La polémica donación de un cuadro resucita la historia del doble alcalde de Hondarribia con Franco y Primo de Rivera
Francisco Sagarzazu y Sagarzazu fue alcalde de Hondarribia doblemente. Primero ejerció el cargo durante la dictadura de Primo de Rivera (de 1925 a 1929) y, años después, durante la de Francisco Franco (de 1942 a 1958). En medio, fue un concejal ausente en la II República. Un busto del difunto regidor preside todavía ahora el salón de plenos y en la 'web' local se recuerda que sigue siendo “hijo predilecto” de la localidad fronteriza, el único junto al golfista José María Olazábal. Hace no tanto, en 2007, una revista municipal destacaba sus logros e hitos en un artículo firmado por una persona cercana al actual equipo de Gobierno, del PNV. Ahora, esta figura ha vuelto a la actualidad porque sus descendientes quieren hacer una “donación” al Ayuntamiento y que se les reconozca por ello. Sin embargo, parte del material que entregan, incluido un cuadro histórico, era ya de propiedad municipal y fue esquilmado.
Este jueves se celebró un pleno extraordinario y el actual alcalde, Txomin Sagarzazu (sin que se le conozca relación de parentesco con Francisco) expuso este asunto como el tercero de los puntos del orden del día. Enumeró la relación de “donaciones”, que incluyen documentos municipales de diferente naturaleza, una película de 35 milímetros sobre el alarde rodada en 1929 y el óleo, pintado por el artista irunés Bernardino Bienabe Artía. “Pensamos que el Ayuntamiento tiene que recogerlos. El Ayuntamiento los tiene que analizar, porque son muy variados y van desde 1907 a 1958. Por nuestra parte es lo que proponemos. Recoger ese material, que lo revisen los técnicos y que se haga un informe para que lo conozcamos en detalle”, señaló el alcalde nacionalista, sin más comentarios. Pero, desde la oposición, el edil de Abotsanitz Aitzol Arroyo denunció que no se podía someter a votación la recepción de bienes objeto de una “apropiación indebida”. “Me cojo hoy este cuadro, lo traigo mañana y pido que se me agradezca la donación. ¿Tendré el mismo trato? ¡Esto no se puede votar!”, protestó el concejal señalando una de las pinturas históricas que embellecen el salón consistorial.
“Casi 90 años después nos aparece la obra de arte en la casa de los sucesores y la quieren donar con otros documentos que son del Ayuntamiento. Y encima ponen condiciones para devolver lo que se apropiaron de forma indebida”, siguió Arroyo, que calificó de “falangista”, “corrupto” y “ladrón” a Francisco Sagarzazu, de quien mostró una imagen haciendo el saludo fascista. Consta que organizó visitas de ambos dictadores, Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco. Abotsanitz leyó también un fragmento de una auditoría de las autoridades republicanas sobre su gestión previa: “Fuenterrabía es quizás la ciudad más castigada de toda España por los vicios procedimientos de la administración municipal de la dictadura”. El resultado del pleno fue un tenso rifirrafe entre PNV y Abotsanitz -EH Bildu participó mínimamente en el debate y los ediles del PSE-EE estaban ausentes por motivos personales-, con intervención de la secretaria. A pesar de la mayoría absoluta de los nacionalistas, el asunto se saldó con la paralización de la votación hasta que se aclare la naturaleza jurídica de la recuperación de los materiales de los herederos de Sagarzazu.
Es particularmente azarosa la historia del cuadro del que aparentemente se desconocía su existencia a pesar de que se pagó por él 1.000 pesetas en 1929 y a pesar de que ya en la II República constaba como desaparecido, según denunciaron algunos ediles y consta en las actas de la época. El encargo llegó en el final del primero de los mandatos. Los tenientes de alcalde, Prudencio Aguinagalde y Melchor Sagarzazu, promovieron una moción que fue aprobada por “aclamación” en el pleno ante la “admiración” que los corporativos profesaban al “ejemplar” alcalde Sagarzazu, según una revista local de aquel año. El texto tenía cuatro puntos. El primero era su elección como “hijo predilecto”; el segundo incluía una “lápida en su casa nativa” para mostrarle la “gratitud” de la ciudad por su obra: y el cuarto consistía en que una “comisión municipal” tenía que “cumplimentar” a la “señora madre” del munícipe mayor y manifestarle “lo orgullosa que se siente esta ciudad ante el comportamiento de su benemérito hijo”. En medio, el tercero autorizaba la contratación de un “artista de fama” para un “retrato” que iría colocado “en lugar preferente del salón de actos”. La factura ha aparecido y también la reclamación de cantidades de Bienabe Artía. Recientemente ha salido a subasta otro retrato de Sagarzazu del también local Enrique Albizu. Después de su segunda salida también tuvo más homenajes, como el busto y un parque con su nombre una zona junto con la muralla con un estanque y una estatua clásica en el que en su momento nadaron cisnes.
En medio del debate sobre Sagarzazu -que como cualquier asunto relacionado aunque sea mínimamente con el alarde es motivo de división en Hondarribia- se cuela otro personaje, Pedro Muguruza. Se trata de un arquitecto conocido por haber diseñado para el régimen franquista el Valle de los Caídos. Muchos de los documentos de la familia son planos de proyectos de Muguruza para Hondarribia, en cuyo desarrollo participó. Nacido en Elgoibar, fue designado como hijo adoptivo. En 2018 se decidió por unanimidad en el pleno -también estaba entonces el PP- retirarle el título. Pero en la web municipal parece no haber cambiado nada y se sigue destacando su “prestigio”. “Natural de Elgoibar (1893-1952). Catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid y profesional de prestigio en la época, impulsó importantes proyectos para la ciudad como el Poblado de Pescadores (1946), Edificio Miramar (1948), Jardín de los cisnes al pie de las murallas (1951)”, se puede leer todavía hoy. En esa misma web no hay referencia alguna sobre lo ocurrido en el municipio de 1912 hasta ahora. Un reciente estudio ha mostrado que en Hondarribia hubo al menos diez bombardeos durante la Guerra Civil, que se suman a otra treintena en la vecina Irún.
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