1.- ¿Y si el 15M no hubiera sucedido? Aquella movilización de Democracia Real Ya nunca existió. No hubo una acampada en la puerta del Sol. Nadie esperaba la revolución española, así que la revolución española no apareció. Nadie fue a recuperar la Plaza Catalunya. El Papa vino a Madrid y no hizo falta cerrar plaza alguna. No aprendimos a usar pads para coordinar campañas de comunicación. Nadie nos dijo que no tendríamos miedo nunca más. Nacho Vegas no compuso “Cómo hacer Crac”, Amaral no escribió “Ratonera”. Los nodos de la PAH no se multiplicaron. Nadie fue a ese portal a parar aquel desahucio. Esas personas siguieron pensando que la deuda que no podían pagar era por vivir por encima de sus posibilidades. El 25 de septiembre alguien se quedaría mirando el Congreso esperando a que pasara algo que no termina de pasar. Sin casa, sin curro, sin pensión... con miedo. No habría Iaioflautas y no harían travesuras. La Marea Blanca no llegó a organizarse y no hubo jamás una consulta con casi un millón de participantes. La ILP de la PAH quedó en nada. Tu hermano se fue a otro país a currar, pero no lo llamó exilio. En Tetuán no hay un banco de alimentos. En Carabanchel no existe el EKO y en Sevilla no hay corralas ocupadas. No sabríamos que hay algo llamado Cultura de la Transición. Nadie habría hecho ningún escrache. Nadie habría sentado a Rodrigo Rato en un banquillo y el 22 de Marzo no habría habido unas Marchas de la Dignidad.
Si el 15M no hubiera sucedido no existiría Podemos. No habría Partido X. Nadie diría “No les votes”. Seríamos, entonces, mercancías en manos de políticos y banqueros.
Me lo repito cuando me dicen que el 15M no ha conseguido nada.
2.- A veces miras a un lugar esperando ver algo y ese algo ya no está. Solo queda su fantasma. O tu ilusión de que sigue ahí. En el tercer aniversario del 15M el 15M ya no estaba allí. Estaba en otra parte. Hace tres años votar era lo de menos. Este fin de semana el aniversario del 15M estaba atravesado por un debate, el electoral, y por una celebración que tenía más de rito que de potencia colectiva. El 15M son muchas cosas. Algunas de esas cosas están dónde estaban hace tres años, pero el deseo colectivo y la expectativa están en otra parte. Y tiene sentido.
El 25 de septiembre de 2012 decenas de miles de personas rodeamos durante tres días el parlamento. Nadie en el interior del hemiciclo se hizo cargo de lo que estaba pasando fuera. De forma similar, el Partido Popular tumbaba la Iniciativa Legislativa Popular de la PAH, la ILP con mayor apoyo de la historia de la democracia. Se hacía patente un bloqueo institucional que colocaba un problema a las iniciativas nacidas al calor del 15M: en un contexto no democrático, con unas fuerzas políticas ajenas por completo a los deseos ciudadanos y endeudadas a los bancos y la Troika, ¿cómo arrancar victorias sensibles y de mayorías?
En ese contexto hubo quién decidió saltar la línea policial que rodeaba el Congreso y empezó a pensar en la forma de colarse dentro. La pregunta es si ese salto sería compartido, escuchado, entendido y aceptado por la sociedad.
Dos años después dicha sociedad empobrecida y furiosa, humillada y a la desesperada se encuentra con un movimiento amplísimo en pleno reflujo y sin mucha capacidad de organización (más allá de la PAH ) y con unas apuestas electorales que le sirven de catarsis, como voto de castigo o como el siguiente desafío lógico en esta escalada de las apuestas. Lo único que queda por saber es el éxito contable de dichas apuestas, pero el interés está colocado en ellas.
El ciclo de movimiento se ha visto sustituido por un ciclo de corte electoral que solo acaba de empezar y que se irá intensificando con casi total seguridad hasta las elecciones generales de 2015.
3.- Las dos fuerzas políticas que, junto con las CUP, encarnan dicha traducción de movimiento al campo electoral son Podemos y el Partido X. Es probable que ambas respondan a dos almas distintas del movimiento. Una la tecnológica, no identitaria, ligada a la ética hacker y al poder distribuido, a los protocolos y la ruptura con las lógicas de la representación. La otra a la dimensión de lucha popular comunitaria, de resignificación de mitos y actualización de una memoria de corte sindical y de organización en el territorio. Ambas comparten la centralidad del hecho comunicativo, la proliferación como lógica organizativa y la dimensión de ruptura con el viejo régimen del 78.
Ambas nacen empujadas y en el interior de un magma de movimiento que hoy no existe como tal. Que no tiene capacidad ahora mismo para llevar las apuestas de dichas propuestas electorales más lejos que dónde ya las ha dejado, como candidaturas de ruptura democrática.
Las gentes que están en los círculos de Podemos y en la redes del Partido X son las que se vieron atravesadas por el acontecimiento 15M. No están en otro lugar. Esos partidos que dicen ser herramientas de un movimiento son, hoy, el movimiento real. Cuanto más se parezcan al 15M, mejor para nuestro futuro colectivo. Cuanto más se parezcan a los partidos con los que compiten, peor para todos.
Solo en el campo de una nueva organización sindical (ahí está la PAH) se puede dar un campo de experimentación política que no necesite contar de alguna forma con estas fuerzas. Cualquier otro intento de situar un afuera de este proceso social lo tiene muy difícil para conseguir ser participado. El motivo es muy sencillo. Hoy por hoy es muy difícil identificar una potencia en nada que no sea útil, y la utilidad se mide a partir de la capacidad de expropiar poder institucional a lo ya instituido. Es útil todo lo que les quita poder a quienes nos quitan derechos. Lo demás es opinión pública y en un contexto no democrático la opinión no es suficiente.
Las posibilidades de que con estos mimbres estemos ante un potencial cierre de la situación son altas. Estas nuevas fuerzas políticas pueden terminar por ser los partidos que no quieren ser, estando atentas de forma exclusiva a su propia reproducción, a la vieja lógica de las peleas internas que no son más que el balón de oxígeno de las organizaciones tradicionales para escenificar primero sus rupturas y luego sus simulacros de unidad.
Pero cualquier ilusión en torno a la proliferación de una nueva ola de movimiento en clave de desafío que no piense a partir del ciclo electoral que se abre es simplemente eso, una ilusión. Y cuando digo pensar a partir del ciclo electoral no me refiero organizar otro partido más o meterse a intentar que estas fuerzas se alejen en lo posible de la vieja política, sino mas bien a identificar que sin la fuerza social que se ha puesto en marcha en torno a ellas poco hay que hacer y sin desafíos que escalen lo que dichas fuerzas han puesto encima de la mesa (El asalto institucional) no hay potencia posible hoy por hoy para mantener abierta la coyuntura.
4.- “Abandonemos las ilusiones”- decía Franco Berardi en 2001- “preparémonos para el combate” Si vamos a por el 1%, si vamos a por el bipartidismo, si vamos a por el régimen, tenemos que ir en serio y tenemos que ir a por su base normativa: la Constitución. ¿Por qué? Primero porque una vez estas fuerzas electorales irrumpan en el ciclo van a necesitan un desafío de orden superior para crecer, en segundo lugar porque solo a partir de ese desafío pueden componerse con otras fuerzas y apuntalar su fuerza. En tercer lugar porque la constitución actual no permite el desarrollo de la fuerzas sociales que dichas fuerzas políticas encarnan. No pone coto a la representación ni pone coto a la economía financiera. Es decir, no genera democracia ni genera derechos.
Mientras tanto, además, tenemos que hacer posible la vida y no solo la victoria electoral. El 15M es el ADN del presente y solo a partir de ese código podemos diseñar el software de los derechos comunes y las nuevas instituciones. No perdamos tiempo en celebraciones de lo que queda de nuestra identidad. El 15M es justo lo contrario. Ser la retaguardia, ser la escucha, ponernos al servicio de lo que hay.
Nunca el régimen político en el que nacimos había estado tan herido. Nunca las pasiones tristes estuvieron tan de su lado y las alegres del nuestro. No caigamos en la trampa de los bellos perdedores. Perder es una mierda y no nos lo merecemos. Nos merecemos la vida al completo. El pan y las rosas. La alegría y el sexo. Las noches y los días. Las fiestas y los derechos. Hemos visto el 15M y sabemos que el límite no es más que el techo que le pongamos a nuestros deseos. Lo demás es organizarse.