Las cicatrices de la violencia hacia los jóvenes: “No tienes las mismas oportunidades. Avanzas arrastrándote”
Más de seiscientos jóvenes vascos fueron víctimas de violencia dentro de su ámbito familiar en 2020. Más de un 20% del alumnado de Primaria asegura haber sido víctima de alguna clase de maltrato en el entorno escolar. En 2019, alrededor de medio millar de niñas y jóvenes menores de 18 años sufrieron violencia machista. Son algunos de los datos que ha esgrimido la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno vasco, Beatriz Artolazabal, en la comparecencia de este lunes en la que ha presentado la 'Estrategia vasca contra la violencia hacia la infancia y la adolescencia 2022-2025'. “Estos datos son solo la punta del iceberg. Son estadísticas tras las que hay demasiados 'juguetes rotos'”, ha recalcado, para subrayar después la “necesidad” de poner en marcha una estrategia que ha tildado de “única” en España y casi sin parangón en Europa. “Y es que la violencia hacia la infancia y la adolescencia conlleva además de enormes costos humanos también elevadísimos costes sociales y económicos”, ha explicado.
La elaboración de la estrategia —que hace especial hincapié en la necesidad de que todos los agentes sociales se impliquen en la detección de la violencia hacia los más jóvenes— ha contado con la participación de varias víctimas. “No puedes afrontar la vida igual que quien no ha sufrido maltrato. No tienes las mismas oportunidades. Avanzas arrastrándote”, cuenta una de ellas. “[Estos testimonios] nos dejan clara la necesidad de que los niños, niñas y adolescentes vascos sepan que cuentan con espacios de escucha accesibles, cercanos, confiables, confidenciales y seguros”, ha dicho Artolazabal. Y es que la propia estrategia, en su evaluación de la situación actual, señala el riesgo real de que varias formas de violencia pasen “desapercibidas”. “Uno de los mayores factores de riesgo es la percepción, que en cierta medida persiste aún hoy en nuestra sociedad, de que la violencia hacia los niños y las niñas dentro de la familia es un asunto privado y, por tanto, en el que los poderes públicos no deben intervenir. Además, en el imaginario colectivo todavía prevalece la idea de que pueden ser casos aislados o que sucede en ámbitos limitados”, lamenta.
La estrategia apunta también a la “gravedad” de las consecuencias que supone sufrir violencia para los jóvenes, que ven afectado incluso su desarrollo cerebral. “Numerosos estudios muestran que quienes están expuestos directamente a cualquier tipo de violencia, y también quienes están expuestos indirectamente a ella porque la presencian durante un largo periodo de tiempo, pueden ver afectado gravemente su bienestar, desarrollo personal e interacciones sociales durante toda la vida y pueden sufrir trastornos psicológicos y de comportamiento”, ahonda la estrategia, que subraya que las secuelas se pueden reflejar más adelante en la vida de la víctima en diferentes esferas (física, emocional, social, sexual “y hasta” socioeconómica) y que la hacen más propensa a sufrir trastornos y también otros tipos de violencia.
Prevención, detección, atención e información
La estrategia se articula en torno a cuatro ejes: se empieza por la promoción y la prevención (“cultura del buen trato, entornos seguros y ejercicio efectivo de los derechos de los niños”), se fomenta la detección precoz y la comunicación (“prestando especial atención al papel de los agentes que actúan en espacios primarios de socialización o de proximidad”), se pretende asegurar atención integral y reparación a las víctimas (“reforzando la especialización y la personalización y previniendo la revictimización”) y se promueve “el desarrollo de un sistema de información y mejora continua para aumentar el conocimiento y la eficacia de las respuestas”.
Euskadi cuenta ya también con un proyecto piloto para brindar una atención integral a los menores víctimas de abusos sexuales, el conocido como 'Barnahus', y la consejera Artolazabal ha anunciado que se van a dar nuevos pasos para proseguir con su desarrollo. Llegó a Euskadi de la mano de la ONG Save the Children, que lo define como “un modelo de atención integral donde todos los departamentos que intervienen en un caso de abuso sexual infantil se coordinan y trabajan bajo el mismo techo para atender al niño o niña víctima”. El entorno se adapta para que, además de contar con profesionales especializados en ese tipo de violencia, ningún elemento de pie a una posible revictimización. El proyecto, que se presentó a finales de 2021, se pondrá en marcha a lo largo de 2022 en Vitoria. “[Las víctimas] viven un proceso de incertidumbre y malestar que puede alargarse más de tres años y en ese tiempo habrán hablado con al menos ocho personas. En Barnahus, la víctima compartirá su historia con menos personas y tendrá acceso inmediato a una atención especializada”, explicó Artolazabal cuando presentó el plan piloto.
El 116 111 es el teléfono de atención a la infancia y la adolescencia. Es una llamada gratuita, anónima y que no deja rastro en la factura
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