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Rajoy propone a Luis de Guindos como candidato a la vicepresidencia del BCE y abre una crisis de gobierno

El ministro de Economía, Luis de Guindos, junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Congreso.

Rodrigo Ponce de León

A pesar de las reticencias en el seno del Banco Central Europeo por ser ministro, los posibles conflictos de intereses tras su paso por el sector bancario o el aviso de los socialistas de que solo apoyarían a una mujer y de perfil técnico, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha decidido nombrar como candidato a la vicepresidencia de la autoridad monetaria de la eurozona al ministro de Economía, Luis de Guindos. 

Rajoy pretende así matar dos pájaros de un tiro: coloca en un puesto de alta influencia y transcendencia económica a una persona de su confianza y tiene la justificación para abrir una crisis de Gobierno si asumir errores ni hacer autocrítica.

Aunque se supone que ahora debería empezar la batalla por el segundo sillón con más peso del comité ejecutivo que dirige la institución que rige la política monetaria y la supervisión bancaria de la eurozona -ocupada por el portugués Vítor Constancio hasta el 31 de mayo- la realidad es que este paso solo lo daría Guindos con la absoluta seguridad de que el puesto es para el. Ya sabe lo que es perder un cargo de peso en un organismo europeo, tras su derrota frente a socialista holandés Jeroen Dijsselbloem por la presidencia del Eurogrupo en 2015.

Entonces ni siquiera el apoyo de la cancillera Angela Merkel sirvió para aupar a Guindos. En esta ocasión, Rajoy ha ganado enteros en Bruselas, donde los líderes de la UE le han respaldado sin fisuras ante el desafío de los independentistas catalanes, y los principales jefes de Gobierno europeos, que lo ven como un valor estable ante el empuje del populismo.

Reticencias en el BCE

La candidatura de Guindos provoca ciertas reticencias en el seno del Banco Central Europeo. El cargo de ministro de Economía no es incompatible con entrar en el BCE aunque en el regulador se prefiere, en pos de mantener la independencia, que haya un periodo de tiempo en el que los candidatos hayan pasado por los bancos centrales de cada país. 

No es solo su pasado político. En el historial de Guindos también podría pesar su presidencia de Lehman Brothers, desaparecida durante la crisis, pero sobre todo su asesoramiento de la emisión de cuotas participativas de la CAM, entidad posteriormente intervenida,  y su cargo en el comité de auditoría del Banco Mare Nostrum (BMN), entidad que se fusionó con Bankia, también intervenida.

Finalmente está el problema de género y la oposición de los socialistas. El PSOE anunció que solo apoyarían a una candidata española y de perfil técnico. El Parlamento europeo no tiene derecho de veto de los candidatos pero sí puede mostrar su rechazo. Una comisión de la Cámara comunitaria ha pedido que los candidatos se presenten ante los parlamentarios. 

Ahora solo hay una mujer entre los seis miembros del comité ejecutivo, la alemana Sabine Lautenschläger, mientras que  la gobernadora del Banco central de Chipre, Chrystalla Georghadji, es la única fémina entre los 19 gobernadores de organismos supervisores del consejo de gobierno del BCE.

Contra Guindos también juega que se ha presentado como candidato el gobernador del Banco Central Irlandés, Philip Lane. Irlanda nunca ha tenido un representante en el BCE y Lane tiene más experiencia en política monetaria que el candidato español.

De todas maneras, estamos ante un juego de geopolítica. España defiende que hace seis años que no ocupa un puesto en el Banco Central Europeo, no cuenta con representación en el Mecanismo Europeo de Estabilidad o en el Banco Europeo de Inversiones y renunció a proponer como candidato a presidir el Eurogrupo con el objetivo de que Guindos llegue al BCE. El nuevo vicepresidente será designado por los ministros europeos de Economía y Finanzas el próximo 19 de febrero y respaldado por los jefes de Estado de los Veintiocho el 22 de marzo. 

Crisis de Gobierno

La salida de Guindos es además una oportunidad para Rajoy. Tras los desastrosos resultados electorales en Catalunya con el ascenso de Ciudadanos y la victoria del independentismo, numerosas voces internas han pedido un movimiento dentro del Gobierno para impulsar el perfil político de los ministros, hasta el momento demasiado centrados en la gestión técnica.

El presidente del Ejecutivo tiene la excusa perfecta para abrir una crisis de Gobierno sin asumir errores ni entrar a hacer autocrítica. Este movimiento le permitirá agitar a un consejo de ministros para hacer política ante el avance de Ciudadanos, al igual que ya ha puesto a funcionar al partido en esta dirección.

Se vuelve a demostrar que Rajoy no abandona a su gente, hasta que es inevitable la despedida o su caída. Guindos ya anunció al terminar la primera legislatura que daba su segundo periplo político terminado con buena nota tras el rescate financiero de España y la recuperación económica. Y Rajoy ha cumplido.

No es la primera vez. Al exministro de Educación José Ignacio Wert consiguió colocarlo como embajador de la OCDE en París a pesar de ser el ministro pésimo para la comunidad educativa; tras el fiasco de la operación Diálogo en Catalunya a su jefe de gabinete Jorge Moragas no le concedió el ministerio de Exteriores que ansiaba pero le compensó con la embajada de España en la ONU; a José Manuel Soria, dimitido ministro de Industria por el escándalo de sus cuentas en paraísos fiscales lo trato de colocar, por indicación de Guindos, en el Banco Mundial pero ante la bronca mediática, reculó.

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