Los payasos de hospital están confinados pero no se resignan y recurren al vídeo: “El humor es más necesario que nunca”
A falta de mascarillas para protegerse del coronavirus... ¿Una lechuga? “Para los vegetarianos...” ¿O un colador? “Para los más osados...” Esta broma, sencilla y algo absurda, es una de las que haría un payaso de hospital a cualquier paciente, niño o adulto, si pudiese entrar estos días en su habitación. El riesgo de contagio les ha obligado a cesar su trabajo, el de arrancar sonrisas a enfermos y familiares, pero ellos han optado por hacer llegar su guasa a través del WhatsApp de médicos y enfermeras.
“Es fundamental poner una herramienta como el humor a nuestro lado para poder transitar estos momentos difíciles. ¡Es más necesario que nunca!”, reivindica Angy Rosales, fundadora de la entidad Pallapupas, que con su treintena de payasos visita cada año cerca de 70.000 ingresados en más de una docena de hospitales, principalmente en el maternoinfantil Sant Joan de Déu y el de Bellvitge y sobre todo pacientes oncológicos. “El humor abre una ventana de aire fresco dentro de una habitación donde la tensión y la ansiedad son insoportables, esto las personas enfermas y sus familias lo tienen clarísimo”, abunda esta actriz.
Desde el inicio de la epidemia, los actores y actrices de entidades como Pallapupas no pueden acceder a los recintos hospitalarios. No pueden camuflarse con sus batas blancas entre el personal sanitario, delatados solo por la nariz roja, para ir llamando a las puertas y ver quién está de humor para sus improvisaciones. “Nos hubiese gustado seguir al pie del cañón cumpliendo las normas de higiene, porque somos parte del equipo asistencial, pero acatamos la decisión”, sostiene Rosales.
De ahí que no se hayan quedado de brazos cruzados y estén mandando vídeos con chistes, canciones y pequeños números para que los médicos y enfermeras de los hospitales puedan enseñárselos a unos pacientes que están aislados y con escaso contacto con sus familiares. Y no solo eso. Al ver que el personal sanitario está volcado en la asistencia a los pacientes y no tiene tiempo para nada más, también han preparado algunos vídeos para hacer más llevadero el confinamiento de toda la población. “Parece que ahora solo toca escuchar a políticos y científicos que hablan de cosas realmente serias, pero no deberíamos confundirnos, el humor es un instrumento para crecerse frente a la adversidad”, añade.
La de los payasos de hospital puede parecer una tarea superficial, incluso prescindible, en unos hospitales donde parte de los pacientes se debaten entre la vida y la muerte, pero lo cierto es que muchos centros sanitarios recurren a ellos precisamente porque son un bálsamo. Desde que Michael Christensen se convirtió en 1986 en el primer clown de hospital, en el Morgan Stanley New York Presbyterian Hospital, cientos de actores se han dedicado a ello por todo el mundo, en Catalunya a través de entidades como Pallapupas desde el año 2000.
“Puede parecer extraño que un payaso hable de la muerte, pero es en esos momentos cuando más importancia cobra la vida; los pacientes que están en un hospital lo tienen claro: no están dispuestos ni por un segundo a que les roben las oportunidades de reír”, señala Rosales, que asegura que unas actuaciones que quizás serían menospreciadas en otro contexto por la población adulta, en un hospital son esperadas por pacientes y familiares. “Los que están terminales o tienen muy mal diagnóstico son los que más nos reclaman”, añade esta actriz. A veces, en vez de risas arrancan llantos, pero también es bueno dejar salir emociones.
Quienes sí conocen el valor del humor en unos momentos tan duros, según Rosales, son los propios sanitarios. “Están sufriendo muchísimo por falta de seguridad y por la amenaza a su salud, porque no les hemos protegido, y por ello se enganchan a lo que les hace reír”. El humor, como los aplausos de las 20h, son su gasolina.
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