“Yo estudio una ingeniería”: las españolas que derriban los estereotipos machistas
Las chicas también estudian ingenierías. Y muchas, además. En la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, ellas ya superan a los chicos en Ingeniería Biomédica. En el grado de Ingeniería Matemática en Ciencia de Datos están empatados, asegura la institución. Sin embargo, según explica el INE en su 'España en cifras 2017', en el curso 2015-2016 solo había un 25,5 % de estudiantes mujeres en ingeniería y arquitectura, de un total de 254.244 personas matriculadas. En cualquier caso, las que están ahora mismo en el aula, estudiando grado, máster o doctorado, trabajan para que más mujeres se animen a estudiar una ingeniería.
Júlia Carrión tiene 21 años, casi 22. De Roses (Girona), estudia cuarto curso de Ingeniería Telemática precisamente en la Pompeu Fabra. “Igual es muy típico decir eso, pero yo era más de números que de letras [en el instituto]”, cuenta a HojaDeRouter.com. Aunque en Bachillerato se planteó estudiar Psicología, los números siguieron tirando. Influyeron también sus dos hermanos, ambos varones: desde su infancia, los juguetes que la rodeaban eran “cosas de tocar”, manualidades, coches, herramientas… Con el tiempo, los dos chicos (uno mayor que ella y otro, el benjamín) estudiaron también una ingeniería; en su caso, industrial. Y por si eran pocos, su padre y un primo mayor también hicieron la misma carrera. Y otra prima ha estudiado Ingeniería en Diseño. En su día a día en la UPF no ha notado discriminación o comentarios ofensivos. En los grupos de clase “siempre hay alguna chica, a pesar de que seamos menos”.
En segundo de carrera trabajó como programadora en una pequeña empresa y luego en otra más grande; aunque se le daba bien, asegura, se dio cuenta de que programar no era lo suyo, “ya que me gusta más hablar con personas, tener un poco más de relación…”. Ahora quiere especializarse en gestión de proyectos y trabajar en consultoría.
Carrión anima a las jóvenes a cursar estudios tecnológicos: “Cuando eres joven, a la edad de elegir una carrera, no se acaba de ver bien bien lo que es. Se expresa mucho que son como números, se dice que es muy difícil…, pero realmente tampoco es tan difícil cuando te gusta”. Ella colabora para sumar a más chicas en las aulas de las politécnicas organizando Wisibilízalas.Wisibilízalas Creado en 2016 por Aurelio Ruiz y Ana Freire, dos profesores de la UPF, es un proyecto para colegios e institutos con el objetivo de crear páginas de Wikipedia sobre mujeres de éxito en las STEM (iniciales en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), con premios para incentivar la participación. Carrión ayuda a los profesores en la organización y selección de los ganadores.
De la carrera a la empresa y de nuevo a estudiar
También en la UPF se encuentra, pero haciendo el doctorado, Laura Pérez, de 35 años. Estudió Ingeniería Técnica en Informática en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Se especializó en el desarrollo de aplicaciones web, montó una empresa con otros tres socios en la que estuvo un año y, tras una década de trabajo, cambió su rumbo para estudiar un máster de inteligencia artificial en la UPF y luego otro de Visión por Computador. De ahí saltó a un doctorado en lingüística computacional.
A Pérez le gustaban tanto las letras como las ciencias, “pero cuando se te dan bien las matemáticas me da la impresión de que el sistema educativo te empuja un poco hacia las ingenierías y las carreras técnicas”, explica a HojaDeRouter.com. También le gustaban los libros y las aventuras gráficas, y priorizó lo que parecía ofrecerle un mejor futuro profesional. Por otra parte, creció en una familia “donde no hubo distinciones de ningún tipo a nivel de trato ni juegos, así que mi hermano y yo compartimos cocinitas y juegos de construcciones, patines y balones. Todas las puertas estaban abiertas, pero imagino que el hecho de que él estudiase Ingeniería en Telecomunicaciones influyó también en mi decisión”.
En su primer día de clase eran casi un centenar de alumnos; de ellos, seis eran mujeres. No le sorprendió porque en el instituto solo había una chica que estudiara la rama tecnológica (ella había hecho la científica). “Aparte de alguna anécdota aislada, como algún chico que no se atrevía a hablar con nosotras, no recuerdo ningún episodio que pusiera en duda la igualdad en la universidad”.
A la hora de trabajar, nunca se ha sentido discriminada por empresas ni por compañeros varones, aunque sí por el propio mercado laboral: sueldos, permisos de maternidad y paternidad, reducciones de jornada para cuidar a familiares… De su experiencia desarrollando aplicaciones recuerda una visita a unos clientes con un comercial en la que, “en más de una ocasión”, tuvieron que explicar que la ingeniera era ella, “¡porque aun dirigiendo yo la reunión los clientes se dirigían a él en vez de a mí!”.
En Barcelona, Pérez es una de las organizadoras de PyLadiesBCNPyLadiesBCN. Formado por 210 mujeres, el objetivo es fomentar la participación de estas en la comunidad del lenguaje de programación abierto Python. Organizan encuentros mensuales o talleres de un día en los que chicas de ámbitos no técnicos aprenden a crear su blog o su web.
También coordina PyBCN, el grupo mixto; en ambos, los temas de género y TIC “tendrán un peso importante” este 2018. Para sus actividades ya cuentan con un código de conducta en el que se advierte de que habrá tolerancia cero ante cualquier tipo de acoso. Además, en alguna reunión han tenido que recordar a los chicos que iba a los talleres a aprender y no a ligar: “Alguno literalmente nos dijo que venía porque le hacía gracia que hubiera tantas chicas”.
'Mansplaining' ingeniero
En cambio, Silvia Barbero no tenía antecedentes familiares para meterse en una ingeniería. Esta joven de 22 años cursa en la actualidad el doble máster en Ingeniería Informática y Ciencia y Tecnología Informática de la Universidad Carlos III de Madrid. Desde 3 º de ESO les bombardeaban con información sobre la universidad. A ella le atrajeron la atención las carreras técnicas: “Siempre me habían llamado la atención los ordenadores, cómo funcionaban y facilitaban muchas tareas”, cuenta a HojaDeRouter.com. Pasaron los años y comenzaron a interesarle la inteligencia artificial y la seguridad cibernética, así que se matriculó en el grado de Ingeniería Informática.
El primer día de clase esperaba que no hubiera más de tres o cuatro mujeres en clase, pero terminaron siendo 11, “¡casi el 30 % sobre el total de alumnos!”. Tras los exámenes de primer curso, unos chicos le dijeron que sus buenas notas se debían al hecho de ser mujer. “Hablé con ellos para decirles que esos comentarios me molestaban, que estaban menospreciando todo el esfuerzo que yo había dedicado a mis estudios, además de que me resultaban ofensivos, y no hubo más incidentes del estilo con estas personas”.
En el máster hay menos mujeres en clase y se nota en cuestiones muy serias: Barbero ha tenido “choques constantes” con algunos compañeros a la hora de discutir sobre la igualdad en informática. “He perdido la cuenta de las veces que he tenido que explicar por qué considero necesarias y útiles las becas y programas de ayuda para las mujeres que están estudiando o quieren estudiar STEM y que esto no supone que dispongamos de más privilegios en este campo”, explica. “A muchos todavía les cuesta ver que la falta de mujeres en este tipo de carreras sea un problema que nos afecta actualmente y tiene repercusiones en el futuro”.
Junto a ello, hay una “presión” para demostrar que vales tanto como ellos, “que eres capaz de hacer las mismas cosas, que el género no es un impedimento ni implica que se te vayan a dar mejor o peor un tipo de materias”. Barbero está además en un grupo de investigación en el que se ha encontrado de todo, “desde aquellos que me han tratado como a uno más desde el principio, sin hacer distinciones de ningún tipo, hasta aquellos que por ser mujer han considerado que es necesario explicarme todo, aunque haya expresado mi conocimiento sobre el tema”. Ha llegado al punto que, asegura, en mitad de una conversación se haga una parada para que alguien le defina “hasta los conceptos más básicos”.
Belén Bermejo tiene 25 años, vive en Mallorca y es graduada en Ingeniería Informática por la Universidad de las Islas Baleares. En la actualidad, se está doctorando en TIC y trabajando en un grupo de investigación para la reducción del consumo energético. Bermejo cuenta que su interés le viene “desde pequeñita”: “”A mí nunca me habían gustado las típicas carreras que siempre suelen estar destinadas a las mujeres, en plan enfermería, psicología…“, describe a HojaDeRouter.com. ”En Bachillerato empecé a meterme en temas tecnológicos y ya vi que a mí eso de crear y construir cosas me gustaba más“.
El primer día de carrera “no me impresionó, pero sí me llamó la atención” las pocas chicas que había en su aula: más de cien alumnos por apenas cinco o seis alumnas. Nunca se ha sentido discriminada por ser mujer en estas carreras, ni por los compañeros (“todo lo contrario: ellos se suelen sorprender de que haya mujeres en ingeniería”) ni por los profesores.
“Aprendí a rebobinar un VHS antes que a leer”
Como a Bermejo, a Marta Lobo también le vino de pequeña el interés por lo tecnológico. A esta segoviana de 21 años, que estudia cuarto de Ingeniería Informática y ADE en la Universidad Carlos III de Madrid, todo lo relacionado con las nuevas tecnologías le resultaba “muy intuitivo”. “Aprendí a rebobinar un VHS antes que a leer, casi”, cuenta a HojaDeRouter.com. En el campus de Colmenarejo, en el que estudia, es una de las promotoras de Imaginegirls, una sección de la asociación de estudiantes de Ingeniería Informática Imagineware.
La idea surgió después de asistir a la ACM womENcourage de Barcelona, una conferencia de mujeres del sector. “En ese viaje me di cuenta de la cantidad de chicas que hay en este mundillo, y de lo bien que me hacía sentir el estar arropada por otras mujeres que entendían mis sentimientos y compartían mis experiencias”. De vuelta a Colmenarejo, propuso a otras mujeres de Imagineware que se juntaran y, sin desvincularse del grupo, hicieran algunas actividades “solo para nosotras”. “La idea nunca ha sido la de separarnos por completo, puesto que la igualdad no se consigue si hay dos grupos separados, sino cuando hay uno muy heterogéneo”, explica; “pero siempre había echado en falta un 'safe-space', un ambiente en el que no sentirme juzgada o en minoría”.
Acaban de empezar, pero su presencia ya se ha notado en algunas actividades de la Hora del Código, un evento en el campus con alumnos de instituto para motivarlos con la tecnología. “Este año las mujeres informáticas y tecnólogas han estado mucho más presentes, por lo que es una pequeña victoria”, afirma orgullosa.
Lobo, que también es mentora en Technovation Challenge (una iniciativa para que chicas de instituto resuelvan problemas de su entorno con tecnología) y ayuda a chicas recién llegadas a la facultad, no ha notado mucho en clase la diferencia entre alumnos y alumnas, pero también “cuando algún profesor hace un chiste o un comentario fuera de lugar, me siento cohibida a recriminárselo porque no sé si voy a encontrar apoyo”.
Además (“no sé si es una cuestión personal o por ser mujer o por qué”), cree que su opinión se tiene menos en cuenta en un grupo grande de chicos: “Cuando surgió el proyecto [Imaginegirls] y lo comenté con compañeros de la universidad y de la asociación, no me dijeron si les parecía buena o mala idea, pero después me enteré de que por detrás algunos me estaban llamando feminazi y rechazando cualquier cosa que tuviera que ver con esto, incluso cuando no sabían de qué se trataba. Una vez ya comenzó todo, desde dentro de la asociación nos apoyan y hay muy buen rollo entre todos. Sin embargo, creo que en determinadas situaciones aún sigue habiendo muchos prejuicios y, sobre todo, falta de empatía”.
Mucho por hacer todavía
Estas estudiantes ven de forma diferente los avances en igualdad de los últimos años. Carrión cree que se ha avanzado, “pero con poca velocidad, aunque ahora sí que hay muchas empresas a las que interesa mucho el tema de la paridad. Al ser mujer, a veces hacen algunos comentarios como: ‘Pues sí, estamos buscando más mujeres, porque hay pocas’. Eso para nosotras, supongo, ahora es un punto a favor”.
“Se está intentando visualizar un poco más la figura de la mujer dentro de lo que son las ingenierías, pero yo creo que todavía queda mucho mucho mucho por hacer, porque aún se sigue viendo como algo que es solo de hombres”, opina Bermejo desde Baleares. Además, “a muchas mujeres también les cuesta ver que hay mujeres que son ingenieras y que no se dedican a lo mismo que se dedican ellas”.
Barbero coincide: queda camino por recorrer, pero se están haciendo muchos esfuerzos y los resultados no son inmediatos. Cita los programas para formar a mujeres en perfiles digitales y facilitar su inserción en empresas, así como las asociaciones que visibilizan e invitan a las mujeres a ayudarse entre ellas.
Ella colabora en la organización del T3chFest,T3chFest un evento de tecnología impulsado por estudiantes y antiguos alumnos de la Carlos III en el que el papel de las mujeres en el sector está muy presente entre charlas, talleres y una jornada de presentación de carreras del sector a los institutos. A ella, este día le parece “clave” para las chicas que se plantean entrar: “Es una primera toma de contacto directa con este entorno, en el que pueden ver a otras mujeres que han experimentado lo que es enfrentarse a situaciones con las que se van a encontrar y a las que pueden consultar sus dudas”.
Lobo también menciona las oportunidades para que las mujeres compitan en igualdad en el entorno empresarial: “Si no se nos dan las mismas posibilidades o facilidades de progresar, nunca podremos competir en igualdad de condiciones. Esta es una medida temporal, y cuando haya igualdad social y cultural, ya no hará falta esta discriminación positiva”.
Pérez ha visto los avances en temas de igualdad, las charlas en institutos o los talleres, “pero las cifras cambian poco o nada”. Para ella, “el enemigo más difícil de vencer” son los medios de comunicación: “De nada sirve organizar charlas para adolescentes si han crecido con la idea de que los hombres son mecánicos, arquitectos o informáticos y las mujeres son profesoras, enfermeras y veterinarias”, asegura. Falta legislar de forma eficiente la igualdad salarial y la paridad de representación en todos los niveles y ámbitos: “¿Dónde están las deportistas? ¿Las directoras de cine? ¿Las escritoras? Las mujeres han sido invisibilizadas a lo largo de la historia, no están en los libros de texto”, sentencia.
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Las imágenes son cedidas, por orden de aparición, por Nerea Luis (1), Júlia Carrión (2), Laura Pérez (3, 4), Silvia Barbero (5), Belén Bermejo (6) y Marta Lobo (7, 8)