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ENTREVISTA

Jordi Galceran, dramaturgo: “Si quieres ofender a alguien es muy sencillo y no tiene ningún valor dramático”

Jordi Galceran, dramaturgo.

Nicolás Ribas

Eivissa —

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Palma acoge estos días, del 23 al 29 de octubre, la Semana de la Dramaturgia, durante la cual se han desarrollado una serie de actividades y propuestas culturales. Una de ellas está protagonizada por Jordi Galceran i Ferrer (Barcelona, 1964), guionista y traductor, internacionalmente conocido por su obra de teatro El Mètode Grönholm. Licenciado en Filología Catalana por la Universitat de Barcelona, empieza a escribir obras teatrales en 1988, hasta convertirse en un referente de este género literario.

Galceran ha sido premiado, en 1995, con su obra Paraules encadenades, que ganó el XX Premio Born de Teatro; un año después, ganó el Premio de la crítica Serra d’Or, a la mejor obra en lengua catalana. Años después, Dakota (1995) obtuvo el Premio Ignasi Iglésias. El artista catalán también se ha desarrollado profesionalmente en otros ámbitos, como en las traducciones o el mundo audiovisual.

Este fin de semana presenta una master class y coordinará, junto a Marta Fluvià, el Encuentro Dramático en el Espai Tub de Palma. ¿Qué nos puede avanzar?

Impartiré una charla hablando de teatro. Llamarla master class lo encuentro exagerado, pero será una charla en la que hablaré de teatro, y sobre todo, de comedia, así como un poco de mi experiencia como autor de comedias y el guion de la charla. Hace unos meses una revista me pidió un decálogo de consejos por el autor de comedias y lo utilizaré como guion para esta charla. Intentaré explicar las cuatro cosas que he descubierto escribiendo comedias durante todos estos años.

¿Y qué consejos le daría a los autores más jóvenes?

Para eso hay que acudir a la charla (se ríe).

En estos momentos, además, está presentando -bajo la dirección de Jordi Belbel- la obra teatral Fitz Roy, que es una montaña situada en la Patagonia sur, entre Argentina y Chile. Es una de las vías de escalada más complicadas del mundo. ¿Por qué ha escogido este tema?

Esta obra ya la estamos presentando en Manacor y Palma. Hace mucho tiempo que pensaba en hacer una obra sobre un Récord Guiness. Esta gente que hace cosas como absurdas: este tipo de personajes que ponen todo el empeño y se la juegan mucho en conseguir algo que en el fondo piensas que no sirve para nada. Dándole vueltas a este tema llegué a la escalada porque en la escalada la gente se juega la vida e invierte mucho esfuerzo en hacer una cosa, que es subir una montaña y ya está. Después baja, ¿no? Siempre me han fascinado esta especie de personajes que se la juegan para conseguir cosas que antes no había conseguido nadie. Por este camino llegué a pensar en el tema de la escalada y se me ocurrió esta idea de poner unos personajes en medio de una montaña y ver los problemas y las emociones que sienten al intentar un reto como este.

¿Y quiénes son los protagonistas?

Escogí esta montaña, el Fitz Roy, que da nombre a la obra, porque un escalador me comentó que a él le parecía que había una vía que nunca había sido conseguida por una cordada femenina. Yo pensé: mis protagonistas serán mujeres. Mujeres que intentan una cosa que no ha conseguido nunca nadie. Cuando escribes una historia, siempre, cuanto más alta es la apuesta, cuanto más alto es el reto, mejor funciona. Y por este motivo elegí a cuatro escaladores que intentan este reto y mientras están allá esperando a que haya una ventana de buen tiempo para iniciar la escalada, se encuentran con una serie de problemas y tienen que decidir si merece la pena jugarse la vida por aquella montaña o es mejor rendirse y volver atrás.

Escogí esta montaña, el Fitz Roy, porque un escalador me comentó que a él le parecía que había una vía que nunca había sido conseguida por una cordada femenina. Y pensé: mis protagonistas serán mujeres que intentan una cosa que no ha conseguido nunca nadie

¿Es el mensaje que pretende transmitir con la obra? Es decir, hacer llegar al público esta reflexión, sobre si realmente merece la pena hacer una cosa así. Es un ejemplo más de otras muchas cosas que nos pueden ocurrir en la vida, situaciones en las que hay que elegir.

Supongo que sí, que la obra en el fondo habla de eso, de si vale la pena jugársela para conseguir unos objetivos. Algo que nunca ha conseguido nadie y dedicar grandes esfuerzos a hacerlo. Pero es una reflexión que yo hago a posteriori. A mí simplemente me interesaba esta aventura, me interesaban estos personajes, y yo lo que intento es explicar una historia. Después las reflexiones que se hagan sobre ello ya no son cosa mía.

Hace 10 años que no presenta una obra como esta. Es cierto que también crea desde otros formatos (guiones cinematográficos, series de televisión y libros), pero en cuanto a la obra teatral dramática, desde El Crédito, de 2013, que no surgía ninguna. ¿Es muy exigente consigo mismo a la hora de crear?

A mí me cuesta encontrar una buena idea para escribir una obra de teatro, entre medio hago muchas cosas, escribo guiones de televisión y eso implica un poco de trabajo, por decirlo de alguna manera. Te hacen un encargo y miras de resolverlo de la mejor manera posible. Pero, ¿cuándo? Y esta es una de las cuestiones de las que hablaré durante la charla que, para mí, es de las cosas más difíciles que existen. Este trabajo consiste en encontrar una buena idea. Encontrar una buena idea para escribir una obra de teatro me cuesta mucho, y a veces tardo muchos años en conseguir que salga, otras veces sale muy rápido. No hay ninguna norma sobre esto, pero siempre tengo en la cabeza que la gente que va al teatro va a ver una cosa especial, algo excepcional y encontrar una idea para escribir una obra que sea especial, que sea excepcional, no es nada fácil. A mí me cuesta mucho tiempo.

Hay mucho mito en torno a la palabra “creatividad”. Hay escritores que dicen que se inspiran de una manera determinada. Otros, en cambio, dicen que necesitan ir todos los días a una oficina, estudio o espacio de trabajo, durante muchas horas, se esfuerzan en que salgan las ideas. ¿Cómo lo hace usted?

Tengo un estudio y cada mañana voy a trabajar con la voluntad de encontrar una buena idea para escribir una obra de teatro y la mayoría de las veces, sin embargo, no la encuentro. Y después lo más difícil es saber si la idea que tienes es buena o no es buena, y esto solo lo sabes escribiéndola. Y yo me pongo a escribir muchas cosas y a las diez o quince páginas me doy cuenta que no va a ninguna parte, que no era una buena idea. Para mí es el proceso más difícil para trabajar y no hay una norma, no hay un sistema, simplemente dedicarte y trabajar. Y a veces tienes suerte y encuentras algo que merece la pena. Y la mayoría de las veces no tienes suerte.

Yo me pongo a escribir muchas cosas y a las diez o quince páginas me doy cuenta que no va a ninguna parte, que no era una buena idea

Dentro del mundo del arte y de la cultura siempre se habla mucho de dónde están los límites del humor cuando cuentas una historia, sobre todo si son temas polémicos. ¿Se ha encontrado con alguna obra que haya generado una reacción en la gente que no esperaba?

Sí, hoy en día es muy difícil. Tú no puedes escribir pensando en los otros, tienes que escribir pensando en cosas que a ti te interesen y que puedan interesar a los otros. Puedes ofender porque en el fondo todo el mundo es susceptible de sentirse ofendido. La ofensa es una cosa muy subjetiva y muy personal y algo que tú no consideras ofensiva hay personas que pueden sentirlo así. Si te pusieras a pensar así no escribirías nada.

Yo intento pensar siempre en términos dramáticos, en términos teatrales. Yo hice una comedia que se llama Burundanga, donde había dos personajes que eran etarras y nadie había hecho una comedia con estos personajes. Cuando lo comentábamos, mis amigos me decían ‘no te metas en este lío’, y estoy hablando de hace 13 o 14 años cuando ETA todavía funcionaba, pero desde mi punto de vista, telemáticamente era la mejor idea que tenía. Era la que me funcionaba mejor y decidí salir adelante. Una cosa que tienes que vigilar es intentar tratar este tema con respeto, porque ofender es muy fácil. Si quieres ofender a alguien es muy sencillo y no tiene ningún valor dramático. Entonces tienes que intentar encontrar la historia donde tú puedas tratar este tema y que sea soportable. Con otras obras ha habido otros temas que han creado polémica, pero mi voluntad es escribir una historia que funcione teatralmente. Y si ofendes tienes que salir adelante y lo tienes que asumir. No puedes hacer feliz a todo el mundo completamente.

¿En qué formato se siente más cómodo?

Me considero autor de teatro. Cuando pienso cosas mías, para entendernos, siempre pienso en teatro, y todo lo que he hecho en el audiovisual, con guiones, traducciones y adaptaciones lo considero trabajo. Lo intento hacer de la mejor manera posible, pero cuando me pongo a pensar en escribir una historia, pienso en teatro.

¿La cultura escrita y representada en catalán se encuentra en buen estado de salud?

Nuestro país solo es un país pequeño. Todo lo que se haga en nuestro idioma tiene una repercusión limitada, pero tengo que decir que al menos en el teatro, creo que el catalán se encuentra en una situación, en estos momentos, envidiable. Si ahora nos pusiéramos a decir nombres, hay una veintena de muy buenos autores de teatro que escriben en catalán, que estrenan en todo el mundo. Y en este aspecto, si habláramos de cine y televisión sería otra cosa. Pero en teatro, la cantidad de buenos autores en Catalunya, en relación con su población, es altísima.

Una última cuestión de orientación política. En Balears, en estos momentos, hay una fuerte polémica porque el Govern del PP, que necesita a Vox para gobernar, quiere acabar con el modelo de inmersión lingüística en la educación pública de las Illes. ¿Qué le parece?

La lengua es una herramienta, una herramienta que nos sirve para comunicarnos. Cuando ideológicamente se quiere utilizar esta herramienta para según qué propósitos, las cosas se empiezan a complicar. La lengua propia de Catalunya y Balears es el catalán. Lo más lógico es que en la escuela se utilice la lengua propia y se enseñen otras lenguas. Y cuando sales de esta lógica ya estás trabajando con motivos puramente ideológicos que pueden interesar políticamente a cada persona, en cada momento. No tiene demasiado sentido, es una cosa puramente absurda y que pasará, que se superará. Será un momento y las cosas volverán a la lógica. Pero mientras tanto tienes que sufrir esta situación y tienes que luchar en contra. Y da mucha pereza.

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