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La monarquía y el Sahara, temas espinosos para un periodista en Marruecos

La monarquía y el Sahara, temas espinosos para un periodista en Marruecos

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Madrid, 19, oct (EFE).- La monarquía y la marroquinidad del Sahara Occidental son dos de los temas espinosos a los que se enfrenta cualquier periodista que trabaje en Marruecos, bien por la falta de transparencia de su sistema político o por los problemas que puede acarrear abordarlos, asegura el reportero español Javier Otazu.

El informador, que ha vivido 16 años en Marruecos y ha sido responsable de la corresponsalía de la Agencia Efe en Rabat, expone estas ideas en su nuevo libro, titulado “Los tres jaques del rey de Marruecos”, en el que aborda, entre otros asuntos, las limitaciones que puede sufrir un periodista en el país magrebí.

“Es muy cierto que el periodista en Marruecos está en un permanente ejercicio de autocontrol, pues si escribes o usas el mismo tono que empleas en un país plenamente democrático, te expones a problemas”, asegura en una entrevista con Efe.

Un planteamiento similar al que mantiene la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), para la que Rabat persigue a aquellos periodistas que informan sobre temas considerados sensibles, como son la corrupción, el Sáhara Occidental, las protestas sociales de la región del Rif, la migración o la familia real.

Otazu, que ha vivido y desarrollado su carrera en países musulmanes durante más de 20 años, precisa que esas cuestiones sensibles están siempre presentes y las principales son, según su visión, las que rodean al rey (su familia, sus gustos, sus palabras, sus negocios...) y al Sáhara Occidental, de cuya “marroquinidad” en ningún momento se puede dudar.

El corresponsal, ahora responsable de la oficina de Efe en Nueva York, reconoce no obstante, y así lo expone en su libro, que hay periodistas e incluso ciudadanos valientes que escriben en medios o en las redes sobre estos temas con espíritu crítico, aunque se exponen constantemente a ser perseguidos judicialmente.

El protagonista de este nuevo ensayo periodístico es el rey Mohamed VI, una figura que “marca todas las grandes líneas” de la política del país, destaca el reportero en una conversación desde la Gran Manzana.

“Su poder -considera Otazu- no ha ido mermando por alguna supuesta apertura democrática, sino que cada vez parece mayor. Sus decisiones son incontestables e indiscutibles”, matiza.

Sobre los índices de popularidad real del monarca alauí es muy difícil opinar; al no existir encuestas oficiales acerca de su figura, no se puede analizar cómo lo ven sus ciudadanos.

No obstante Otazu cree, a este respecto, que “es venerado (respetado y temido al mismo tiempo). Es un hombre con muy poco carisma y que siempre marca distancias”, subraya.

Como ya hizo en su anterior libro “El extraño vecino”, el periodista también se acerca a cuestiones cotidianas de la vida política y social del país y se apena de que “cada vez Marruecos se parece más a un estado policial donde las tensiones se ahogan antes de que estallen. El grado de disenso o descontento es inexistente. La libertad de expresión ha desaparecido”, subraya.

Y aborda la situación geopolítica de esta nación musulmana, que ha mantenido durante décadas un cierto prestigio internacional gracias al desarrollo de una política exterior que Otazu define como “muy agresiva” en la defensa de sus intereses.

Una línea perturbada por sus “errores diplomáticos” cuando se trata de defender la soberanía del Sahara Occidental, que el país reclama, y que le ha llevado a protagonizar en los últimos meses incidentes diplomáticos con países como España o Alemania, y acercamientos a otros como Israel o el anterior gobierno estadounidense de Donald Trump. Pero Marruecos también se ha convertido en un “muro de contención” de la inmigración irregular y el yihadismo que trata de llegar a Europa, y es precisamente con estas dos bazas con las que el gobierno de Rabat negocia y defiende su rol en el complicado equilibrio geopolítico de la zona ante gigantes como la Unión Europea, a quien le interesa especialmente tenerle como aliado.

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