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¿Por qué la ley permite que se trituren vivos millones de pollitos cada año?

Foto: Pixabay

Eric Santaona

Jaime, socio y lector de eldiario.es, nos hace la siguiente petición en un correo electrónico: “He leído hace ya unos días una noticia que aseguraba que Suiza ha prohibido la trituración de pollitos vivos en la avicultura industrial. No tenía ni idea de que se llevara a cabo una práctica tan bárbara en el siglo XXI, y menos en un país tan civilizado. Así que mi pregunta, y mi inquietud, es obvia: me gustaría que investigarais si esto también se hace en España y cómo puede permitirse en tal caso”.

En efecto, la noticia apareció en diversos medios la semana pasada y hacía hincapié en el fin de la legalidad de esta práctica en el país helvético, y la búsqueda de otras alternativas más compasivas, como es la asfixia con CO2, para el exterminio de los pollos que nacen con el sexo equivocado. Es decir, que nacen macho en razas de gallinas ponedoras, en las que lo que interesa son las hembras y que no dan individuos buenos para producir carne.

Al parecer, hay una cierta relación inversa en las razas de gallináceas por la cual las que ponen muchos huevos dan poca carne y las de carne ponen pocos huevos. Así que en las razas ponedoras los pollitos macho, a los que llamaremos a partir de ahora simplemente pollitos, no tienen utilidad práctica y, en cambio, de dejarlos vivir supondría un alto coste en pienso, antibióticos etc. Hay que pensar que la mitad de los huevos de gallina fecundados son machos.

¿Es legal esto en España?

Hemos investigado lo que nos pide Jaime y rápidamente hemos podido comprobar que en España no solo es legal sino que, según PACMA, 35 millones de pollitos son triturados vivos cada año. La medida se basa en las circunstancias arriba explicadas, y se apoya en la legislación europea (REGLAMENTO (CE) No 1099/2009 DEL CONSEJO de 24 de septiembre de 2009 relativo a la protección de los animales en el momento de la matanza), que entre otras cosas especifica: “este método triturará instantáneamente y matará de forma inmediata a los animales”. Las condiciones para que este sacrificio pueda tener lugar en la UE son que el pollito tenga menos de 72 horas de vida.

Para ello, el aparato debe disponer, según la legislación vigente de “cuchillas trituradoras de rotación rápida accionadas mecánicamente, o de protuberancias de poliestireno”. La subraya que “la capacidad del aparato deberá ser suficiente para matar instantáneamente a todos los animales, incluso si su número es elevado”. En otras palabras, se trata de una práctica tan autorizada como en uso, aunque lógicamente no exenta de polémica. De hecho en Alemania la justicia ya dio aval en el pasado reciente a esta práctica frente a una petición del Ministerio de Agricultura para prohibirla, amparándose en que no había otra alternativa económica viable.

Alternativas a la trituración

No obstante, existe una creciente conciencia incluso entre los productores de que esta práctica va contra el bienestar animal y poco a poco se van implantado la cámaras de CO2 para exterminar a los pollitos por asfixia,. Ahora bien, se trata de un método menos sangriento pero que en el fondo tampoco ahorra sufrimiento a los pollitos, por lo que se siguen buscando alternativas mejores a la asfixia mientras se deja progresivamente atrás la trituración. Estas pasarían por la detección del sexo del embrión antes de que el huevo eclosionase y en un periodo incipiente en el que todavía no estuviese formado el sistema nervioso del futuro animal.

Así, a estos huevos previamente detectados como macho no se les aplicaría la incubación y podrían ser aprovechados para su venta en el mercado como alimento. El problema es que no es tan sencillo detectar el sexo de un animal antes de que se desarrolle, aunque se avanza en varias direcciones. Una de ellas es la introducción de genes de anémona en el cromosoma Y a través de la técnica CRISPR, que darían fostoluminiscencia a los proto-embriones macho, aunque queda por saber si el mercado aceptaría comer huevos fosforescentes.

Otro es el empleo de técnicas ópticas de espectroscopía o fluorescencia, en las que al pasar determinada luz a través del huevo se podía ver por las alteraciones de esta en la interacción con los cromosomas el sexo del embrión. Esta alternativa presenta la ventaja de que permite detectar muy tempranamente el sexo, antes de que se conforme el sistema nervioso. Por contra, precisaría hacer un microagujero en la cáscara para hacer pasar el rayo, lo que podría dar lugar a importantes pérdidas por roturas accidentales.

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