La heroína se abre paso de nuevo en el centro de València
“Las jeringuillas y la heroína empiezan a correr por las calles del barrio de Velluters como en los años 80 y los vecinos empiezan a sentirse inseguros a determinadas horas, especialmente si van con niños”.
Así de contundente se ha mostrado Trini Piquer, una de las portavoces de la Coordinadora de Ciutat Vella, entidad que agrupa a varios colectivos vecinales y cívicos de Valencia, en referencia a la situación que vive este castigado barrio.
A la proliferación del tráfico de drogas, se unen la de solares repletos de basura y de asentamientos, plagas de ratas, viviendas ocupadas, además de la consabida y dramática explotación sexual de mujeres.
Un cóctel mólotov ubicado, por increible que parezca, en pleno corazón de València, y que puede estallar en cualquier momento, en una zona flanqueada nada menos que por edificios tan emblemáticos como las Torres de Quart, el Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (Muvim), la iglesia de los Santos Juanes y el Mercado Central.
El apuñalamiento de un joven de 29 años el pasado 14 de octubre encendió la luz de alarma sobre el problema del tráfico y consumo de drogas en la zona.
“Fue un ajuste de cuentas entre dos grupos que quieren controlar el mercado de la heroína en el barrio; la agresión se produjo en la plaza de Joan de Vila-rasa y el chico fue andando hasta la calle de Viana, donde se desplomó y falleció”, explica Ricardo Burguete, presidente de la asociación de vecinos.
Ante esta situación, desde la Coordinadora han iniciado una campaña de pancartas que invaden la mayoría de balcones de las viviendas de la mencionada plaza con el objetivo de denunciar la situación (ver foto).
La respuesta de las mafias no se ha hecho esperar: “Han bloqueado las cerraduras de los patios con silicona a modo de amenaza, de coacción, no sabemos qué será lo siguiente”, ha explicado Martín García, otro portavoz de la organización.
Los representantes vecinales se sienten abandonados y lamentan la sensación de inseguridad y la falta de vigilancia policial, pese a asegurar que tienen constancia de estas situaciones.
Entre los puntos conflictivos a los que van toxicómanos a drogarse, citan, además de los patios de los edificios y de los accesos a garajes, la calle de Viana, el solar de la calle de la Boatella, la calle de Adreçadors con Escolano, un solar de la calle de Eixarchs, y por las noches la plaza de Joan de Vila-rasa y la avenida del Oeste con Linterna y Adreçadors.
Además, añaden un edificio ocupado en la plaza de Viriato, un caso especialmente flagrante al ser propiedad de la Generalitat: “Una de las viviendas es un foco de distribución de droga”, dicen.
Sin embargo, no es solo un problema de vigilancia policial: “Hay un problema global de abandono que se debe abordar de forma global, hay que limpiar más las calles y los parques, hay que dar un uso ciudadano a los más de 300 solares municipales donde viven personas sin techo o donde entran a drogarse y hay que dar una respuesta social a estas personas”, comentan.
En la misma línea se manifiesta Pilar Ferrero, de Escoltem Velluters: “Esto no se soluciona solo con más policía, hay que dar una atención global a las personas sin techo, a los toxicómanos, a las mujeres explotadas, una atención encaminada a su reinserción social; no queremos que los cambien de sitio, queremos que les den la respuesta que necesitan”.
Por su parte, en el pleno municipal del pasado jueves, la concejala de Acción Ciuddana Neus Fábregas reconoció “la degradación del barrio”, y afirmó que esta situación es “una herencia de la gestión del anterior equipo de gobierno agravada con el problema que comporta el consumo de la heroína en el barrio”.
La edil anunció “acciones coordinadas de los distintos servicios municipales, desde los que impulsan la rehabilitación de edificios o la limpieza de solares hasta aquellos que defienden la igualdad y la inserción sociolaboral de sus vecinos y vecinas”.
Aumento de jeringuillas
¿Está habiendo ciertamente un incremento del consumo de heroína en el centro de València, la droga que se llevó por delante a parte de una generación de los años 80 y que vuelve a hacer estragos en Estados Unidos?
Las diferentes fuentes consultadas coinciden en señalar que está habiendo un incremento de consumo de drogas inyectadas.
En este sentido, fuentes de Médicos del Mundo, entidad que cuenta con un centro de atención en Velluters y con un programa de intercambio de jeringuillas para personas sin techo, confirma que han detectado “un incremento de consumo de drogas inyectadas”.
Han añadido que están estudiando el fenómeno y que puede tratarse tanto de heroína como de cocaína inyectada.
Además, han comentado que la mayoría de los consumidores son personas sin techo con alguna enfermedad mental que consumen también otro tipo de droga o alcohol y que viven en la calle: “El Ayuntamiento se comprometió a crear un centro de baja exigencia para estas personas, pero de momento no nos constan avances”.
También desde Proyecto Hombre han comentado que empiezan a tratar a pacientes “por cocaína inyectada”.
En cuanto a la heroína, han comentado que en los últimos años los tratamientos se han mantenido estables, entre un 8% y el 9%: “suelen ser personas que han acabado condena y que han salido de prisión y que normalmente combinan la heroína con otras sustancias”. Así, la sustancia mayoritaria entre los pacientes de la entidad sigue siendo la cocaína.
Por su parte, el jefe clínico de psiquiatría del hospital Doctor Peset, José Martínez, sí que se muestra preocupado por el problema de la heroína que, tal como afirmó a eldiariocv.es: “Está causando de nuevo problemas graves en Estados Unidos y aquí también está empezando a rebrotar otra vez, ya no dentro de ese perfil marginal, sino de un perfil más cotidiano”.
Las 28 Unidades de Conductas Adictivas (UCA) que hay repartidas en la Comunitat Valenciana atendieron el pasado año a 1.289 personas por heroína (1.343 en 2015 y 1.224 en 2014).
Sin respuesta ante la prostitución
La prostitución, enquistada en Velluters desde hace años, es otro de los grandes caballos de batalla del barrio.
La calle de Viana es el epicentro de esta actividad que tiene esclavizada a un gran número de mujeres y que ha convertido esta vía en un coto privado de los proxenetas.
Pasar por allí a cualquier hora del día con algo parecido a una cámara de fotos es jugarse el tipo: “Fuimos con un cámara de televisión y se nos abalanzaron y nos tiraron piedras”, relatan los representantes de la Coordinadora.
Aunque la actividad se atenuó con la aprobación de la ordenanza que regula la prostitución en la vía pública, lo cierto es que en los últimos meses vuelve a haber actividad a cualquier hora del día.
“Hay dos bares en la calle de Viana que junto a las viviendas aledañas concentran la actividad en unas condiciones higiénico-sanitarias pésimas tanto para las mujeres como para los clientes”, lamentan.
Desde Médicos del Mundo, entidad que presta atención socio sanitaria las mujeres víctimas de trata, han criticado que la entrada en vigor de la ordenanza municipal ha supuesto un descenso del 50% de la prostitución en la calle, pero un incremento en la misma proporción en pisos clandestinos y clubes, donde según la entidad, aumenta la desprotección de las mujeres y la vulnerabilidad a la violencia psicológica y física.
De enero a junio del presente año la Policía Local ha levantado 11 actas a clientes de meretrices por ofrecer, solicitar o negociar servicios sexuales retribuidos en espacios públicos y a uno más por realizarlos.
La ordenanza establece sanciones por estas infracciones de entre 200 y 2.000 euros a clientes y proxenetas en caso de reincidencia.
La ordenanza entró en vigor en septiembre de 2013 y desde entonces hasta enero de 2016 se había saldado con 116 multas, según fuentes de la Policía Local. De ellas, 25 fueron contra clientes, 19 de ellas al ser sorprendidos requiriendo los servicios de las meretrices y 6 por practicar sexo en la vía pública.