Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE
Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.
Cascamorras, una fiesta que ni 'pintada'
Miles de personas han celebrado en Baza (Granada) el Cascamorras, fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2013 en la que se combate con pintura negra y que de nuevo ha terminado con el enviado del pueblo vecino de Guadix (Granada) volviendo a casa sin la Virgen de la Piedad.
Ropa vieja y emociones nuevas bastan para participar en la fiesta del Cascamorras, una tradición que cada 6 de septiembre tiñe Baza de negro, el mismo color que decora a las miles de personas que dan vida a esta fiesta declarada desde 2013 de Interés Turístico Internacional.
Una tradición de cinco siglos, dos horas y media de carrera, 3.200 litros de pintura negra ecológica que se suman a lo que cada uno trae puestos de casa; 20.000 espectadores y unos 12.000 participando, dos pueblos, dos fechas y los sentimientos, que esos no entran en el recuento de cifras.
Los tres cohetes que suenan en Las Arrodeas, el punto de partida de la fiesta, marcan el punto álgido de un día de olor a pólvora y aceite y sirven para el arranque de una batalla que, como cada año, Guadix ha perdido a los pocos segundos de su inicio.
Esta fiesta centenaria comenzó cuando Juan Pedernal, un obrero de Guadix, encontró la imagen de la Virgen de la Piedad en una obra del vecino municipio de Baza.
Y como unos y otros quisieron que la imagen fuera suya, la justicia de entonces apostó por una solución salomónica, la de mandar a un representante de Guadix a Baza que, si llegaba limpio al templo, se llevaría la imagen a casa.
Pero de momento... los cánticos de los bastetanos lo dejan claro: “Y no se la lleva, y no se la lleva”.
Antonio Vera ha encarnado por quinto año a Juan Pedernal y ha dedicado una de las juras de bandera a todas las víctimas de la violencia de género y a las mujeres que también hacen grande esta fiesta antes de despedirse de los asistentes con un “hasta siempre, Baza” que ha cosechado rotundos aplausos.
Aunque antes de colgar el traje de Cascamorras, Vera regresará el martes a Guadix, donde sus vecinos lo castigarán con pintura azul y roja por volver sin la imagen de la Virgen de la Piedad, esa que ha perdido con el primer abrazo de pintura al segundo de comenzar la batalla.
La masa de gente negra y brillante que dibuja el recorrido ha respondido a su entrega coreando “Esto sí que es un Cascamorras” en un año con un ritmo especialmente lento y marcado por la cantidad de participantes, pero que ha terminado sin incidentes.
El Ayuntamiento de Baza ha informado a Efe de que 12.000 personas han corrido junto a los alrededor de 20.000 espectadores que se han sumado a la fiesta desde calles y plazas.
Miles de niños y mayores, de padres aferrados con lazos a sus hijos, de turistas que se estrenan junto a veteranos, han corrido ante los carteles con los que Baza y Guadix presumen de una fiesta de prestigio internacional.
Y de sentimientos, los que ahogan gargantas, los que claman vivas, los que agarran con fuerza las manos negras de un niño que se asoma por primera vez a una fiesta que ha vuelto a salir que ni pintada.
0