Los inquilinos que tratan con la inmobiliaria y no con el casero sufren más subidas de alquiler, según una encuesta
Hay una generación de inquilinos en Barcelona que es cada vez más numerosa, que no espera heredar nunca un piso, que sabe lo que es mudarse por obligación y que teme especialmente a los caseros de fincas enteras, porque sabe que son los más proclives a pedirles más por la mensualidad. Este es, de forma resumida, el panorama que dibuja para la capital catalana la encuesta sobre el mercado del alquiler que ha presentado este miércoles el Institut de Recerca Urbana de Barcelona (IDRA).
Uno de los principales hallazgos del estudio es que los inquilinos que viven en fincas de un solo propietario –las llamadas propiedades verticales– aseguran haber padecido más subidas de precio en los últimos años que los demás. En el primer caso les ha pasado al 49% del total, mientras que en el segundo, al 34%. Algo parecido ocurre si el arrendatario trata con la inmobiliaria o directamente con el propietario. En la primera situación, el 46% afirma haber tenido que lidiar con aumentos de mensualidad en los últimos cinco años, mientras que en el segundo, el 31%.
“Sabemos que las agencias obtienen sus ingresos de los honorarios del precio al que se firma el alquiler. Por lo tanto, tienen un incentivo perverso para incrementarlo, que es que tendrá más comisión”, valora Jaime Palomera, coautor del estudio. Pero esto, añade, podría cambiar con la nueva Ley de Vivienda aprobada en el Congreso, que prevé que a partir de ahora todos los honorarios los tenga que asumir el propietario, sea grande o pequeño.
La encuesta, Impactos sociales del mercado del alquiler, ha servido para presentar también el propio instituto IDRA, que surge de la cooperativa Hidra, y que centra su trabajo en el análisis y la formación en materia de políticas urbanas y económicas. Dirigido por Laia Forné y Mauro Castro, colabora también con académicos de universidades de todo el mundo y entre los que destacan la que fue relatora por el derecho a la vivienda de la ONU, Raquel Rolnik.
En el Área Metropolitana de Barcelona, de las casi 300.000 viviendas de alquiler, un tercio están en manos de grandes propietarios. Y en cuanto al papel de las agencias inmobiliarias y los administradores de fincas, el estudio encuentra que intervienen en casi el 80% de los contratos que se firman, y hasta el punto que en el 44% de los casos el inquilino solo trata con ellos, sin llegar a conocer nunca al casero.
La encuesta, elaborada con 1.023 participantes, evidencia también la enorme movilidad que existe entre inquilinos en la capital catalana. El 70% dice haberse mudado en los últimos cinco años y, de ellos, hasta un 38% lo ha hecho por obligación: o bien por subidas de precio, por acoso inmobiliario o, sobre todo, por no renovación de contrato. Esta cifra, con todo, se ha reducido respecto al 45% de la misma encuesta en 2021. El otro dato que ha sorprendido a los autores del estudio es que la gran mayoría de los que hoy viven de alquiler, el 71%, no esperan heredar nunca un piso. Solo el 29% cree que sí lo hará.
Inquilinos mayores y pisos con problemas
La población inquilina en Barcelona, además de subir en porcentaje sobre el total (del 38% al 40% en dos años), también envejece paulatinamente. Actualmente, la media de edad del inquilino es de 40 años, lo que hace temer a los investigadores de IDRA que en las próximas décadas ciudades como Barcelona tengan que enfrentarse a una emergencia habitacional de gente mayor. “El problema con el alquiler que tenemos ahora es grave, pero el que habrá en unos años será mucho mayor”, advierte Palomera, que en su día fue portavoz del Sindicato de Inquilinos en Barcelona. “Toda una generación que se jubilará seguirá en el mercado del alquiler privado, pero además pagando precios más caros pero con una pensiones que en algunos casos serán menores”.
En cuanto a las condiciones de las viviendas, el estudio observa que hasta un 19% comparte piso o alquila habitaciones (sin ser una unidad familiar). Pero lo que más sorprende es que el 60% de los participantes en la encuesta aseguran padecer al menos tres problemas de condiciones de habitabilidad que IDRA considera “importantes”. Por orden de aparición, destacan el mal aislamiento térmico y el acústico, la necesidad de reformas, la falta de una instalación de calefacción adecuada, las humedades o las ventanas y puertas en mal estado. “Quien vive de alquiler suele tener un número muy significativo de problemas que acaban afectando a su calidad de vida”, concluye Palomera.
A pesar de que el estudio se centra en Barcelona, los investigadores creen que las tendencias que muestran es probable que se reproduzcan en otras grandes ciudades españolas. En este sentido, han avanzado que realizarán una encuesta parecida en Madrid en los próximos meses. “Madrid es un desierto de datos. No existen más allá de las ofertas de portales inmobiliarios”, añade Palomera. En Catalunya, por contra, para calcular el precio de los alquileres se utilizan los datos que tiene el Instituto Catalán del Suelo (INCASOL) a partir de las fianzas.
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