Los empresarios en clave valenciana
“Contemple la gentada inaugurant la norma
cada dia que apunta desde el fons de les hores,
cada camí que xafen indiferents i dòcils,
cada pas rutinari que resona com una
negació de l’ànim i de la consciència “.
Jaume Bru i Vidal, Sagunt. ‘Retrobament’. Premi València de Poesia, 1959
Tras la elocuente experiencia adquirida por los empresarios, interesa saber cómo pretenden resolver los crónicos problemas económicos del País Valenciano. ¿Con más gobiernos mayoritarios de los partidos hegemónicos –PP de Génova y PSOE de Ferraz– en la Generalitat y en la Moncloa? ¿Conviene posibilitar un partido bisagra de implantación transversal en los segmentos medios de la sociedad?
Más o menos Estado
Los empresarios en el País Valenciano tienen ante sí un dilema. Primera opción: resignarse a seguir siendo correa de transmisión de intereses políticos y económicos ajenos que provienen del exterior (resto de España o ligados a capitales y multinacionales) con sedes y objetivos que no aportan nada a la sociedad valenciana. En ese campo, el PV juega en manifiesta inferioridad. Segunda opción: analizar su idiosincrasia y sus poderes desde el conocimiento de la realidad y de sus orígenes –historia verídica, líderes, entidades económico-empresariales, naturaleza, dimensión (¿cuántas pequeñas empresas y cuántas grandes suplantan las decisiones que interesan a la mayoría de pymes?), necesidades y alcance– para afianzar sus posiciones en los puntos fuertes, descartar esfuerzos estériles, servicios indebidos y convergencias impropias con formaciones políticas que no tienen al País Valenciano entre sus prioridades. Más o menos Estado es la cuestión. ¿El mejor Estado es el que no existe o el plural y tolerante que sea copartícipe y ampare los derechos y libertades de la mayoría ilustrada?
Individualismo y mercado
La reciente concesión del Nobel de Economía 2024 a tres profesores universitarios norteamericanos, dos (Daron Acemoglu y Simon Johnson) del prestigioso MIT de Massachusetts y James A. Robinson de Chicago– ninguno nacido en EE.UU.--, ha supuesto un cambio de página en el pensamiento económico mundial y un varapalo para quien pretende desempolvar las teorías económicas de la denominada Escuela Austríaca – que inspira al dirigente argentino Javier Milei y a Donald Trump– de finales del XIX y principios del XX. Cuando desde Viena centraba el quehacer económico en el individualismo y en la infalibilidad del mercado. Los últimos Nobel dividen la categoría de las instituciones en extractivas, cuyo paradigma son las potencias colonizadoras y los Estados dominantes o dictatoriales propensos al abuso de los grupos de presión tendentes a la corrupción. La otra parte del conjunto institucional, los entes intrusivos, está regida por los principios democráticos y el prioritario bienestar social hacia el que dirigen su atención para aplicar los recursos disponibles, inversión y desarrollo en los países que los generan. La UE está entre estos últimos. Los USA de Trump, el imperio Chino y el despotismo ruso de Putin entre los extractivos.Todos ellos obsesionados por controlar las fuerzas armadas, los dirigentes y las noticias, es decir los medios de comunicación.
Empresarios y país
Sin empresarios no hay país. Y sin cultura, tampoco. A lo largo de la historia la consolidación de los territorios y su conversión en Estados-nación han ido de la mano de la burguesía. La batalla del internacionalismo va por otros derroteros: planteamientos totalitarios o en la otra orilla ideológica en el concepto insolidario de las multinacionales que entienden que todo el mundo es suyo: usar y tirar. Los empresarios autóctonos, si quieren prosperar, han de conocer, analizar y asimilar su trayectoria y la de sus antecesores, como paso previo a avalar su proyecto. Su pasado además de intrincado es turbio. Se equivocan quienes optan por un partido político concreto (PP de Mazón) o reprueban la actuación de los políticos sin distinción de siglas ni fronteras. ¿En qué quedamos?. Las cándidas escenas del sofá entre Joan Roig y Ximo Puig para evidenciar desde el Palau las cordiales relaciones entre el jefe de los empresarios y la máxima autoridad política del País Valenciano, ¿No serían un armisticio? El grave error de carecer de política económica y empresarial definida durante las dos legislaturas del Botànic(2015-2023) lo va a pagar muy caro el País Valenciano y sin duda los empresarios. El desastre de Feria València, la atrofia de las Cámaras de Comercio con Arturo Virosque y José Vicente Morata, la invisibilidad de un modelo económico capaz de relanzar la economía, la inexistencia de un plan de reindustrialización, la tediosa postración ante los gobiernos de PP (con Vox) y PSOE (con Podemos o Sumar) a la hora de conseguir financiación justa o el ridículo continuado en actos de ineficacia reivindicativa para resolver, son síntomas de un fracaso. No sólo el Corredor Mediterráneo, sino la necesaria interconexión en los transportes en el Arco Mediterráneo español ( por carretera, ferrocarril y también por mar), son algunos de los temas que deberían hacer reflexionar a los empresarios valencianos. Tejido productivo que en más de un 98% son empresas de dimensión media y sobre todo pequeña (Pymes).
Los Iborra
Los empresarios valencianos, como sus políticos, también fueron víctimas de la tentación de acabar con el “padre”.El líder carismático. La Confederación Empresarial Valenciana se constituyó en 1977. Fue fundadora de CEOE junto con la gran patronal catalana, Foment del Treball Naciona (Carlos Ferrer Salat). Las patronales alicantina, COEPA y la castellonense, CEC, de infausta memoria, se crearon más tarde a rebufo y con el modelo de la valenciana. En Madrid durante los albores de la Transición a la democracia apenas existían contadas voluntades empresariales –Rodríguez Sahagún(CEE), Félix Mansilla (CGE) y Max Mazín(AEI) de origen judío– en grupúsculos personalistas irreconciliables. En València, frente a la reticencia del empresario Silvino Navarro Vidal– el brazo incorrupto de san Silvino Navarro, en frase célebre del periodista J.J. Pérez Benlloch, se impuso la candidatura cohesionada de Vicente Iborra Martínez, líder carismático de las diferentes sensibilidades que existían en los principales sectores productivos. El acto constitutivo de la CEV se celebró en el salón de actos de Feria València, única institución empresarial capaz de albergar el aforo masivo de empresarios y donde se siguieron celebrando sus asambleas anuales. Donde se podía constatar la confianza y la autoridad que inspiraba el presidente de CEV. Vicente Iborra Martínez. El líder de la CEV era hijo de Vicente Iborra Gil, dirigente y referente empresarial ligado al sector exportador, consejero del Banco de València, presidente del Valencia Club de Fútbol y del Ateneo Mercantil, para relanzarlo y el primer director general de Comercio(1933) en el ministerio de Industria y Comercio. Departamento que desempeñaba el ministro y ex alcalde de València, Ricardo Samper, que llegó a ser presidente del gobierno en la II República (1934-35). Vicente Iborra Gil, detenido y perseguido por los milicianos republicanos (1937) y represaliado por el régimen franquista en la posguerra(1940). No fue el único caso. La sombra del odio y de su procesamiento y posterior indulto, se proyectó sobre su hijo hasta desplazarlo de la CEV.
De gremios al despegue empresarial
Existió el intento de publicar la historia de las entidades económico-empresariales que encargó en una comida (Palace Fesol) en 2007, Rafael Ferrando Giner, cuando fue presidente de CEV y CIERVAL (que después quebró) durante una década. El proyecto se desarrolló con el título: ‘De los gremios a las organizaciones empresariales (1874- 2007)’. En la obra tuvieron comprometida su colaboración y firma varios especialistas: Joaquín Azagra Ros, Pere Beneyto y Calatayud, Josep Vicent Boira i Maiques, Javier Quesada Ibáñez, Javier Vallés (Castelló), Javier Vidal Olivares (Alicante), José Miguel García, Ana María García Femenía y Xavier Ribera Peris, coordinador editorial y relator de la faceta política del mundo empresarial. La publicación no llegó a editarse por la espantada, en la segunda comida, del presidente de CIERVAL, con la excusa de carecer de financiación, cuando se debió a la incapacidad de los dirigentes de la patronal CIERVAL –Confederación Interprovincial de Empresarios de la Región Valenciana– para afrontar con valentía su intrincado pasado. Sin la necesaria catarsis para afrontar la realidad y la verdad, difícilmente se puede conseguir la cohesión interna y el respeto ante vicisitudes y acontecimientos públicos.
Orgullo de ser
Los empresarios si quieren merecer el respeto del resto de la sociedad, han de querer serlo con perseverancia y convicción. La empresa es un milagro que obedece a la inteligencia y al tesón de sus creadores. La empresa, encrucijada de la que depende la competitividad y la productividad en un territorio, irrumpe contra algo para imponerse en un contexto competitivo y hostil. El líder de la iniciativa empresarial es contestatario y rebelde. La empresa tiene diversas facetas desde su composición societaria – hay socios coadyuvantes y otros delincuentes–, la felicidad de sus resultados cuando son positivos, el desarrollo profesional de sus componentes hasta su faceta fértil y multiplicadora de la creación de empleo. La empresa tiene un compromiso de responsabilidad social ineludible, No el simplista de los manuales de responsabilidad social corporativa que, en muchos casos, trata de dar la imagen de interés social para volcar en la sociedad parte de los beneficios que de ella se obtienen, cuando realmente no existe voluntad de hacerlo. Las empresas tienen sus oscuridades en la codicia, en el excesivo individualismo y en la despiadada lucha por prevalecer sobre los demás. Los empresarios y las empresas están comprometidos con su inteligencia para cuidar el entorno en el que crecen y proliferan. Dependen de la cooperación y de las sinergias. Su éxito está supeditado a que les vaya bien a todas las áreas de influencia en la necesidad de involucrarse con el ecosistema en el que viven y sobre el que evolucionan.
Decantamiento político
El fundador y primer presidente de la CEV, Vicente Iborra Martínez, fue desacreditado y arrumbado en 1985 víctima de la conspiración político-empresarial, cuya delación partió de su entorno próximo, que le obligó a dimitir en 1986. La trama procesal interfirió en el proyecto empresarial de Iborra y su círculo próximo, originó una purga entre sus dirigentes y desvió el objetivo socio-empresarial de la CEV hacia derroteros que finalmente se consiguieron con la presidencia de Pedro Agramunt Font de Mora. Agramunt fue entronizado en la la Cumbre de Orihuela (1989) que fue más que un congreso empresarial. De ahí pasó directamente de la CEV a la presidencia del Partido Popular en la Comunidad Valenciana y su secretario, Luís Espinosa Fernández, acabó sus días como director general de Cooperación Internacional, en el ministerio de Asuntos Exteriores. Tras ser reprobado y procesado en la CEV, por un caso de malversación y corrupción, durante el primer gobierno de José María Aznar. Eduardo Zaplana ‘premió’ a Espinosa con la dirección del Consejo de Cámaras de Comercio de la CV (1996). La caída de Vicente Iborra Martínez supuso un duro golpe para su proyecto empresarial hasta entonces (1986) mayoritario. Condicionó la trayectoria y la orientación del movimiento empresarial valenciano hasta nuestros días.
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