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¿Qué ocurre entre el Real y la Zarzuela? Las reacciones contra una privatización encubierta

Protestas de los trabajadores de la Zarzuela contra su fusión con el Real/ EFE

Miguel Ángel Villena

Cultura pública o negocios privados. Sobre esa disyuntiva se mueve el conflicto desatado en el teatro de la Zarzuela que ha provocado el anuncio de paros en todas las sedes del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música) a lo largo del mes de abril.

“Hemos visto las orejas al lobo”, resume una directiva de un teatro público. Así las cosas, la Zarzuela aparece como el primer banco de pruebas, una suerte de globo sonda, que el Gobierno está utilizando para tantear las posibilidades de una privatización futura de organismos dependientes del INAEM.

El borrador de decreto gubernamental, que prepara una fusión de la Zarzuela con el Teatro Real y la creación de una fundación, abriría la espita para privatizar otras entidades como el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Danza o la Orquesta y Coros Nacionales de España, según los sindicatos.

A pesar de que la Secretaría de Estado de Cultura afirma que el teatro de la Zarzuela seguirá siendo de titularidad pública y asegura que se respetarán los derechos laborales de sus 250 empleados, los planes del Ejecutivo del PP despiertan recelos entre una plantilla que desconfía mucho de esas promesas. Varias asambleas multitudinarias en las últimas semanas han expresado con claridad las reivindicaciones de la plantilla.

“La creación de una fundación es una trampa”, manifiesta con rotundidad Javier Figueroa, de UGT, el sindicato con mayor representación en el comité de empresa del Ministerio. “Basta con fijarse”, añade el sindicalista, “en la experiencia del Teatro Real en los últimos 20 años, es decir, desde que pasó a convertirse en una fundación. El coro del Real y el personal de servicios de ese teatro, por ejemplo, ya dependen de fundaciones y han perdido el paraguas que concede ser trabajadores de la Administración del Estado y no de una fundación privada, aunque se financie en parte con fondos públicos”.

Por ello, han convocado un calendario de paros que, en el caso de la Zarzuela, se llevarán a cabo los días 5, 7, 8, 10 y 11 de abril e impedirán el estreno y las representaciones de Policías y ladrones, una zarzuela compuesta por Tomás Marco. El mes de movilizaciones, que incluirá también concentraciones ante las sedes de los teatros, afectará a todos los organismos del INAEM y las protestas llegarán asimismo hasta las puertas del Ministerio o del teatro Real.

La oleada de indignación por esta tentativa de fusionar el Real y la Zarzuela en una fundación se ha extendido a 700 figuras de prestigio del mundo de la música o las artes escénicas, como Ana Belén, Andrés Lima, Paco Mir, Lluís Pasqual, Juan Echanove, Teresa Berganza o Rosa Torres Pardo, que han hecho público un manifiesto en defensa del carácter público de la Zarzuela. Intelectuales y artistas ponen además de relieve que la Zarzuela acoge como sede tanto a la Compañía Nacional de Danza como al Ballet Nacional de España.

Llegados a este punto de conflicto, las negociaciones se han roto entre la Secretaría de Estado de Cultura y los representantes de los trabajadores, que exigen como condición imprescindible que no se presente el citado decreto de fusión-absorción de la Zarzuela por el Real. Por boca del secretario de Estado, Fernando Venzo, el Gobierno ha vuelto a poner sobre la mesa lo que califica de “rigideces laborales y de funcionamiento” de los organismos culturales públicos, un problema que viene de lejos.

Por su parte, los sindicatos presentes en el Ministerio (UGT, CSIF, CCOO y CGT) no se niegan a discutir posibles reformas, pero siempre y cuando el Ejecutivo haga marcha atrás en lo que entienden como intenciones privatizadoras para la Zarzuela.

Así pues, el Gobierno tiene difícil sacar adelante ahora un decreto-ley sin consenso parlamentario y los trabajadores del INAEM han mantenido contactos en las últimas semanas con los grupos de la oposición para recabar el apoyo a sus reivindicaciones.

“No se trata solamente de un problema laboral”, insisten los sindicatos y directivos de unidades del INAEM que prefieren el anonimato, “sino de un debate sobre la cultura pública que deseamos para España. En Francia, en Alemania o en Inglaterra defienden la cultura como el patrimonio de un país, todavía mucho más cuando se trata de manifestaciones autóctonas, como sería la Zarzuela en nuestro caso”.

Para subrayar las diferencias entre lo público y lo privado, algunas fuentes del INAEM señalan que las entradas para un mismo espectáculo pueden resultar tres veces más caras en el Real que en la Zarzuela.

Inaugurado el 10 de octubre de 1856, coincidiendo con un cumpleaños de la reina Isabel II, destruido por un incendio a principios del siglo XX y remodelado en varias ocasiones, el teatro de la Zarzuela, situado en pleno centro de Madrid junto al Congreso de los Diputados, fue declarado monumento nacional en 1998 y tiene capacidad para 1.200 espectadores.

Y a propósito de este magnífico edificio, las desconfianzas de la plantilla frente al Gobierno se amplían hasta los patronos de la fundación del teatro Real. “Hemos llegado a pensar que a los patronos del Real les interesa casi más el edificio, para contar con una segunda sede, que la programación cultural o la plantilla que hace posible las representaciones”, comenta el ugetista Javier Figueroa. De momento, el telón no se levantará en la Zarzuela durante el mes de abril. El final de la obra todavía no se ha escrito.

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