nos encontramos con venganzas, drogas, pirómanos por naturaleza…”.
Antonio Sancho destaca la importancia de actuar rápido. “Cuanto antes se localice el punto de origen, mejor, porque puede ser destrozado con agua, pisadas…”
Ya sobre el terreno estudian y analizan los indicios que serán marcados mediante balizas color blanco (marca el punto o puntos de inicio ), amarillo (marca vestigios como colillas o artefactos incendiarios, entre otros ) o rojo (marca la dirección del incendio hasta su origen y así se determina el avance y la dirección del viento ).
Usan el método de las evidencias físicas: “Localizar el origen, la causa y, si es posible, el causante”. En el proceso son fundamentales los testimonios de los primeros medios que llegaron al incendio, incluidas las personas a título particular. “La colaboración ciudadana en Castilla-La Mancha es buena. Cada vez se alerta más de incendios incipientes por parte de la ciudadanía”.
Todos los miembros de esta Unidad deben ser agentes medioambientales con un curso de investigación de causa de incendios (en ocasiones disponen de especialización), además de formación para manejar la cartografía digital a través de un sistema de información geográfica (SIG) y “ganas de trabajar”, añade Antonio Sancho. En la actualidad tienen la consideración “genérica” de Policía Judicial y colaboran de forma habitual con los juzgados.
Sancho explica que “el 90% de los incendios forestales han de ser investigados porque independientemente de que se deban a una negligencia o accidente o sean intencionados, siempre hay una persona detrás”. Tan solo quedan fuera de esa obligación los que se han producido “por causas naturales”, como la caída de un rayo. “Suelen apreciarse a primera vista en el 99% de los casos”.
Elaboran dos tipos de informes. “Tenemos los informes simplificados y los ampliados que son los que suelen acabar en vía judicial”. Incluyen desde la causa probable, el punto de inicio, así como el perímetro o la vegetación afectada.
Y si son grandes incendios declarados de nivel 1 o superior se entra también en el análisis de la extinción y en los daños, incluyendo las afecciones a bienes no forestales. Los accidentes, como el ocurrido en el incendio de Cerezo de Mohernando (Guadalajara) esta semana en el que cayó un helicóptero, también se incorporan al informe.
Con el paso de los años los datos se acumulan y se cruzan. “Hacemos seguimiento. Hoy casi todas las BIIF tienen un mapa por años y disponemos de todos los informes. Nosotros y el SEPRONA”. Hay bases de datos sobre dónde ocurren los incendios, si se repiten y otros muchos detalles que pueden ayudar al esclarecimiento de los casos.
El coordinador de los agentes medioambientales reconoce que estos últimos años el estrés hídrico está condicionando los incendios en toda España. “Si la climatología nos deja somos capaces de atajarlos”, pero advierte que “tienen su propio ecosistema. Hemos visto varios con pirocúmulos. Parecen tornados gigantes que absorben el fuego y lo que esté cerca”.
Antonio Sancho espera un verano complicado. “Esto no es lo habitual. Ahora son cuatro o cinco incendios diarios y eso no es normal”. Confía en que el próximo otoño, y también el invierno, vengan cargado de lluvias. El combustible forestal en bosques y montes está cambiando. “El presidente ha anunciado inversiones importantes en materia preventiva. Veremos porque como no llueva… mal vamos y no solo con los incendios”.
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