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La maldición de Europastry por salir a Bolsa

Jordi Gallés, actual presidente ejecutivo de Europastry.

Serafí del Arco

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Nuevo fracaso de Europastry, el gigante catalán de panadería y bollería congelada. Cuando el mercado aguardaba el precio de las acciones con el que debía estrenarse en Bolsa este jueves, 10 de octubre, la compañía volvió a cancelar sus planes de cotizar, protagonizando así lo que hasta hace quince días parecía algo superado: su quinto intento fallido de debutar en el parqué. En una nota remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el martes por la noche, la empresa vuelve -ya lo hizo a finales de junio- a escudarse en la “situación geopolítica internacional”, que “está produciendo una profunda inestabilidad en los mercados”. Si la excusa antes de verano fue los procesos electorales europeos, ahora es la inflamada situación que vive Oriente Medio.

Europastry asegura que la compañía había recibido muy buena respuesta por parte de los inversores al lograr cubrir la demanda en el primer día del proceso del sondeo (lo que se conoce como bookbuilding), pero a medida que se ha ido acercando el Día D, dicho interés se ha ido deshinchando, lo que ha empujado a la baja la valoración de los títulos en el proceso de colocación, lejos de las expectativas de sus accionistas.

El folleto de la operación situaba el precio en una horquilla entre 15,85 y 18,75 euros por título, lo que supone una valoración de entre 1.327 y 1.570 millones de euros. Un informe de XTB estimaba hace menos de una semana un precio objetivo en 16,6 euros, cerca de la parte baja de la horquilla. Y culminaba: “aun así, esta franja es orientativa, por lo que las acciones podrían salir incluso por debajo de ese precio”. El análisis de este bróker, si bien destaca la sólida posición de Europastry en el mercado español (de donde proviene casi la mitad de sus ventas y donde tiene alrededor del 27% de la cuota de mercado) y el buen historial de adquisiciones de empresas y el sólido crecimiento orgánico (del 43%) a pesar de la pandemia, también apunta dos sombras: opera en una mercado fragmentado y con una alta competencia y -segunda- está muy influenciada por los costes de las materias primas, como el trigo y la harina.

La actividad fue frenética en el cuartel general de Europastry durante las horas previas a la decisión final, según fuentes conocedoras del proceso. La compaña y los bancos de inversión estuvieron sopesando incluso la posibilidad de reducir el tamaño de la oferta pública inicial prevista, que en la parte superior del rango habría levantado 505 millones de euros entre la venta de nuevas acciones (210 millones) y los títulos vendidos por los accionistas actuales (295 millones). Pero al final, y “seguramente también influidos por la mala experiencia de la multinacional de belleza Puig”, añade una fuente cercana a Europastry, la compañía panadera optó por lo de siempre: cancelar, otra vez, su debut en el parqué. Puig, que se estrenó en Bolsa en mayo, ha perdido más de un 19% de valor.

Cinco gatillazos de cinco intentos

El anhelado sueño de salir a Bolsa de la familia Gallés, que controla el 76% de Europastry a través de su oficina patrimonial, está maldecido. Cinco gatillazos de cinco intentos. Pere Gallés (fallecido en 2010), fundador y padre del actual presidente ejecutivo, Jordi Gallés, lo intentó en dos ocasiones, en 1998 y en 2007, pero se topó, respectivamente, con la crisis financiera asiática que salpicó a los mercados europeos y con el estallido de la burbuja inmobiliaria que dio lugar a la Gran Recesión.

Jordi Gallés, el actual patriarca, desempolvó los planes de su padre en 2019 pero los tuvo que guardar de nuevo en el cajón porque, como ahora, los inversores mostraron poco apetito por los títulos del fabricante de masas congeladas, a las puertas de la pandemia del Covid-19.

¿Lo volverá a intentar? La compañía no cesa en su empeño. Dice que continuará valorando dicha posibilidad “cuando la situación de los mercados lo permitan”, algo que fuentes financieras no esperan para el corto plazo, más allá del daño reputacional que le puede ocasionar este nuevo fracaso. “Hay otros valores que han salido en momentos de volatilidad y tampoco la Bolsa se está pegando un batacazo. Europastry quiere colocar sus acciones a precio alto y esperan un momento muy dulce del mercado, pero no están quedando demasiado bien”, explica un experto en mercados.

La carta de MCH

Los dos grandes objetivos que perseguía Europastry con esta operación, pulmón financiero para seguir engordando y la reducción de deuda, los tendrá que llevar a cabo “como empresa privada, como hasta ahora”, añaden. Está por ver cómo reacciona MCH, que entró en 2011 con el 20% del capital y que quiere salir para hacer caja. Podría vender su paquete a otro inversor. El fondo madrileño no ha atendido a las preguntas de este medio.

Europastry es un gigante mundial de la fabricación de masas congeladas que vende a cadenas de panaderías, restaurantes y supermercados. Más allá de marcas propias como Saint Honoré y Maestra (panes), Lykke y Saudade (bollería) o Chousa y La Masa Nostra (pizzas y empanadas), la empresa catalana genera la mayor parte de su negocio en producción para terceros. Aunque no desvela sus clientes, sí es conocido que fabrica para Starbucks, Pret a Manger, Manolo Bakes –conocida por sus mini cruasanes sin cuernos (Manolitos)– Granier, Dunkin Donuts, o Mercadona. Con sede en Barcelona, opera en 80 países y tiene 27 centros de producción, 15 de ellos en España. En 2023, empleaba a 3.760 personas en toda Europa y a otros 1.130 fuera de las fronteras comunitarias, según consta en la memoria anual de la compañía de 2023.

Aviso para navegantes

La marcha atrás de Europastry también supone un jarro de agua fría para el mercado español. Cox, grupo que compró el grueso del negocio de Abengoa el año pasado, anunció este martes su intención de cotizar en los mercados financieros. En el comunicado remitido por la compañía, la operación va a consistir en una oferta primaria de acciones de nueva emisión para captar aproximadamente 300 millones de euros de capital.

Previamente a Puig, la última salida al mercado continuo español lo protagonizó Opdenergy, casi dos años antes (julio 2022). En los últimos ejercicios el mercado ha sufrido una sequía en las salidas a bolsa. Se inició en 2020, con motivo de la pandemia del coronavirus, y aunque en 2021 se reactivó (debutaron Línea Directa, Ecoener, y Acciona Energía), en 2022 y 2023 se volvió a frenar.

En 2023 ninguna compañía se incorporó al mercado continuo español. Otros mercados más pequeños como el BME Growth, y BME Scaleup (orientado a empresas emergentes, socimis y todo tipo de compañías que buscan un primer contacto con los mercados) si han tenido una mayor demanda. Justo, durante este año, BME Growth ha dado la bienvenida a Techo Hogar, NZI Helmets, y Optare Solutions, informa la agencia Efe.

EV Motors (la matriz de Ebro) ha presentado en los últimos días la documentación necesaria para su incorporación a este mercado.

En los últimos meses el mercado barajaba el debut en bolsa de varias compañías, pero, más de Puig, o se han retrasado o finalmente, se han suspendido. Un ejemplo es el de la empresa de movilidad Astara, filial del grupo Bergé, que decidió suspender la operación como consecuencia de las condiciones del mercado. Asimismo, la aerolínea Volotea también ha descartado su salida a bolsa por el momento, algo que también habrían decidido los fondos de capital riesgo propietarios de la mallorquina Hotelbeds.

También, hace unas semanas, el grupo textil Tendam, propietario de cadenas como Cortefiel o Springfield, aseguró que sus planes de salida a bolsa “continúan”, pero que actualmente no se dan las “condiciones suficientes” para ello.

El consejero delegado de Tendam, Jaume Miquel, aseguró que este hecho no quiere decir que los planes de salida a bolsa se hayan abortado, sino que continúan, aunque explicó que prefieren esperar a un momento en el que realmente el mercado esté suficientemente maduro.

En este contexto, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha venido advirtiendo de la necesidad de potenciar las salidas a bolsa, y la inversión de los minoristas en los mercados de valores. Para ello, ha abogado por aplicar incentivos fiscales, para que los pequeños ahorradores puedan destinar su ahorro a acciones, planes de pensiones o fondos.

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