El 8 de julio terminó la validez de casi todos los convenios colectivos que no habían sido renovados. Es el fin de la denominada ultraactividad. En Cataluña ese día quedaron sin la protección de un acuerdo unos 100.000 trabajadores. Más tarde, la cifra ha ido reduciéndose con pactos sectoriales, pero todavía quedan pendientes algunos acuerdos que afectan a miles de trabajadores e industrias. Uno es el de la red de hospitales de utilización pública (XHUP); otro, el del transporte de mercancías por carretera de Barcelona y Girona.
Los casi 27.000 trabajadores del transporte de Barcelona y Girona reciben mensajes contradictorios acerca de la vigencia del convenio que les afecta. La patronal Transcalit, mayoritaria en Cataluña y representante de una miríada de pequeñas empresas, ha emitido un comunicado en el que afirma que el convenio que rige el sector ha perdido su vigencia. Remite la patronal a un convenio de ámbito superior, el II Acuerdo General de Transporte de Mercancías por Carretera y, en lo que no esté incluido, al Estatuto de los Trabajadores.
La otra patronal, minoritaria en Cataluña, UNO Acet, que representa a las empresas medianas y grandes, no tiene una posición tan dura. Se muestra abierta a negociar un nuevo convenio, aunque dejando claro que el antiguo lo considera muerto. En este sentido ha hecho propuestas a nivel de empresa a los trabajadores para mantener las condiciones de un pacto firmado a finales de 2011 con los sindicatos, que no fue aceptado por la otra patronal.
Lo cierto es que desde finales de 2011 el convenio del transporte de Barcelona está pendiente de firmar. Durante meses se han producido reuniones infructuosas. “A partir de julio de 2012 y la aprobación de la reforma laboral solo hacía falta esperar a que llegara el 8 de julio de 2013”, dice Carlos Pellejero, de CCOO.
Bomba de relojería
La reforma laboral albergaba en su interior una bomba de relojería pensada contra la renovación automática de convenios: la ultraactividad. Un artículo de la norma decía que si no se renueva un acuerdo colectivo tras dos años de negociación, el convenio pierde su eficacia. He aquí que una enmienda de CiU hizo que, en lugar de dos años, el tiempo de negociación se redujera a un año, que es la situación en que nos encontramos.
Pese a negociaciones y movilizaciones, llegó el 8 de julio sin que el transporte hubiera firmado un nuevo convenio. Ahora la situación es grave porque ni los trabajadores querían quedarse sin protección, ni las empresas pueden arriesgarse a que una huelga contundente colapse el mercado.
En los encuentros, propiciados por el Secretario de Empleo y Relaciones Laborales de la Generalitat, Ramon Bonastre, se ha constatado una situación paradójica. El convenio del transporte de mercancías de Barcelona y Girona que había que renovar a finales de 2011 tiene un artículo -el quinto- que deja claro que mientras se esté negociando el convenio su contenido se mantendrá hasta que sea sustituido por uno nuevo. Eso siempre que quede patente que se negocia de buena fe. En resumen, que el convenio de 2011, según los trabajadores y sus asesores laborales, sigue vigente, como asegura Juan José Pérez, responsable de UGT, el sindicato mayoritario en este sector.
Para renovar el convenio, las organizaciones han tratado de tomar varios caminos. Uno de ellos, que las patronales se sumen al acuerdo pactado expresamente en Cataluña que prevé que si no hay acuerdo se recurra a la vía de la mediación o a la del arbitraje, de larga tradición en el Principado desde la creación del Tribunal Laboral de Cataluña (TLC). Otra vía ofrecida por sindicatos ha sido fijar un mecanismo mixto: someter las dos partes a la mediación de la Generalitat y, si ésta no soluciona las diferencias, que se nombre un equipo de cuatro expertos -dos por las patronales y dos por los sindicatos- que una vez escuchadas las posiciones de las dos partes emitan un arbitraje al que se deberán someterse. Las centrales obreras tienen claro que esta solución supondría, seguramente, tener que aceptar recortes, pero siempre es mejor que la situación de eterno empate actual.
Lo que sea para solucionarlo
Ramon Bonastre mantiene su intención de solucionar el problema del transporte. Por eso a finales de mes ha convocado a trabajadores y empresas para tratar de desbloquear la situación creada, paradójicamente, por un artículo que aportó su partido a la reforma laboral, y que contribuyó a endurecerla.
Y es que la posibilidad de hacer tabula rasa de todo el contenido de los convenios ha hecho aflorar posiciones extremas. En presencia de Bonastre, en una reunión donde se quería desatascar el convenio, la patronal quiso que se firmara la renuncia al derecho de huelga como condición para avanzar. Más tarde puntualizó que se quería una declaración genérica en favor de la paz social. Los expertos presentes en la negociación aclararon que hay derechos, los fundamentales, que no son renunciables. “Aunque alguien lo deseara y lo pidiera formalmente, no se puede convertir en un esclavo”, aclara un sindicalista.