Las discográficas que ni comen ni dejan comer: de cómo un disco clásico se pierde en el tiempo
I Could Live in Hope, uno de los discos más venerados del grupo estadounidense Low, que recientemente ha perdido a su batería y cantante Mimi Parker, es difícil de encontrar. “La belleza de este álbum es asombrosa”, escribió un fan italiano en Twitter. Tras el elogio, Alan Sparhawk le contestó que Universal Music “no les devuelve los derechos”, a pesar de que ya “se lo han pedido”.
“El avance fue diminuto”, señala sobre el dinero que recibió el grupo al entregar el disco al sello en concepto de adelanto de derechos de autor. “Hicimos tres discos y medio con ellos que no nos quieren devolver después de que hayan pasado más de 25 años. Siguen dando licencias a compañías de mierda para hacer reediciones y nosotros no vemos nada”, explicaba en el tuit. “Mientras tanto, ya no podemos tocar más en directo y las giras eran nuestra única fuente de ingresos”, añade en referencia a la muerte de Parker.
Damon Krukowski, de Galaxie 500 y Damon & Naomi, un músico muy combativo con los derechos de los autores y contra los abusos de las discográficas y las plataformas de streaming, ha salido en defensa de la causa de Low. “Se les debe pagar un mínimo por los streams de su trabajo, por todos los streams de su trabajo, independientemente de los contratos que hayan firmado. Las plataformas deberían pagar algo a los músicos directamente”, ha escrito. También lo ha hecho Tim Burguess (The Charlatans) quien ha recordado que “los ingresos de 2021 de Universal Music Group fueron de más de 10 mil millones de dólares” y que “Low no puede hacer giras, por lo que sus ingresos provienen únicamente de su música grabada. Esto no parece justo en absoluto”.
I could live in hope es el disco de debut que Low publicó en 1994 y que hizo despegar su carrera y reunir a su alrededor un cada vez más numeroso grupo de apreciadores de su música lenta e intensa. El álbum lo publicó el sello Vernon Yard Recordings, perteneciente al grupo Virgin. En ese momento, en España llevó el disco a las tiendas la distribuidora independiente Caroline. En 2012, Universal Music Group compró Capitol, que a la vez había comprado EMI y que a su vez había comprado a Virgin, dibujando así una de las líneas del proceso de concentración del mercado discográfico hasta dejarlo en solo tres grandes nombres.
Por tanto, el revelador disco que el grupo de Duluth (Minnesota) firmó con lo que parecía un sello independiente que contaba con el respaldo de una multinacional potente como Virgin, ha acabado en los macrosótanos de Universal.
Cuando Sparhawk habla de las “licencias a compañías de mierda para hacer reediciones”, se refiere en concreto a Plain Records, que ha fabricado reediciones en 2011 (doble vinilo), 2012 (cedé) y de nuevo en 2022 (doble vinilo). En los foros de audiófilos (expertos en calidad sonora), las reediciones de Plain Records (propiedad del grupo Runt Distribution) son conocidas por su mala calidad y su sonido plano, por lo que se recomienda mantenerse alejado de ellas y buscar los discos originales, algo bastante difícil en este caso. Vernon Yard Recordings publicó el disco en cedé y cassette en Estados Unidos en 1994 y ya no volvió a reeditarlo salvo en digital, para las plataformas de streaming, en 2006. Un sello británico subsidiario de Virgin, Quigley Records, lo editó para el Reino Unido también en cedé en 1994. La otra edición que consta es una pirata en cassette, no oficial, por parte del sello chileno Alacalma, que solo saca cintas, en 2020.
En una entrevista para el medio The Quietus en 2019, Kramer, el productor del disco, cuenta cómo descubrió al grupo y lo puso en contacto con el sello. En aquel momento el productor, reconocido por sus trabajos con un sonido particular, ruidoso pero atmosférico para el grupo Galaxie 500, recibía decenas de cintas al día. Algunas las descartaba solo por el nombre del grupo o los primeros diez segundos. La maqueta que Low envió con lo que sería el disco en liza, I could Live in Hope, llegó en un sobre deteriorado sin remitente. Cuando la reprodujo en el aparato, se quedó conmocionado. No había escuchado nada así. “Puse la cinta en mi radiocassete alrededor de la medianoche y me coloqué unos auriculares en la cabeza, que explotó a cámara lenta durante los siguientes treinta minutos. Me estaba volviendo loco en silencio. Apenas pude conciliar el sueño”, dijo en la entrevista.
El paquete había llegado de Duluth, Minnesota, así que Kramer llamó a la radio local preguntando si conocían a unos tales Low. Al otro lado de la línea le indicaron que claro que sí, que precisamente habían estado allí tocando el día anterior. Pocos días después, los tres miembros del grupo estaban de camino a New Jersey para grabar el disco con Kramer.
El productor tenía su propio sello, el prestigioso Shimmy-Disc. Cuando estuvo terminado, estuvo seguro de que a Low le deparaba una carrera de éxito mucho mayor que la que él podría darle en su sello, sin un dólar para promoción. Y no se equivocó: “Low merecía algo mejor, era la mejor banda del mundo”. Llevó la cinta con el disco totalmente mezclado y producido al despacho de una amiga que acababa de ser contratada como cazatalentos en el subsello de Virgin Vernon Yard Recordings. “Los altavoces parecieron encenderse como si un fuego estuviera a punto de arder. La temperatura y las dimensiones de la habitación parecían cambiar y fluctuar. Fue un poco como el comienzo de un viaje con ácido. No es broma”, recordó. Al terminar la primera canción (Words), la ejecutiva paró la cinta y preguntó si alguien más la había oído. Kramer dijo que no y escucharon dos canciones más.
La cazatalentos se volvió a levantar del asiento, paró la cinta y dijo: “'Por favor, no pongas esto a nadie más. Voy a fichar a esta banda. ¿Tengo tu palabra de que nadie más escuchará esto antes de que hable con ellos?”. Dos semanas después, se firmó el contrato que ahora tanto lamenta Alan Sparhawk y que en la mencionada entrevista Kramer calificó como de “abogados haciendo sus artes oscuras”.
Con su singularidad, Low fueron enmarcados dentro de cierta corriente sadcore, una explotación de la intensidad y la tristeza o melancolía, donde también se puede ubicar a Codeine, Red House Painters, Mazzy Star, Slowdive (y posteriormente Mojave 3), Galaxie 500 (y posteriormente Damon & Naomi), Cowboy Junkies, Portishead, los Swans menos industriales o los últimos Joy Division. Un vistazo a los más de 140 comentarios de oyentes en la web Rateyourmusic (con un 3,87 sobre 5) sirve para entender la pasión que despierta este disco: “Un escalofrío… Es lo que sentí la primera vez que escuché este disco”; “Estoy envuelto en una telaraña de tristeza de la que no puedo salir y que, pese a todo, me dice que yo puedo vivir de la esperanza. Que siempre hay esperanza”; “Tuve un colapso mental escuchando este álbum y fue tan doloroso como hermoso”; “Pocas bandas en los noventa fueron tan inventivas y originales como Low”; “Es una experiencia desgarradora, emocionalmente agotadora, casi devastadora, pero esperanzadora, que te envuelve elegantemente en una neblina mística sin cansarte ni aburrirte”; “A veces, un susurro dice más que un grito”, son algunas de ellas.
Low publicó otros dos discos, en años consecutivos, en Vernon Yard Recordings (Long Division y The Curtains Hits the Cast); el “y medio” al que se refiere Sparhawk alude al epé de cuatro canciones Finally... (1996) por el que, afirma, no recibieron ningún adelanto. “Lo tuvieron solo porque todavía estábamos sujeros a un contrato con ellos”, señala. Después derivaron por diferentes sellos, hasta llegar a Sub Pop en 2004, donde han permanecido hasta hoy. De pocos grupos se puede decir que una etiqueta de clasificación musical fuese creada para ellos pero sí de Low, para quien se acuñó el acertado término slowcore. En total han publicado 13 álbumes de estudio sin ningún síntoma de decadencia en toda su carrera, con grandes momentos como Double Negative, su álbum de 2018 o su último trabajo, de 2021, Hey What.
“El sistema se derrumbará: aquí Universal tiene la oportunidad de adaptarse y ser útiles para el futuro o convertirse en polvo, aferrándose a sus piezas de plata”, ha escrito Alan Sparhawk en un mensaje este viernes.
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