Tres décadas y media de “peregrinaje” y reclamaciones a Osakidetza por una mamoplastia de 1989
Un aséptico informe completamente anonimizado de la Comisión Jurídica Asesora de Euskadi (COJUA) revela el larguísimo periplo de una mujer, de inicial J., que fue intervenida por una hipertrofia mamaria bilateral en 1989 y que todavía ahora, tres décadas y media después, continúa denunciando negligencias médicas. La conclusión del dictamen, aunque no sea el final del proceso, recomienda a la Administración no atender la “reclamación de responsabilidad patrimonial” y no abonarle 90.000 euros, si bien muestra también que ya en 1999 tuvieron que abonarle una indemnización por haberle sido detectados “fragmentos metálicos” tras aquella operación original.
Los hechos arrancan en mayo de 1989, en una joven Osakidetza tras la trasferencia sanitaria. El servicio de Cirugía Plástica de un hospital de la red que no se precisa realizó una “técnica de Skoog” para reducir en 750 gramos la mama derecha y en 600 la izquierda por una patología diagnosticada como “hipertrofia bilateral”. Diez años después, en 1999, un control mostró una incidencia: “En mama izquierda se evidencia material quirúrgico intramamario (dos pequeños trozos metálicos, posiblemente aguja) que está haciendo un granuloma”. Así, en julio de ese año se le tuvieron que extraer esos “cuerpos extraños”. Fue dada de alta a los 18 días.
Osakidetza le realizó mamografías de control en 2002, en 2010 y en 2015. Ese año ya aparecieron indicios de una “lesión quística” en la mama derecha. Hubo otra revisión en 2017 y la siguiente se produjo en 2019. Aquí, se diagnosticó “mamas displásicas, nódulo en CSI mama derecha”. Un informe elaborado tres meses después vuelve a apuntar a la presencia de un “cuerpo extraño” como posible causa de esas lesiones. La paciente fue saltando de consulta en consulta y, finalmente, en septiembre de 2019 “se programó intervención quirúrgica” para la mama derecha.
Pero no terminaban de llamarle para entrar a quirófano. Constan llamadas de la mujer en enero de 2020 (dos), en julio (ya después del confinamiento por la COVID-19), en octubre (otras dos y ya con el preoperatorio caducado), en enero de 2021 y también en febrero. Ahí ella refirió a sus interlocutores en Osakidetza un “empeoramiento”. Le dieron una cita “telefónica” con Ginecología para el día siguiente y le invitaron a ir a Urgencias para hacer un “drenaje” del pus acumulado en la zona. No fue a Urgencias hasta una semana después y el informe, con faltas de ortografía, refería que la mujer estaba “muy enfadada” por el retraso de “año y medio” en la operación, aunque le respondieron que era una “lesión benigna” y que el sistema estaba tensionado por la pandemia.
Finalmente, la operación, la tercera ya, se programó para el 11 de marzo de 2021. Las biopsias no “objetivaron” la presencia de “cuerpos extraños”, como en 1999 y a pesar de los informes previos. Pero no acabó ahí la singladura de la paciente. Las cicatrices de la tercera intervención generaron lesiones. Presentaba una “infección mamaria” y requirió tratamiento con antibióticos. En total, entre 2019 y 2021 precisó de “cuatro ciclos” de antibiótico por el dolor sufrido.
La COJUA emite un informe sobre todos los casos de denuncias de posibles negligencias médicas. En este dictamen se posiciona en contra de la paciente y a favor de la Administración, dando carta de naturaleza a las conclusiones de los inspectores médicos que revisaron el caso. Se remarca que tras la “extirpación” de los restos metálicos de la mama izquierda en 1999 ya se le abonó la “oportuna” indemnización, que no se precisa. Y añade que no hay base para admitir que hubiera un “retraso injustificado” por las posibles lesiones en la mama derecha, que en todo caso no tenían “signos de malignidad”.
Ella, por el contrario, lamenta el “peregrinaje sufrido”, “una mamoplastia reductiva que conllevó durante un período de 32 años una sucesión ininterrumpida de sinsabores y padecimientos físicos y psíquicos”. La COJUA lamenta que pudiera haber “inducido a error” que se barajara que en la mama derecha pudiera haber un “cuerpo extraño” como en su momento se constató en la izquierda cuando, según los facultativos que le han hecho seguimiento, ha presentado los problemas “habituales” y “naturales” después de tres décadas tras una mamoplastia. “Cuerpo extraño no significa presencia de material quirúrgico olvidado por negligencia”, arguyen.
Asimismo, remarca que la “pandemia mundial” motivó retrasos justificados en la espera quirúrgica. “En el supuesto examinado, [...] si bien se ha acreditado que la intervención se pudo demorar en exceso desde que fue planificada, no hay, en cambio, dato o indicio alguno de que esa demora provocara un empeoramiento del estado de la paciente ni que requiriera atención urgente por dolor”, se concluye.
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