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Andreu Jerez: “Convendría que PP y Ciudadanos echasen un vistazo a cómo están reaccionando los partidos en el resto de Europa frente a la ultraderecha”

El periodista y escritor Andreu Jerez

Lucas Marco

Valencia —

El periodista Andreu Jérez (Alicante, 1982) es editor y reportero en la redacción para Latinoamérica de la televisión internacional alemana Deutsche Welle. Es coordinador, junto a Franco Delle Donne, del libro Epidemia ultra. La ola reaccionaria que contagia a Europa, que explica, país por país, el vertiginoso ascenso de la ultraderecha. Desde Berlín, ciudad en la que vive desde 2007, observa con preocupación el ascenso de la extrema derecha en España y asume que Matteo Salvini es el líder más peligroso del movimiento ultra en la Unión Europea. “Las fuerzas de extrema derecha van a obtener su mejor resultado en unas elecciones europeas, con más escaños que nunca”, advierte en esta entrevista realizada por Skype.

¿Qué perspectivas electorales tiene la extrema derecha de cara a las próximas elecciones europeas?

Lo que está bastante claro por las encuestas de intención de voto que van saliendo es que las próximas elecciones europeas van a ser históricas porque las familias socialdemócratas y conservadoras, que son las que han tenido más peso en el Parlamento europeo, van a caer por debajo del 50% de los votos. Ese golpe al llamado bipartidismo tradicional se va a instalar en el Parlamento Europeo. Las fuerzas ultras, eurófobas y ultranacionalistas, a la derecha de la democracia cristiana tradicional van a obtener su mejor resultado, con más escaños que nunca. La pregunta que queda abierta es hasta qué punto van a conseguir superar sus diferencias.

En cuestiones de política económica, las fuerzas ultras presentan grandes diferencias. Si los principales partidos ultras europeos consiguen superar sus diferencias, eso podría generar mecanismos de obstáculo en la legislación europea y quién sabe si una desintegración del proceso europeo. Vamos a ver movimientos tectónicos en el panorama político y electoral europeo después de las elecciones. Queda la esperanza de que las diferencias entre las fuerzas ultras sean tan grandes que no consigan ser la segunda fuerza parlamentaria pero tampoco hay que subestimar el poder del odio.

¿En qué país europeo cree que es más peligrosa la presencia de la extrema derecha?

Es muy coyuntural pero creo que, ahora mismo, la ultraderecha más peligrosa en Europa la representa Matteo Salvini en Italia porque ha asumido un liderazgo de fuerza promotora de ese frente ultra europeo y tiene una posición muy relevante en la política italiana donde ha habido un terremoto en el sistema de partidos de los últimos años. Si las cosas no cambian mucho, muy probablemente será la fuerza más votada en las próximas elecciones europeas y nacionales. Salvini es alguien que tiene simpatías con los grupos neofascistas, en algunos casos incluso utiliza una dialéctica  que recuerda mucho al fascismo italiano del siglo pasado. Siempre había habido una reacción un poco paternalista de las fuerzas ultras europeas hacia Salvini porque era el patito feo que nunca conseguía dejar de ser una especie de caricatura de líder ultra. Ahora Salvini ya tiene una posición y una proyección de líder institucional, casi presidencialista, que hace algunos años no tenía y es el que menos reparos tiene en asumir determinadas dialécticas que le dan réditos electorales. Ha asumido la bandera del liderazgo del frente ultra; habrá que ver qué impacto tiene este frente europeo en cada uno de los países.

¿A qué movimientos es más cercano Vox?

El capítulo del libro dedicado a España lo escribe Guillermo Fernández, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, y se hace esta pregunta: ¿dónde está Vox? Porque dentro de todo el fenómeno ultra europeo, Vox es el último que llega de manera electoralmente relevante. Y, sin embargo, es el partido que más rápido que ha crecido. El autor se pregunta si Vox se sitúa más en la tradición de las fuerzas ultras europeo-occidentales, como el Frente Nacional en Francia o el Vlaams Belang en Bélgica, o si más bien está virando hacia las fuerzas ultraderechistas de Europa oriental, como puede ser el partido que gobierna en Polonia o Fidesz en Hungría. Llega a la conclusión de que, por ahora, Vox ha sido una mezcla de todo, con las particularidades españolas.

¿Qué estrategia de comunicación ha utilizado Vox?

Han ido recogiendo diferentes elementos de estrategias de comunicación, también ideológicos y programáticos y, al mismo tiempo, han usado las particularidades españolas, como por ejemplo las tradiciones de la caza o de los toros. También el asunto de la mirada hacia la Guerra Civil que, aún a día de hoy, condiciona muchísimo la política española y es un elemento que no existe en todos los países europeos.

Le añade el elemento de una estrategia comunicativa muy agresiva que mira más hacia Estados Unidos que no a países de Europa oriental o hacia Rusia. Determinados líderes de Vox tienen una relación muy estrecha con el ala derecha del Partido Republicano. Iván Espinosa de los Monteros ha dicho abiertamente que tiene relaciones con el ala trumpista. Sí que han pretendido copiar algunas estrategias de comunicación en las redes sociales, a la manera española. Vox todavía es un símbolo de interrogación, no sabemos hacia dónde va a desembocar y seguramente la legislatura que ahora empieza será clave para desentrañar realmente qué es Vox.

En el caso de Alternativa por Alemania (AfD) llama la atención el papel de la derecha alemana de contención hacia la extrema derecha que contrasta con el caso español.

La diferencia entre Alemania y España es clave. Aquí, antes de las elecciones federales, todos los partidos con representación parlamentaria dejaron claro que no entraba en sus planes políticos hacer ningún pacto con Afd ni a nivel regional ni a nivel federal, porque al ser un país federal, hay mucha descentralización del poder. Tampoco a nivel municipal. La diferencia está clara. Son contextos históricos diferentes. Después del desastre de la Segunda Guerra Mundial y de lo que supuso todo el trabajo de recuperación de memoria histórica, se crea un pacto de posguerra en el que todos los partidos con representación parlamentaria llegan al consenso de que ni con el ultranacionalismo ni con la xenofobia se hacía política ni electoralismo. AfD rompe con ese pacto y queda automáticamente excluida como una opción de coalición. Eso podría cambiar, sobretodo a nivel regional, pero lo cierto es que, hasta ahora, todos los partidos con representación en Alemania se cierran a pactar con AfD, hacen una especie de cordón sanitario.

Se podría discutir si es la estrategia más adecuada para combatir estas posiciones ultraderechistas, porque cuando hablamos de cordón sanitario nos referimos a un cordón para coaligar pero también para debatir. Son como el patito feo del Parlamento y quizá esta estrategia no es tan adecuada. En todo caso, es evidente que el caso español es totalmente diferente. Ciudadanos, que se autodenomina como un partido de centro derecha, se abre a gobernar con Vox y el Partido Popular, que sería la opción más cercana a la democracia cristiana alemana, se entrega a los brazos de Vox, no solamente en posibles pactos de coalición sino también en cuanto a su agenda y a su discurso en muchos casos.

¿Qué lecciones puede sacar la derecha española sobre el caso alemán?

Habría que hacer la reflexión también de cómo se generaron los pactos tras la transición en España, sabíamos que había un franquismo sociológico pero no sabíamos cuál era el porcentaje. Ahora ya podemos poner una cifra con la existencia de Vox. Es muy irresponsable por parte de los partidos de centro derecha entregarse de esa manera a un pacto con la ultraderecha española. No sólo a pactar, habrá que ver cómo reacciona el centro derecha español, porque generalmente cuando se establece una fuerza de ultraderecha en un sistema parlamentario, las fuerzas de centro derecha giran mucho hacia la ultraderecha en aspectos políticos como, por ejemplo, política interior o política migratoria, veremos qué pasa con las políticas de género. Convendría que los partidos de centro derecha echasen un vistazo a cómo están reaccionando los partidos en el resto de Europa si queremos aprender de los errores que se han cometido.

¿Qué papel juega Steve Bannon en el resurgimiento de la extrema derecha en Europa? ¿Se ha exagerado su relevancia?

A estas alturas está claro que se ha exagerado la capacidad de influencia que ha tenido Bannon en Europa. Lo que sí es cierto es que de alguna manera sirvió de impulsor para determinadas ideas. El gran impulsor del frente ultraderechista ahora mismo es Matteo Salvini. Está intentando armar un frente ultraderechista con una fracción única después de las próximas elecciones europeas. Creo que de alguna manera la llegada de Bannon a Bruselas sirvió de guía pero creo que los medios de comunicación, atraídos por el sensacionalismo y por el morbo que genera una figura como Bannon, han inflado un poco su capacidad de articular esa unión de ultraderechas en Europa porque hay fuerzas ultras europeas que son muy reacias a dejarse controlar por una fuerza que viene de fuera de Europa. El copresidente de AfD dijo que el plan de Bannon no va triunfar porque Europa no es Estados Unidos.

Vox ha mantenido una posición abiertamente beligerante hacia la lucha contra la violencia de género: ¿es algo propio de la ultraderecha española o también es algo que comparte el resto del movimiento ultra en Europa?

La gran diferencia entre España y Alemania en ese terreno es que en el caso de Alemania, la violencia de género no está en la agenda política. Lo que no significa que no sea un problema en este país, en el que también hay asesinatos machistas. Al no ser un tema de agenda, la ultraderecha no lo puede instrumentalizar como una herramienta electoral. Vox adopta estas posiciones tan extremistas porque sabe que le puede dar votos del hombre blanco, heterosexual y conservador.

Sin embargo, el gran rasgo común a todos los movimientos ultras europeos es la islamofobia.

Es el común denominador de la ultraderecha europea incluso en aquellos países en los que prácticamente no hay migración de países árabes o islámicos, como es el caso de Polonia o Hungría, donde el discurso islamófobo es enorme. Es un discurso que, de alguna manera, entronca con la tradición antisemita centroeuropea: es la concepción del judío como un cáncer que degenera a las sociedades europeas. Hay un lazo psicológico muy grande: el musulmán es el nuevo judío para la ultraderecha.

Da igual qué porcentaje haya en cada país, todos y cada uno de estos movimientos rechazan la inmigración musulmana que, para ellos, es el principal enemigo entro de las migraciones en general. Y ahí entran los discursos más paranoicos como puede ser el gran intercambio poblacional del que se habla, que era una posición de las tradiciones más marginales de la ideología política en Occidente hace cinco o diez años y que se ha incrustado en ciertos discursos de la ultraderecha con presencia en el Parlamento. Es súper peligroso en el momento en que te das cuenta de que esos discursos conspiranoicos están consiguiendo réditos electorales que se acercan al 15 o 20% de los votos. Sí que vemos patrones ideológicos y discursivos muy similares a los patrones del nacionalsocialismo y del fascismo de los años 30 del siglo pasado. Esos paralelismos a mi me dan escalofríos. 

¿Se ha estudiado suficientemente el fenómeno del resurgimiento de la extrema derecha en Europa?

Hay mucha gente que está trabajando sobre el extremismo derechista desde hace años, lo que pasa es que por lo general esos estudios se han quedado en el ámbito académico, que suelen ser unos círculos que se alimentan a si mismos pero que no llegan al gran público que es quien está protagonizando el resurgimiento de la ultraderecha porque es quien vota. Precisamente es lo que intentamos con este libro, combinar la divulgación periodística con la rigurosidad académica para llegar al gran público y explicar por qué en los últimos  cuatro o cinco años hemos asistido al resurgimiento de los movimientos ultraderechistas  como un fenómeno prácticamente continental. A excepción de Portugal e Irlanda, en todos los países de la UE hay una opción ultraderechista, ultranacionalista o eurófoba con una presencia estable y de dos dígitos en los sistemas parlamentarios. Sí que se ha estudiado pero no ha llegado al gran público. Este modesto intento de combinar periodismo y academia pretende que la gente se informe de por qué se está votando de nuevo de manera masiva a opciones ultraderechistas. En Alemania fueron 5,5 millones en las elecciones federales; esto ha dejado de ser un fenómeno marginal para convertirse en un fenómeno masivo y la amenaza se ha convertido en algo muy concreto, con siglas, con cifras electorales y con programas muy concretos, ya no es esa posición marginal de hace cinco años.

 

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