Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Israel no da respiro a la población de Gaza mientras se dilatan las negociaciones
Los salarios más altos aportarán una “cuota de solidaridad” para pensiones
Opinión - Por el WhatsApp muere el pez. Por Isaac Rosa

Star Wars, Alien, Star Trek... El cine suspende en la asignatura de naves espaciales

El Halcón Milenario, la nave del contrabandista Han Solo

Jorge Ramírez Orsikowsky

Desde que el cine es cine, uno de sus dogmas ha sido “nunca dejes que la realidad te estropee una buena historia”. De ahí que en el séptimo arte sean habituales las patadas a la historia o a la ciencia. De estas últimas está lleno el género cinematográfico conocido como ciencia ficción para alegría, nótese la ironía, de todos aquellos que tienen amplios conocimientos de la materia. Según esos entendidos, el récord de burradas contra las leyes de la ciencia podría poseerlo ‘Armageddon’, una película que cuenta con 168 errores. Con sus dos horas y media de duración, sale a más de un gazapo por minuto.

Miguel Santander, investigador postdoctoral en el Observatorio Astronómico Nacional de Madrid, además de astrofísico y escritor, se ríe cuando le preguntas por los aspectos científicos relativos a las naves espaciales que cumplen en general los largometrajes cinematográficos. “Es una buena pregunta”, responde, aunque logra encontrar alguna característica verosímil en la mayoría de los filmes: la forma de las naves.

“En general, las naves del cine no suelen tener una forma aerodinámica como un avión quitando las que parecen o actúan como cazas. Se parece a la realidad porque en el espacio no hay una fricción con una atmósfera, es el vacío, no hay nada que te frene, y entonces no necesitas ser aerodinámico para nada”. Por este motivo, la nave Nostromo de ‘Alien, el octavo pasajero’, que parece según Miguel “un camión o un remolque”, sería perfectamente manejable en el firmamento.

Curiosamente, otro aspecto que el cine trata con bastante fidelidad podría cambiar en el futuro. Es el relativo a la frialdad impersonal del interior de las naves, en las que, como en la realidad, no hay ningún tipo de vida más allá de la tripulación y de algunos animales para experimentos. En un artículo de la BBC se explica la necesidad de que pueda desarrollarse en las naves un hábitat más parecido al de la Tierra para que los astronautas no pasen meses o años en el futuro en “una caja de plástico”.

La idea sería empezar poco a poco, no sólo con alguna planta sino con colonias de bacterias que, por ejemplo, podrían ayudar a reciclar los residuos. Nada parecido a la criatura escondida en la basura que ataca a la princesa Leia, Luke Skywalker y Han Solo en ‘La Guerra de las Galaxias’. Un ejemplo de ecosistema poco habitual en el mundo del celuloide (ahora digital) que no interesa en la vida real.

El tamaño imposible de las naves cinematográficas

Para Santander, son mucho más numerosos los aspectos en las películas contrarios a las leyes de la física y a veces a la pura lógica. El tamaño es uno de ellos. “Es carísimo poner algo en órbita. No recuerdo la cantidad exacta, pero poner un kilo en el espacio cuesta cientos de miles de dólares, quizá más de un millón [En concreto cuesta más de un millón de euros]”, declara el astrofísico a Hoja de Router. “Las naves tienen que ser pequeñas, como chalupas si las comparamos con barcos”, añade.

No hay más que ver el tamaño de la Estación Espacial Internacional (ISS), que es el objeto artificial más grande en órbita terrestre. Con unas dimensiones de 110x100x30 metros, ha costado cien mil millones de dólares. ¿Cuánto costaría construir y poner en órbita un destructor imperial de 1.600 metros de longitud como los que salen en la saga ‘Star Wars’? El coste de la Estrella de la Muerte ya se escaparía de todo cálculo.

Miguel reconoce que en este caso, como en otros, las naves del cine “tienen la excusa de que normalmente estas películas se desarrollan dentro de cientos de años y puede ser más barato poner cosas en órbita o construir allí en ingravidez”. En la actualidad serían inviables y también en un futuro próximo.

El lujoso, espacioso e irreal interior de las naves del cine

Cualquier módulo o cohete que se envía al espacio es pequeño, estrecho, incómodo. La Estación Espacial Internacional también lo es como puede comprobarse arriba. Vivir allí seis meses es una experiencia dura que necesita de un exigente entrenamiento. Sin embargo, Hollywood pasa de los espacios reducidos salvo para escenas muy concretas. Prefiere mostrar pasillos enormes y anchos con paredes lisas y luminosas en lugar de las bolsas, cables, controles, cajas, etcétera que recubren las paredes de las naves reales, donde aprovechar el espacio al máximo es una necesidad imperiosa.

Ya querrían los astronautas como Pedro Duque moverse por los pasillos de la nave USS Enterprise de la saga ‘Star Trek’, pero tienen que habituarse a la incomodidad de naves como la ATV, siglas de Vehículo de Transporte Automático, que la Agencia Europea del Espacio (ESA) aporta para llevar suministros a la Estación Espacial Internacional.

En cambio, el capitán Kirk, el comandante Spock y el resto de la tripulación del USS Enterprise pueden incluso correr por su interior, por sus interminables pasillos, un sueño imposible para los astronautas de la nave rusa PTK-NP, que darían cualquier cosa por un puente de mando como el de la nave cinematográfica.

La gravedad inexplicable en el interior de las naves

Salvo en películas muy concretas como ‘Apolo XIII’, “las naves del cine suelen tener una gravedad propia y todos están pegados al suelo caminando cómodamente sin que haya un dispositivo que pueda generar gravedad de manera realista”, dice el astrofísico español. Miguel destaca una excepción: “En la nave de ‘2001: Odisea en el espacio’. hay partes que están en rotación y en ellas hay cierta gravedad”. Lo realista sería que los miembros de la tripulación se movieran flotando.

Este error cinematográfico es consecuencia, como otros, del presupuesto. “Empezó con ‘Star Trek’. No los iban a poner en un avión en caída libre como si fuera el ‘Apolo XIII’. Entonces se inventaron el generador de gravedad artificial y hasta hoy”, explica Santander. Una solución muy cómoda que facilita los rodajes y los abarata.

Las naves espaciales no pueden moverse como cazas ni ignorar la mecánica orbital

Uno de los gazapos más habituales en las películas ambientadas en el espacio tiene que ver con el movimiento de las naves. Miguel lo explica así: “Las naves suelen volar como si fueran cazas de la Segunda Guerra Mundial cazas de la Segunda Guerra Mundial persiguiéndose unos a otros. En el espacio tú no te mueves así. Te puedes mover así en el aire por la resistencia que hace el aire, pones las alas de una forma u otra, los alerones, para impulsarte. Pero en el vacío no te impulsas contra nada. Las maniobras que hacen por lo general son irreales”.

De este fallo habitual se pasa por relación directa a otro que tiene que ver con el combustible. En el cine solucionan con un motor de fusión un problema que afecta a los vehículos espaciales reales, en los “que te puedes propulsar muy poco tiempo y ya está”. Miguel desarrolla esta idea: “No puedes hacer todas las maniobras orbitales que te dé la gana porque el combustible es muy, muy limitado. En el espacio tú apagas los motores y te sigues moviendo de acuerdo a la trayectoria que lleves”. Algo que las naves del cine ignoran y siempre tienen encendidos los motores.

El cine también suele pasar olímpicamente de la mecánica orbital. Un error que lastra la película ‘Gravity’, que por otro lado es “bastante fidedigna en las reproducciones de la estación espacial y las naves”. El astrofísico analiza el error en el filme: “Hay un momento en el que la protagonista coge la Soyuz y enfila a la estación espacial china y cuando la ve delante, activa los motores y tira hacia allá. Si hubiera hecho eso en la realidad se habría ido a otra órbita completamente diferente, más amplia, y se habría perdido. En un caso así en la realidad, lo mejor que puedes hacer es frenar, alejarte un poquito. Caes a una órbita más interior con un periodo un poco menor y cuando llegas de nuevo al punto original le has recortado un par de minutos. Cada vuelta que des estarás un poco más cerca. Luego ya sólo quedaría acoplarse”.

La hipervelocidad y otras fantasmadas cinematográficas

Hay muchas más licencias que se toma el cine. Una de ellas tiene que ver con la hipervelocidad, que es algo imposible. “Acelerando no vas a romper la barrera de la luz. Para lograrlo necesitarías una cantidad de energía infinita. Da igual lo grande que hagas la nave para que tenga más combustible. La hipervelocidad en estas películas es ciencia ficción”, señala Miguel, que añade otro gazapo habitual: “También es pura fantasía la forma en que las naves más grandes atraen a las pequeñas, o cómo éstas entran en el interior de ellas. ¿Cómo haces para que la atmósfera no se te escape?”.

Al final, el cine es un entretenimiento y por eso recurren a fantasmadas que van contra la física pero que hacen las películas más entretenidas para el espectador medio que no posee unos elevados conocimientos científicos o que teniéndolos prefiere esa libertad creativa en beneficio del espectáculo. El anterior vídeo muestra algunos de los gazapos de las películas de ‘Star Wars’, aunque son extensibles a otras sagas y largometrajes.

Las películas más realistas

No todos los filmes de ciencia ficción se centran más en la segunda que en la primera. Los hay que intentan ser verosímiles y realistas sin dejar de lado el interés del argumento. “Apolo XIII’ probablemente sea la película más realista. La más rigurosa con la realidad”, comenta Santander, que añade que muestra de forma épica “un episodio alucinante de la carrera espacial. Cómo pudieron salvar a unos astronautas que estuvieron a punto de morir varias veces”.

Para este astrofísico, hacia abajo en la clasificación habría otras películas que no tienen esa hoja intachable. ‘Gravity’, por ejemplo, que tiene muchos aciertos como que “los astronautas usan manuales” pero que también tiene cosas que no son nada rigurosas.

Por último, Miguel destaca ‘2001: Odisea en el espacio’. “Tiene mucho mérito el film porque cuando se realizó no se había llegado a la Luna. Se estrenó el año anterior”, explica. “Debió ser una de las primeras películas en la que no hay sonido en el espacio. El director Stanley Kubrick supo crear un efecto muy angustiante”, declara Miguel.

“Sólo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana... y no estoy seguro de lo primero”. Esta cita de Albert Einstein, que podría aplicarse perfectamente a la película ‘Prometheus’ porque muestra el vasto universo y a una tripulación plagada de incompetentes, quizá debería completarse con un tercer elemento, y es que la capacidad de Hollywood para patear a la ciencia en el culo es casi infinita.

Etiquetas
stats