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El discurso póstumo de Sánchez Dragó: arremete contra la memoria histórica en una glosa hacia su propia figura

La hija de Sanchez Dragó, Ayanta Barilli, recoge el premio de las Letras de Castilla y León 2022

Javier Ayuso Santamaría

21 de abril de 2023 15:09 h

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Fernando Sánchez Dragó redactó tres días antes de fallecer su último texto literario: el discurso de los Premios Castilla y León. El literato, que pereció el 10 de abril, ha escrito que quería ser enterrado con su padre desaparecido durante la Guerra Civil y hacer de su hogar de Castilfrío, en Soria, un museo, pues este atesora, según sus palabras, “una de las mayores colecciones privadas de libros” -más de cien mil-, “acaso la mayor del mundo”, además de sus objetos personales.

La hija del escritor, Ayanta Barili, ha puesto voz a unas palabras que, en muchos casos, ironizaban con su muerte y sus últimas voluntades. En el discurso, Sánchez Dragó ha hecho una revisión a su vida y obra además de lanzar varios dardos políticos y ha cargado contra la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en relación a la búsqueda de los restos de su progenitor, el periodista Fernando Sánchez Monreal, a quien nunca llegó a conocer.

Sobre esto último, el premiado señaló que esperaba, “suponiendo que la ley lo consienta”, ser enterrado con “lo que quede” de su padre: “Y así, ya que nuestros cuerpos no pudieron abrazarse en vida, se abrazaran nuestros esqueletos. Algo es algo”.

En este apartado, Sánchez Dragó relató sus esfuerzos y de otras personas para dar con los restos mortales de su padre criticando a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica por haberle dado la espalda en su empeño al considerarle “una persona incómoda”, como ha asegurado que desde la organización se dijo. “¿Memoria histórica? ¿Cerrar heridas? ¿Hacer justicia?”, se ha preguntado.

Creación de un museo con la colección de Sánchez Dragón

En un largo discurso de ocho caras de extensión, el premiado ha deslizado la posibilidad de crear en su casa de Castilfrío de la Sierra un museo. “Algo deberían hacer con ella, dicho queda. Esa casa es un museo. También están en sus dependencias los centenares de objetos acumulados -además de unos 120.000 libros que ha asegurado poseer- por mi trajín de nómada en medio siglo de correrías por el mundo”, deslizó. 

Haciendo balance de su trayectoria profesional y vital, Sánchez Dragó se ha resumido como que “más que Fernando podría llamarme Libro. Soy un personaje de novela”.

En el discurso, Sánchez Dragó se ha calificado como “extravagante ciudadano” y “carente de ideologías” -a pesar de su vinculación con Vox- y ha reafirmado que es imposible que haya nadie “más soriano, más celtíbero, más numantino y más castellano” que él. Asimismo, ha tenido palabras de gratitud hacia el jurado y los representantes de la Junta por su designación, además del resto de los premiados.

Sin eludir a la polémica por su designación como premiado, Sánchez Dragó justificó su elección enumerado otras distinciones en su carrera y su obra literaria -53 libros “más otros tantos en el taller”-, sus “10.000 piezas de periodismo o 60 años de programas semanales de radio y televisión”. Además, ha apuntado que ha habido otras dos veces en las que “estuvieron a punto” de darle el premio, primero en 1998 algo que “no cuajó por una zancadilla política”, y que “diez años más tarde volvió a suceder lo mismo”.

“Si se descuidan un poco, me lo dan a título póstumo y al alimón con Raskayú. Más vale tarde que nunca, y bien está lo que bien acaba”, ha ironizado.

Volviendo a las referencias políticas, Sánchez Dragó ha asegurado que ha estado metido en política “muy de refilón”. Según el propio escritor, su posicionamiento “siempre” ha estado con posturas críticas “hacia quienes estaban en el poder”. Criticando lo que ha definido como “sectarismo político” por su elección ha afirmado que “la cultura siempre es, o tendría que ser, un ámbito de respeto, encuentro, ecuanimidad, serenidad y concordia, a diferencia del generalizado sectarismo partidista imperante en la política”.

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