EH Bildu, entre el 'frente amplio' desde las instituciones y la división en la juventud ante el auge del comunismo de GKS
EH Bildu, que cada vez tiene más estructuras propias de un partido que de una coalición, aspira diez años después de ETA a seguir creciendo para superar los corsés de la izquierda abertzale tradicional y abrirse a un ‘frente amplio’ soberanista pero también pactista, ecologista o feminista. Con este formato, es la segunda fuerza en Euskadi, tiene peso municipalista y es decisiva en la gobernabilidad en Navarra y en España. Y las encuestas para las elecciones forales y municipales de 2023, ante las que ya ha adelantado los candidatos salvo para Gipuzkoa y Donostia, le auguran viento de cola. Pero este proceso no está exento de tensiones. Han sido ya conocidas las críticas de un importante sector de EA, uno de los partidos fundadores y de corte socialdemócrata, que pide más voz y menos control de Sortu. Por otro lado, el reciente acuerdo educativo en una comunidad con el 50% del alumnado estudiando en colegios privados y con un fuerte peso en esa mitad de las ikastolas ha puesto a prueba las costuras en Alternatiba, el partido más a la izquierda y muchos de cuyos afiliados no lo son de EH Bildu, y en sindicatos como LAB o Steilas. Ahora las miradas de las tertulias políticas, de las redes sociales y de los medios de comunicación se posan en los conflictos en la base, entre los jóvenes. GKS (Gazte Koordinadora Sozialista) es un movimiento ajeno a la izquierda abertzale y de ideología comunista revolucionaria pero lleva meses exhibiendo músculo y atrayendo a jóvenes que antes habrían optado por las canteras habituales de Sortu -incluso a hijos de sus cargos- y los conflictos se están recrudeciendo.
El histórico sindicato estudiantil Ikasle Abertzaleak, por ejemplo, ya no responde a las estructuras de Sortu. De hecho, desde 2020 existe una nueva marca propia, Ikama. Las ‘nuevas generaciones’ oficiales, Ernai, han llegado a acusar públicamente en ‘Berria’ a miembros de GKS de “robo” e “inaceptable violencia organizada” a cuenta de conflicto en un ‘gaztetxe’ de la parte vieja de Donostia. La izquierda abertzale atribuye a GKS “dinámicas de amenazas” mientras que desde este colectivo lamentan la “caricaturización” del movimiento. “Ellos quieren aparecer bajo la falsa bandera de la pluralidad y, por el contrario, presentan a los comunistas como dogmáticos y sectarios”, contestó GKS también en el mismo rotativo. En los perfiles vinculados a GKS hay muestras de actos y movilizaciones muy concurridas, de carpas llenas de jóvenes en diferentes encuentros y jornadas. También crece la rama feminista Itaia. Ahora que arranca la temporada de fiestas estivales, además, este movimiento quiere presencia propia en las zonas de txosnas y está denunciando vetos en municipios gobernados por EH Bildu, como Hernani, que celebra San Juan próximamente.
Oficialmente, EH Bildu y Sortu afirman que no han dedicado “ni medio minuto” a GKS aunque admiten que “han conseguido dar el salto de Twitter a los medios de comunicación” en los últimos tiempos. Una fuente de peso en la izquierda abertzale deja claro que no solamente no tienen ninguna vinculación orgánica con el “movimiento socialista” sino que sus planteamientos suponen no ya una vía crítica o de disidencia sino una “enmienda de totalidad” a la línea política vigente. Destacan como dos puntos clave, siempre según esta parte, que “relegan la liberación nacional a un segundo plano” para primar la revolución y los postulados comunistas y que, en relación con las mujeres, “el feminismo viene detrás de la lucha de clases”. ¿Hasta dónde puede llegar GKS? ¿Supondrá un riesgo para el peso político de EH Bildu cuando estos jóvenes vayan cumpliendo años?
“¿Un partido comunista? No les veo con vocación de presentarse a las elecciones. A la mínima se romperían en mil pedazos. Es un discurso tan extremo que deja poco margen para la práctica. Sólo se mueven en el plano teórico y ahí es fácil no tener ninguna contradicción”, analiza esta fuente. En Euskadi, en todo caso, ya existe una formación comunista de larga trayectoria. Es el PCE (EPK en euskera) y tiene dos escaños en el Parlamento Vasco dentro de IU y, a su vez, dentro de la coalición con Podemos. Este partido ya formó parte del primer Gobierno de concentración autonómico durante la Guerra Civil y su líder es el parlamentario Jon Hernández. Igualmente, en el pasado la propia izquierda abertzale empleó como una de sus marcas para sortear las ilegalizaciones la denominación EHAK o Partido Comunista de las Tierras Vascas.
¿Y cómo lleva la izquierda abertzale sus contradicciones? Sin ETA en el escenario, de estar ilegalizada ha pasado a configurar una coalición con una escisión del PNV (EA) y otra de IU (Alternatiba) más la corriente pacifista ya desaparecida de Aralar. Como el PNV ha hecho durante décadas, sus diputados se mueven cada vez con más soltura en las Cortes Generales. La rama vinculada a los presos de ETA, conocida como EPPK, también ha virado 180 grados su estrategia y acepta ya reconocimientos del daño causado y trabajos penitenciarios. La dispersión, tal y como se conocía, es ya historia con la mitad de los alrededor de 200 reclusos en cárceles de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa o Navarra y ninguno en España allende Madrid. En el último congreso de Sortu, la línea crítica con el pragmatismo, encabezada por el histórico Joseba Álvarez, no pasó del 22% de los apoyos. EH Bildu atrapa a cada vez más independientes que no proceden de la izquierda abertzale tradicional o de los otros partidos. La histórica EA ha llevado particularmente mal esta transición y sigue partida en dos dado que los críticos, liderados por el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea, y fundador de la formación, no reconocen la legitimidad del congreso que reeligió a Eva Blanco. Blanco, en una entrevista con este periódico, defendió en su día que, más allá de las cuotas, la EH Bildu actual está haciendo las políticas que en su momento hacía EA. Las conflictos en EA, que volverán a la luz cuando toque hacer las listas para las elecciones de 2023, permanecen judicializados.
La izquierda abertzale considera, en todo caso, que su disidencia real la conforman ATA, HB (por Herritar Batasuna), Jarki o Jardun, que sí discrepan de Sortu de su decisión de renunciar a la doble vía que en su momento se vino en llamar ‘político-militar’. A pesar de que sí hubo algunos focos problemáticos hace dos años, principalmente a causa de la huelga de hambre del preso Patxi Ruiz, que derivó en algunos sabotajes e incluso en el ataque a la vivienda de la ahora vicelehendakari y entonces líder socialista Idoia Mendia, la izquierda abertzale considera reducidísimo el apoyo a estos grupos. Además, entre GKS y esta disidencia hay un salto generacional: nadie que secunda a ATA tiene menos de 40 años.
La izquierda abertzale admite que el “movimiento socialista” le ha comido terreno en algunas zonas o entre los jóvenes universitarios de Vitoria, por ejemplo. Sobre la pugna de las txosnas, EH Bildu recalca que no hay ninguna directriz de vetar a nadie y explica que donde hay conflictos es porque GKS ya se había “autoexcluido” de las dinámicas de esos colectivos. “Si el 8 de marzo todo el movimiento realiza manifestaciones y se excluye y si el 1 de mayo otro tanto, ahora es normal que surjan tensiones”, indican las fuentes consultadas. Desde el Ayuntamiento de Hernani, el más señalado en los últimos días, fuentes oficiales apuntan que mantienen su “respeto” por la comisión de fiestas, “cuyos representantes son quienes siempre han gestionado el espacio de txosnas en los Sanjuanes”. Estas casetas aparecen como un elemento crucial para la financiación de las estructuras y más después de dos veranos sin fiestas por la COVID-19.
El asunto ha trascendido a los implicados. En el Consejo de Gobierno, el portavoz del Ejecutivo de Iñigo Urkullu, Bingen Zupiria, vio como un “motivo de preocupación” que haya habido episodios de “enfrentamiento físico en la calle”. “Están siendo objeto de vigilancia y persecución por parte de la Ertzaintza”, añadió sin ofrecer muchos más detalles. El delegado del Gobierno de España, Denis Itxaso, también ha apelado a la “tolerancia”. “El trasfondo ideológico no es asunto mío, pero el desorden público me preocupa. Unos y otros deben saber que en esta ciudad las cosas no se arreglan a tortas”, dijo Eneko Goia, alcalde de Donostia, sobre los sucesos en el 'gaztetxe'. Mientras, EH Bildu exprime su 'frente amplio' sumando como apoyos a miembros de la extinta Ezker Batua, incluido no sin sorpresa para algunos miembros de Alternatiba el exconsejero Javier Madrazo, o a la exconsejera con el PSE-EE Gemma Zabaleta, que recortó la RGI fruto de un pacto con el PP, como la propia coalición ha denunciado en decenas de ocasiones. Con Madrazo hubo un acto esta semana en Bilbao y Zabaleta comparecerá con Arnaldo Otegi en los próximos días en Donostia.
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