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El sindicalismo de clase vuelve a las calles, y lo hace en un momento de la Historia reciente marcado por la pandemia y sus consecuencias. Un tiempo incierto que es preciso gobernar para que en unos años podamos contar que en esta crisis la sociedad no olvidó ni maltrató a las personas más vulnerables. Con la convicción de que las organizaciones sindicales jugamos un papel para que así sea, para una reconstrucción justa, estaremos presentes en concentraciones o manifestaciones por todo el territorio nacional.
En Castilla-La Mancha trabajadores y trabajadoras están convocados a participar en las movilizaciones de Toledo, Albacete, Cuenca, Guadalajara, Puertollano, Alcázar de San Juan y Talavera de la Reina, sin olvidar nunca las medidas de prevención de contagio. Salimos a las calles porque este no es un Primero de Mayo más. Creo firmemente que es el momento de pagar la deuda que este país tiene con sus trabajadores y trabajadoras. Como dice el lema elegido por CCOO y UGT, ahora toca cumplir.
El tiempo de dibujar el tablero sobre el que hablar del futuro es ahora. Hablar de salarios dignos, de pensiones, de fiscalidad justa, de cómo corregir la brecha salarial, de igualdad y conciliación, de acceso a la vivienda y servicios básicos. La pandemia sigue aquí, pero superarla, y afrontar estos desafíos precisa de otras reglas, otro marco. Lo aprendimos por la fuerza de los hechos con las crisis inmobiliaria y financiera de la primera década del siglo.
Hay alternativas a volver a castigar a los de más abajo, a recortar otra vez servicios. Este Primero de Mayo nos escucharán decir que nos conviene recordar lo ocurrido para reconstruir nuestra economía y nuestro tejido social y empresarial de otra manera, como decimos cada mes en las movilizaciones frente al Gobierno de España.
La agenda social comprometida antes de la aparición del coronavirus es irrenunciable para CCOO porque nuestro país la necesita. Dar un nuevo empujón al Salario Mínimo Interprofesional, terminar con la reforma laboral de 2012 cuyos resultados han dejado sin argumentos a quienes la defendían, y echar abajo la última reforma del sistema de pensiones son medidas que han de venir de la política. Decisiones que hemos reclamado adoptar desde el diálogo social, con negociación, pero que también exigen valentía. Un Ejecutivo progresista no puede convivir más tiempo con un marco laboral que, hagamos lo que hagamos a la vez, seguirá siendo fuente de precariedad, de empleos mal pagados, trabajos que en la mayoría de casos suponen contratos de no más de una semana de duración, de jornadas parciales que castigan aun más a las mujeres, las peor paradas junto a los jóvenes.
Qué decir además de las horas extra no remuneradas, de las relaciones laborales encubiertas, del fraude en la contratación y en las subcontratas. Ante esa realidad por cambiar salimos a la calle este sábado. Ante las más de 193.000 personas en desempleo en esta comunidad, casi 100.000 sin una prestación; ante un paro juvenil de casi el 37% en esta región; ante unos datos de contratación que dicen que de cada 100 contratos que se hacen en Castilla-La Mancha sólo ocho son indefinidos. Nos manifestamos asimismo porque los pensionistas castellanomanchegos apenas reciben 950 euros de media, y casi el 40% de ellos no llegan a la pensión mínima. Nos movilizamos porque antes de la pandemia el 10% de la población asalariada más rica ganaba 23 veces más que el 10% de asalariados más pobres. Ahora esa brecha ha crecido, los más ricos ganan 36 veces más.
Junto a las reformas pendientes, este Primero de Mayo ha de servir para evidenciar que CCOO está y estará presente en su espacio institucional mientras refuerza su presencia sindical en las empresas, en cada centro de trabajo, en la ayuda cotidiana a cada persona que pueda ver vulnerados sus derechos.
Desgraciadamente no hay que ir atrás en el tiempo para encontrar conflictos que muestran los tiempos difíciles que vivimos, luchas donde el sindicalismo de clase es irremplazable, como en la batalla por los puestos de trabajo de Siemens-Gamesa en Cuenca, haciendo frente a los despidos anunciados en BBVA y CaixaBank, el conflicto de Geacam, en el ERTE planteado por Repsol en Puertollano, en las movilizaciones del colectivo de limpieza y ayuda a domicilio en Albacete, en las muestras de solidaridad en las fábricas del Grupo Airbus, en las denuncias en centros sociosanitarios como la que sirvió para que las trabajadoras de ayuda a domicilio en Guadalajara pudieran hacer su trabajo con los suficientes elementos de protección ante el COVID-19.
Ahí ha estado este sindicato, sus delegados y delegadas, como hemos estado en centenares de demandas ante los tribunales. Es el momento por tanto de mostrar en las calles que nuestra sociedad necesita esta forma de sindicalismo, de dejar claro que esta organización se va a volcar para estar en todos los espacios de diálogo y movilización.
Volvemos al Primero de Mayo así con urgencia. Para que no se posterguen las reformas pendientes, y para reclamar a su vez un reconocimiento real a las personas trabajadoras que desde que aflorara la pandemia han demostrado su papel esencial en la sociedad. Frente a quienes auguraban el fin del trabajo, quienes elogian lo individual por encima de lo colectivo, en los peores momentos de esta trágica pandemia los trabajadores y trabajadoras no nos han fallado, arriesgando la vida, e incluso dejándosela en una lucha diaria contra el virus.
Claro que ahora toca cumplir con cada uno de ellos y ellas, practicar ese reconocimiento con mejores condiciones laborales, con empleo estable, con salarios que permitan llegar a fin de mes, con servicios públicos reforzados. No nos olvidamos tampoco del clima que vive la política, por eso estas movilizaciones mañana deben ser a la vez una reivindicación de la convivencia y de la democracia.
No hay disyuntiva alguna entre democracia y libertad, como quiere hacernos creer la ultraderecha. La clase trabajadora lo tiene claro. Los sindicatos de clase, que tienen en su haber la conquista de derechos y libertades en este país, somos ejemplares en esta defensa de nuestro marco democrático. Digámoslo también este Primero de Mayo.
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