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La traducción, la fotografía y los viajes, las tres pasiones de Selma Ancira
La traducción es el reflejo del original, afirma Selma Ancira, la gran traductora de la literatura rusa al español, que compagina esa actividad con sus otras dos pasiones vitales: la fotografía y los viajes.
“La traducción es el reflejo del original, puede ser más fiel o menos fiel, con más movimiento o menos movimiento, más estática o menos, pero siempre es el reflejo. Y mientras más claro sea el reflejo, mas fiel al original será”, dice en entrevista con Efe.
La filóloga y eslavista mexicana (ciudad de México, 1956) presenta estos días en el Instituto Cervantes de Moscú una exposición de fotografías que ilustra lo entreverado de esas tres pasiones.
“En mi vida voy mezclando la traducción con la fotografía, al igual que voy mezclando el mundo ruso y el griego”, idioma del que también traduce.
De esa mezcla hablan el título de la exposición, “El mar es sueño” porque -dice- “quería una reminiscencia literaria”, y el hecho de que las fotos vayan acompañadas por versos del poeta también mexicano Francisco Segovia, con el que ha hecho varias traducciones “a cuatro manos”.
“La poesía yo la traduzco y él le da el estilo. Por ejemplo, estoy orgullosísima del trabajo que hicimos con el último capítulo de Doctor Zhivago (Boris Pasternak), que lo forman 25 poemas”, cuenta Ancira, que ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de Traducción, el más importante de España para traducción literaria.
Selma Ancira, que estudió Filología Rusa en Moscú y Lengua y Literatura Griega en Atenas, y reside desde 1988 en Barcelona, intenta, además, desde hace varios años, que las portadas de los libros que traduce sean con sus fotos, una muestra más de la unión de esos dos mundos.
“El mar es sueño” está compuesta por “fotos de agua del mar Egeo, de las islas Naxos, donde Teseo abandonó a Ariadna, Creta, la isla mítica del Minotauro, y Chipre, donde nació Afrodita”.
Son fotografías que recuerdan a pinturas, a mosaicos, pero que no han sido retocadas.
“No son fotos retocadas, no me gusta lo artificial, las fotos están tal cual me las va regalando el mar, simplemente están impresas en un papel artístico que realza el colorido de la foto digital”, señala.
Y agrega que “intento mantener un equilibrio entre las fotos que son agua y aquellas en la que el agua nos habla, los dibujos del mar los pensamientos del mar”.
Pero junto a esa gran pasión, en su actividad principal Selma Ancira ha traducido del ruso a autores como Marina Tsvietáyeva, León Tolstoi, Pushkin, Pasternak, Gógol, Dostoyevski o Chéjov, entre muchos otros.
Fue cuando estudiaba en Moscú cuando cayó en sus manos la correspondencia entre tres grandes poetas del siglo XX, Rilke, Pasternak y Tsvietáyeva.
“Me enamoré hasta tal punto de esa genialidad, que me puse a traducir las cartas sin haber traducido nunca nada, para compartirlo con la gente. Qué atrevida fui, era un libro dificilísimo, pero así me hice traductora y llevo en el oficio 35 años”, asegura.
Un oficio, el de traductor que “está al servicio de los autores por un lado, y al servicio del lector, por el otro. Somos como un puente, no solo entre culturas, sino entre el lector y el autor”.
Además de Tsvietáyeva, le ha marcado Tolstoi, de quien tradujo una selección de diarios y de cartas, “un trabajo de ocho años seguidos para el cuál me trasladé a vivir a Moscú, y estuve trabajando en Yásnaya Poliana”, señala.
A Tolstoi le siguió traduciendo y sigue publicando por lo menos un libro anual, al igual que de Tsvietáyeva.
Del griego moderno ha traducido la obra completa del poeta Yorgos Seferis, una vez más con Francisco Segovia, y acaba de publicar Zorba el Griego de Nikos Kakantzakis, “un trabajo muy difícil pero muy gratificante”.
Cuenta Selma Ancira que estudió griego después del ruso “porque desde niña estoy enamorada de Grecia, de la mitología, de la literatura, de la antiguedad”.
“Es un país que ejerce sobre mi una especie de imán. Por eso las fotos de Grecia, por eso vacaciono en Grecia, porque me siento parte del Mediterráneo, aunque haya nacido en México. Vivo en España y me siento española, pero también me siento muy mexicana, hay parte de mi en cada sitio”, subraya.
“Cuando estás traduciendo, necesitas visitar los lugares del autor, necesitas saber de que estás hablando, no puedes equivocarte cuando haces ese tipo de traducciones, y para traducir con soltura, para saber en qué lugar te estás moviendo, lo ideal es trasladarte a los sitios”, señala.
Por ello ha intentado visitar todos los lugares por donde pasó Tsvietáyeva, “de los que ella habla y cuando los cito se llenan de contenido. Lo mismo con los diarios y las cartas de Tolstoi”.
Por Virginia Hebrero
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