¿Y si aprovechamos para repensar horarios?
Todavía no se había hecho efectivo el confinamiento nocturno (no me gusta llamarlo toque de queda por las connotaciones que tiene) cuando ya había recibido un WhatsApp con un mensaje claro “apoya a la hostelería, avanza tus reservas a las 20.00 horas”. Efectivamente. Ahí está la clave.
La situación por la cual atravesamos no gusta a nadie; nos hemos volcado en proteger nuestras a personas queridas y en protegernos nosotros también. Pero es evidente que un nuevo confinamiento es muy difícil de aguantar por la ciudadanía y por nuestra economía. Pero yo, que no soy precisamente una persona positiva, más bien al contrario, pienso que tenemos una oportunidad delante para empezar a ser Europa.
Ya, ya sé que la semana pasada hubo quien no tenía mejor cosa que hacer que presentar una moción de censura en la cual escuchamos estupefactas muchas barbaridades: que si la OMS ha mentido, que si todo esto es una conspiración judaico-masónica para acabar con el universo y que Europa no sirve para nada. Afortunadamente esa discusión sobre Europa quedó cerrada hace más de ochenta años, que dirían algunos, cuando incluso el régimen franquista hacía todo lo posible para blanquear sus formas ante una Europa en la que pretendía entrar a formar parte.
Y es Europa, con sus virtudes y defectos donde tenemos que estar. Y Europa ya hace mucho tiempo que tiene unos horarios mucho más racionales que los que acostumbramos a usar en el Estado español. De hecho, nuestros horarios “extraños” hacen también que seamos los y las trabajadoras que más horas pasamos en el trabajo y ello no se traduce en una mayor productividad española; todo lo contrario. Vamos a la cola en cuanto a productividad. Y gran parte de la culpa la tienen los malos hábitos horarios.
Cenar a las 22.00 horas no es ni bueno ni aconsejable. Necesitamos más tiempo para digerir, nuestras digestiones son más pesadas y esto juega en contra de nuestra salud y, además, por ese motivo retrasamos las horas de sueño. Y cuando hablamos de toda una sociedad haciendo esto, resulta que nuestros hijos e hijas pasan sueño en la escuela, tienen problemas de salud y la sociedad en general tiene graves problemas para conciliar el sueño y descansar. Sufrimos más estrés y enfermedades relacionadas con los horarios que el resto de Europa.
Y este fin de semana, donde además se ha vuelto a cambiar la hora (algo también ampliamente debatido en la Comisión de Usos Horarios que tenemos a las Cortes Valencianas que analiza estas cuestiones) las personas que han salido a cenar lo han tenido que hacer en horas diferentes a las que estábamos acostumbrados. Y no ha pasado nada absolutamente.
De hecho, hemos empezado por lo más difícil; avanzar la hora de cena y cambiar el horario de la comida nocturna que solo en España se hace tan tarde; ni Marruecos ni Portugal, con climas muy parecidos al nuestro tienen la costumbre de cenar tan tarde. Y ahora hay que reflexionar sobre el resto: nuestros horarios nocturnos nos hacen perder muchas horas que después son necesarias para llevar adelante proyectos de vida como hacer deporte, formación, o incluso recreo, de los cuales no disponemos la mayoría de la población. Hay que hacer una repensada en nuestros horarios, y hemos empezado (a la fuerza, sí) un camino que podemos aprovechar o no, para darnos la oportunidad de mejorarnos como sociedad, de corregir allí donde erramos y de acercarnos a Europa, tanto en horarios como en productividad económica. En nuestra mano está.
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