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Los efectos del cambio climático en la Comunitat Valenciana: la mayor sequía en 33 años tras un 2023 “extremadamente cálido”

Embalse de Ulldecona en Castelló.

Toni Cuquerella

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El cambio climático deja su rastro en la Comunitat Valenciana en forma especialmente de calor y falta de lluvias. La confirmación de esta semana ha venido de la mano de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) que ha declarado la situación excepcional por sequía extraordinaria en toda la demarcación debido, señalando el presente año hidrológico 2023-2024 como el más seco de los últimos 33 años.

Pero los síntomas son un goteo incesante, y uno de los más significativos son las altas temperaturas. Así Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), en su informe climático anual, describía que “2023 fue extremadamente cálido y extremadamente seco en la Comunitat Valenciana”. En cifras esto suponía una temperatura media de 16,84 grados, lo que son 1,3 grados superior al promedio climático normal, y un 33% menos de precipitaciones.

Estos registros mantienen un tendencia puesto que el año 2022, con 16,89 grados, fue el año más cálido desde que hay registros y el más seco de los últimos 40 años, desde 1983. Aemet también recordaba que, de los diez años más cálidos en la Comunitat Valenciana desde 1950, nueve son de este siglo, y ocho están entre los diez últimos (el décimo es 1994).

Es más, este 2024 mantiene la tendencia, y los dos primeros meses lo confirmaban con un enero que ha sido el más cálido al menos también desde 1950 con una temperatura media, de 10,8 grados (2,7 grados superior a la de la climatología de referencia) y la precipitación acumulada ha sido de 20,3 litros por metro cuadrado (l/m2), un 53% inferior que la del promedio climático del periodo 1991-2020 (43,6 l/m2). Y le ha seguido un febrero peor con 11,8 grados de media (2,9 grados por encima de la media) y una precipitación acumulada de 11,9 l/m2, que es un 64%inferior.

Sequía

Estas altas temperaturas por encima de la media también han venido acompañadas de sequía. Así la Confederación Hidrográfica del Júcar, (CHJ) ha ido señalando los diferentes capítulos que se han vivido. En este año hidrológico 2023-2024 está siendo el más seco de los últimos 33 años, actualmente, con 115 mm de precipitación media acumulada frente a los 216 de la serie histórica.

La falta de lluvias se ha traducido en una reducción de las aportaciones a los ríos, un descenso de los recursos subterráneos y una merma en la capacidad de almacenamiento en los embalses que, que a nivel global está en el 52,2%. Este nivel se sitúa por encima de la media de los últimos 10, 20 y 30 años, no obstante ha provocado que algunos sistemas se encuentren en un escenario de emergencia por escasez hídrica.

El primero en entrar en emergencia fue el sistema de Palància-les Valls el pasado mes de diciembre, seguido del Sénia-Maestrat en febrero y Marina Alta en marzo; junto a estos otros han entrado en prealerta, lo que ha abocado a la CHJ a declarar la situación excepcional por sequía extraordinaria en toda la demarcación debido a la ausencia continuada de precipitaciones en gran parte de la cuenca.

Por su parte esta semana Aemet también publicaba un mapa en el que se recogían las precipitaciones acumuladas en el año hidrológico en el que se aprecia que la Comunitat Valenciana, junto con la Región de Murcia, se está llevando la peor parte de la falta de lluvias.

Negacionismo de Vox desde València

Pese a estos datos, no todos están dispuestos a leerlo como una tendencia de cambio climático. El último ejemplo más flagrante ha sido el discurso de Vox dentro del marco de la capitalidad verde europea que ostenta València en el presente ejercicio, que ha vuelto a negar la máxima.

Fue de manos de José Gosálbez, el edil de extrema derecha que también es concejal responsable de Devesa-Albufera, el principal humedal valenciano declarado Parque Natural. Precisamente l'Albufera ha protagonizado una de las imágenes más icónicas sobre los efectos de la falta de lluvias de los últimos meses que ha visto como ha llegado a cambiar su color, presentando una fotografía de satélite más que gráfica.

Sus argumentos: “Por mucho que ahora nos lamentemos por la falta de lluvias o por las lluvias torrenciales, también recurrentes en esta parte de España. Hay que recordar la riada de 1957 y que algunos lo achaquen al llamado cambio climático, los registros climáticos lo desmienten. Y lo desmienten porque demuestran que las sequías en València vienen siendo una constante. En 1875 y 1879, cinco años secos. 1925 a 1929 cuatro años secos. 1952 a 1955 cuatro años secos. Todas ellas curiosamente anteriores a esas teorías que dicen que estos fenómenos serán cada vez más dañinos y frecuentes debido a la actividad humana que provoca el calentamiento global. Una hipótesis no demostrada que han dado por buena sin examen casi como un acto de fe los políticos menos rigurosos, como si el clima no estuviera en permanente cambio desde el principio de los tiempos”.

Ahora, según la CHJ, la sequía que se padece la Comunitat Valenciana es la mayor en 33 años, aunque no se sabe si será suficiente tiempo para trastocar los esquemas de la extrema derecha de lo que consideran “normalidad climática”.

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