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Eider Inunciaga, directora de BBK Kuna: “Las empresas se están dando cuenta de que o son sostenibles o desaparecen”

Eider Inunciaga, directora del BBK Kuna

Maialen Ferreira

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Hace un año que BBK Kuna se instaló en la Casa Cuna de Bilbao, ubicada en pleno cruce entre tres barrios: San Francisco, La Vieja y Atxuri. Al principio, asociaciones vecinales miraban con desconfianza que un proyecto con nombre de banco se instalara en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, construido en 1916 por el arquitecto Ricardo Bastida. Sin embargo, gracias a iniciativas como las comunidades de aprendizaje, las exposiciones y talleres abiertos a todo el público y el consejo consultivo del barrio, en el que los propios vecinos toman decisiones y participan, BBK Kuna se está abriendo camino e integrando poco a poco en el ecosistema de Bilbao para cumplir su objetivo de ser un centro de innovación social que acerque (y traduzca) los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a la ciudadanía.

Pala celebrar la labor realizada durante este primer año, el próximo 29 de octubre BBK Kuna abrirá todas sus actividades a la ciudad de Bilbao, repartiendo eventos, talleres, espectáculos y un concierto por distintos puntos. Al frente de este proyecto se encuentra Eider Inunciaga, que realiza un balance “positivo” de estos doce primeros meses, pero no pierde de vista los retos que aún quedan por delante, entre ellos, acercar las iniciativas de BBK Kuna a las personas más vulnerables.

¿Qué valoración realiza del primera año de BBK Kuna?

Hago un balance positivo, pero somos un proyecto ambicioso y queremos ir a más. Las organizaciones que forman parte de este proyecto son capaces de trabajar de forma conjunta y eso es algo muy positivo, porque no siempre es fácil que una entidad salga de su zona de confort para ponerse a trabajar otra diferente. No es fácil que una ONG quiera trabajar con una empresa ni viceversa. Ni tampoco que una empresa trabaje con un centro de investigación. Creamos tres proyectos iniciales en los que entidades diferentes han colaborado: el primero en torno al desarrollo social, económico e inclusivo desde la perspectiva migrante, el segundo sobre la transición digital humanista y el tercero sobre la gastronomía sostenible. Cada entidad aborda estas problemáticas de manera distinta y eso es algo muy valioso. Queremos convertirnos en un referente en estas materias.

¿Cómo se traducen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas a los ciudadanos?

Es la primera vez que la humanidad se pone de acuerdo para decidir los objetivos que tenemos por delante. Son problemas que hay en todo el mundo y que debemos resolver juntos. La cuestión es qué puede aportar cada uno desde que se levanta hasta que se acuesta para resolver esos problemas y cumplir esos objetivos. La clave está en que se planteen estas cosas antes de comprar o consumir un producto o realizar una acción. Hemos detectado que hay unos ODS que las personas jóvenes tienen muy integrados, como por ejemplo el cambio climático, pero hay otros, como el consumo sostenible, que no. Las personas mayores, sin embargo, son mucho más conscientes de lo que consumen, porque compran productos de temporada, mientras los jóvenes pagan un euro extra por productos de fuera de temporada o pagan menos por un producto sin plantearse de qué manera lo han exportado ni las condiciones en las que han tenido trabajando a las personas para producirlo. A esas personas mayores les diría que son problemas que ya tienen identificados, pero que en otros lugares del mundo son más relevantes y aquí también debemos tenerlo en cuenta porque todo está interconectado. Es una manera de que todas las personas del planeta rememos juntas en una misma dirección.

En Euskadi no sabemos cuántas personas han estado en las colas de recepción de comida durante la pandemia ni cuántos usuarios tiene el Banco de Alimentos porque creemos que aquí no pasa, pero a nuestro alrededor también hay hambre

¿Qué ODS cuesta más cumplir a las personas?

Depende del contexto de cada persona. Si hablamos del ámbito laboral, puede que detecten mejor los relacionados con la industria o la igualdad de género. Los ODS relacionados con el cambio climático están más naturalizados porque el respeto por el clima, la contaminación o el agua son lecciones que ya están aprendidas y llevamos dentro de nuestro día a día. Sin embargo, hay otras cuestiones a las que les damos menos relevancia. Por ejemplo, el ODS 16 de 'Paz, justicia e instituciones sólidas' es algo que en Euskadi deberíamos valorar mucho o el ODS 'Salud y bienestar', porque es importante salir de esa idea de que la salud es algo que solamente incumbe a cada uno. La salud es algo global, al igual que la reducción de las desigualdades. Tampoco somos muy conscientes de las cuestiones relacionadas con el hambre, no sabemos cuántas personas han estado en las colas de recepción de comida durante la pandemia ni cuántos usuarios tiene el Banco de Alimentos porque creemos que aquí no pasa, pero a nuestro alrededor también hay hambre.

Sobre todo al principio, cuando BBK Kuna se instaló en el barrio, hubo una serie de asociaciones vecinales que miraban el proyecto con desconfianza. ¿Cómo está siendo el proceso de integración?

Ha sido clave la creación de un consejo consultivo. Es un grupo formado por 21 personas que desde diciembre de 2020 nos están apoyando en procesos de codecisión de diferentes cuestiones de BBK Kuna. Las personas han estado muy motivadas y su evaluación de los procesos ha sido altísima. Son parte del ecosistema de Kuna; no solamente contamos con elloas para participar en el consejo, sino que también en otros eventos como el aniversario que tendrá lugar el 29 de octubre. También estamos trabajando muy de cerca con las asociaciones de los tres barrios, La Vieja, San Francisco y Atxuri.

¿Ha habido un despertar de las empresa privadas que les ha llevado a invertir más en cuestiones sociales? ¿A qué se debe?

Sí. Hay áreas como la del medio ambiente que se trabajan mucho y es algo muy avanzado porque la regulación al respecto viene de Europa, pero también se están trabajando temas sociales y de gobernanza. Las empresas se están dando cuenta de que o son sostenibles o van a desaparecer porque no es sostenible el formato de producción y consumo sin límite. Ya estamos viendo que los recursos son finitos y estamos viviendo unos precios desorbitados del gas y de la luz. Ser sostenible no es solo una cuestión interna por la economía de la propia empresa, ya que es el propio consumidor el que es exigente y pide saber qué está ocurriendo detrás de la producción y de las condiciones laborales que tienen las personas que están fabricando el producto.

¿Qué entidades son más reacias a convertirse en sostenibles?

No creo que haya ninguna entidad reacia, sí sé que hay alguna que no está muy a favor de la Agenda 2030, pero por el momento no nos hemos encontrado con ninguna dentro de BBK Kuna que no quiera hacer una transformación a mejor. Lo cierto es que es más fácil para las empresas grandes o multinacionales que para las pequeñas y medianas empresas, que tal vez no tienen recursos personales o económicos suficientes para invertir. Nosotras apoyamos a esas empresas que quieran hacerlo.

El consumidor de ahora es exigente y pide saber qué está ocurriendo detrás de la producción y de las condiciones laborales que tienen las personas que fabrican un producto

Uno de los proyectos en los que BBK Kuna ha colaborado es en la candidatura de Bilbao como sede del Secretariado de la Coalición Local 2030, candidatura que finalmente ha sido elegida por Naciones Unidas. ¿Qué implica esto para la ciudad?

Que Naciones Unidas haya elegido la candidatura de Bilbao es un paso enorme para la ciudad, para todas las organizaciones que trabajamos aquí y para Euskadi a nivel internacional. Es un nivel de confianza absoluto el que Naciones Unidas está poniendo en Bilbao y en las organizaciones que hemos impulsado la llegada de la oficina y nos vamos a convertir en referente. Naciones Unidas se está fijando en lo que estamos haciendo aquí, lo que denota que el trabajo que estamos llevando a cabo para que la Agenda 2030 sea una realidad está bien valorado y que estamos en buen camino. Va a ser algo muy positivo que nos va a posicionar como referentes. Nos anima a seguir trabajando en el camino que estamos siguiendo.

¿Qué considera que le falta a Bilbao para ser completamente sostenible?

Siento que estamos haciéndolo bien en muchos aspectos, pero que en todos podemos mejorar. Somos una ciudad con movilidad sostenible, con modelos de consumo responsable y con espacios urbanos sostenibles. Las calles y plazas se están planificando y organizando para que sean las personas las que habiten la ciudad y no los coches. Me parece que Bilbao es una ciudad muy sostenible, pero en todos los ámbitos podemos mejorar. Lo que nos queda es que más entidades y personas se sumen para que logremos un Bilbao más sostenible. No hay un área concreta en la que diga que tenemos que mejorar; vamos en el camino correcto, pero tenemos margen de mejora.

¿Qué retos tiene BBK Kuna para los próximos años?

Conseguir ser capaces de que las personas entiendan cómo pueden tener actitudes más sostenibles, seguir trabajando en crear redes y ampliarlas a redes internacionales. Tenemos que trabajar en la proyección internacional. Cuando nos presentamos fuera nos ven como un proyecto súper disruptivo y con potencial. Tenemos que seguir trabajando en ello, pero sobre todo tenemos el reto de poder llegar a todas las personas que se quedan fuera, porque a pesar de que tratamos de que el proyecto, la información y los eventos sean accesibles, hay personas que todavía no pueden acceder a ellos. Nuestro reto es incorporarlas, escuchar su voz y trabajar con ellas desde lo local hasta lo global.

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