Glenn Greenwald: “El ministro de Justicia y juez que ordenó prisión para Lula creía que estaba por encima de la ley”
“Si no quieres asumir esos riesgos, no debes hacer periodismo”, afirma Glenn Greenwald, fundador y editor de The Intercept Brasil. El pasado domingo una serie de reportajes del mismo medio reveló intercambios de mensajes entre el exjuez y actual ministro de Justicia de Brasil, Sergio Moro, y el fiscal del Ministerio Público, Deltan Dallagnol. Las conversaciones indican que Moro colaboró indebidamente con el grupo de trabajo de la operación Lava Jato, lo que infringe las reglas de conducta de los magistrados, que tienen que ser imparciales. Los reportajes hicieron explotar una serie de reacciones en todas las esferas del poder y de la opinión pública.
Fruto de documentos enviados por una fuente anónima, el contenido de las revelaciones apuntan a comunicaciones y acciones que pueden haber influido el rumbo de las últimas elecciones en el país.
Mensajes privados y de grupos del equipo de trabajo de la operación Lava Jato en la aplicación de mensajería Telegram muestran que los procuradores discutieron formas para impedir una entrevista del expresidente Lula, actualmente en prisión, para que el Partido de los Trabajadores (PT), representado por Fernando Haddad, no regresase al poder.
En la entrevista con Agência Pública, Greenwald habla sobre las reacciones de los involucrados y trata también la cobertura de la prensa sobre la operación Lava Jato antes y después de los reportajes de The Intercept Brasil. “Cuando los grandes medios transforman a Moro y al grupo de trabajo de la operación Lava Jato en dioses o superhéroes, se torna inevitable lo que sucedió. Los periodistas pararon de investigar y de cuestionar al Lava Jato y simplemente se quedaron aplaudiendo, apoyando y ayudando”, señala.
Durante el proceso de recepción del material de la fuente anónima y de la propia producción de los reportajes, ¿cuáles fueron los momentos más complicados en la toma de decisiones?
Para mí fue muy parecido con el reportaje que hicimos con el caso Snowden. Cuando recibes un archivo gigante, es muy difícil, en un primer momento, entender lo que tiene y el contexto de los documentos que están en ese archivo. En segundo lugar, también es muy complejo elegir cuáles de esos archivos vas a usar, porque obviamente estamos ante conversaciones privadas y está el asunto del derecho a la privacidad. Sin embargo, esas personas están usando el poder público y deben estar sujetas a procesos de transparencia. Exactamente esto fue lo que ellos hicieron cuando interceptaron y divulgaron las conversaciones privadas de Lula da Silva [en 2016, Moro rompió la confidencialidad de grabaciones telefónicas involucrando al expresidente Lula y personas relacionadas con él, entre ellas Dilma Roussef].
¿Cómo evalúa la repercusión en la prensa brasileña? Usted ha señalado que “la estrategia de Globo [grupo mediático brasileño] es la misma que la que utilizan los gobiernos contra aquellos que revelan sus crímenes” y que “Globo es socio, agente y aliado de Moro y Lava Jato”.
Es increíble porque, en mi opinión, la gran prensa no ha informado sobre la operación Lava Jato, sino que estaba trabajando para Lava Jato. Con una excepción, que es la Folha de S. Paulo. La Folha, para mí, mantuvo una distancia, una independencia, estaba criticando, cuestionando… Pero Globo, Estadão, Veja han recibido todo el tiempo diltraciones y se han dedicado a publicar lo que el grupo de trabajo de la operación Lava Jato quería que ellos publicaran. Pero, en realidad, hay que decir que después de publicar nuestra información, creo que con una excepción, que es Globo, la gran prensa está informando del material de forma más o menos justa y con la gravedad que merece.
Por ejemplo, el editorial del 11 de junio de Estadão, uno de los mayores fans de Moro, señala que el ministro debe dimitir y que Deltan deber ser apartado. Eso muestra la gravedad de las revelaciones.
La única excepción es Globo, pero esa es una excepción enorme por el poder del diario nacional que está casi tratando la historia solamente como un crimen –y el único crimen que les interesa es el que ellos creen que cometió nuestra fuente–. No tienen casi ningún interés en las grabaciones y en el comportamiento de Moro, de Deltan. Hablan únicamente sobre el comportamiento de la fuente y, en realidad, no saben nada. Pero es interesante porque eso es comportamiento de Gobierno.
¿Cómo lo hacen?
Cuando denuncias acciones de corruptos o tratas problemas sobre el Gobierno, este siempre intenta distraer hablando solamente sobre quién reveló esa corrupción, quién divulgó esos crímenes para criminalizar personas, periodistas o fuentes que revelaron el material. Esa estrategia, que no es propia de los periodistas, es lo que Globo está usando. Globo y el grupo de trabajo de Lava Jato son colaboradores. Los documentos muestran eso, ¿no? No soy el único que lo dice. Los documentos muestran cómo Moro y Deltan trabajan con Globo y nosotros vamos a informar y mostrar esa colaboración. Pero el resto de la gran prensa está tratando la historia con la gravedad que merece. Para todo aquel que esté leyendo el material es imposible defender lo que hizo Moro ¡Imposible!
Cuenta que los documentos que ustedes todavía están trabajando van a apuntar a una relación más cercana de Globo en ese proceso con Dallagnol y Moro, ¿es así?
No puedo hablar mucho sobre los documentos que todavía no hemos publicado porque eso no es responsable. Necesitan pasar por el proceso editorial, pero sí puedo hablar que exactamente como dije hoy, Globo ha sido aliado, amigo, colaborador y socio del grupo de trabajo de Lava Jato.
Mucha gente quiere saber cuál va a ser el próximo paso de The Intercept Brasil, los próximos reportajes ¿Qué es lo fundamental para que la investigación esté lista y ustedes puedan soltar nuevas revelaciones?
No somos Wikileaks. No estamos simplemente publicando material que nosotros tenemos, sin contexto ni informando sin entender, sin analizar, sin investigar. Estamos haciendo periodismo. Y esos documentos son complejos. Entiendo que todo el mundo quiera ver lo que tenemos porque ese material tiene interés público y el público tiene el derecho de verlo. Pero, por otro lado, nosotros tenemos la responsabilidad periodística para usar el tiempo que necesitamos para confirmar que todo lo que estamos informando es verdad. Porque si nosotros comentemos un error, ellos van a usar eso contra nosotros para siempre, para atacar nuestra credibilidad, la del reportaje, la de todo. Por ejemplo, todo el mundo se está preguntando dónde están los audios.
Es muy complicado informar sobre audios. Tienes que confirmar quién está hablando y tienes que confirmar el contexto sobre lo que se está hablando. Necesitas relacionar eso con otros materiales, otros documentos y eso lleva tiempo. Vamos a publicar más, pero no vamos a correr. Nuestra prioridad es confirmar que todo lo que estamos publicando está informando al público y no engañándolo, como ellos hicieron.
Si un escándalo como ese, que involucra a un ministro de Justicia, se diera por ejemplo en Estados Unidos, ¿cree que el ministro conseguiría mantenerse en el cargo? ¿Cree que Moro debería renunciar al Ministerio de Justicia?
Tengo un amigo, de los mejores amigos de mi vida desde los 11 años, que ahora es abogado en Florida y que, después de leer nuestro material, dijo: “si un juez hiciera lo que hizo Moro, sin duda, ese juez sería apartado y probablemente no sería promovido porque colaborar con una parte y fingir ser neutral es una infracción muy grave”. Me dijo que todas las decisiones de ese juez quedarían bajo sospecha y que sería impensable que el juez pudiese mantener cualquier cargo público, mucho menos ser ministro de Justicia. Porque ahora todos nosotros sabemos lo que dijo. Sabemos que va a romper cualquier regla de la ética para lograr sus objetivos.
Abogados brasileños –que no son muy políticos– han quedado impactados y ofendidos al ver el material. Y yo también. El juez tiene mucho poder, y con ese poder vienen muchas responsabilidades y muchas reglas éticas. Poder condenar a alguien y encarcelarlo es un poder enorme. Y Moro no rompió una regla una vez, sino que ha demostrado que a él no le importan ni un poco esas reglas. Creyó que estaba totalmente por encima de la ley y de las reglas, y es imposible tener a alguien como juez o como ministro de Justicia con esa mentalidad.
¿Cómo evalúa la reacción de Moro? Su primera declaración escrita fue tuitear su propia nota oficial a través del portal Antagonista ¿Qué significa eso?Antagonista
Primero, él está usando continuamente la publicación Antagonista para muchas cosas. Siempre cita y filtra cosas al Antagonista. Todo el mundo lo sabe. El hecho de usar al Antagonista muestra, en mi opinión, que ahora él sabe que es el único apoyo que va a tener –su identidad no es ya la de un juez imparcial, ahora Moro sabe que es una figura de la extrema derecha–.
Y él va a continuar así porque todo el mundo sabe que Moro no es una persona que esté en contra de la corrupción, sino que es una persona corrupta. Y usar al Antagonista muestra que su única preocupación es lo que piensa la derecha sobre sus comportamientos.
¿Y que opina de su reacción?
Fue totalmente arrogante, él está casi diciendo: “Me está incomodando tener que responder eso”. Y creo que es muy interesante su arrogancia: “yo soy Sergio Moro, yo no debo ser cuestionado, mucho menos acusado”. Es precisamente esa arrogancia la que ha provocado ese comportamiento antiético: porque él cree que está por encima de todo.
La investigación de The Intercept Brasil demuestra la importancia de las informaciones verificadas para los periodistas. El caso de la petición de extradición de Julian Assange apenas se ha tratado en la prensa brasileña ¿Puede esto abrir un precedente, con implicaciones incluso fuera de EEUU?
Sin duda. Ese es el principal peligro que están mostrando otros países que intentan criminalizar el periodismo diciendo que, si publicas documentos secretos, que es el papel del periodista, puedes ser procesado por la vía penal como parte de esa teoría de que estás conspirando con tu fuente. Antes de estos episodios, los periodistas siempre han tenido el derecho de publicar cualquier material que recibiesen, independientemente de cómo la fuente consiguió obtener los documentos. Y esos casos, esas aprehensiones, son peligrosas exactamente porque eliminan esa separación entre el periodista y la fuente.
¿Cree que la prensa brasileña ha cubierto mal el caso Lava Jato durante estos más de cinco años? En caso de que sí ¿ha sido falta de capacidad de investigación o una opción política?
No. Creo que tuvieron buena intención. La corrupción es muy común aquí en Brasil en la derecha, la izquierda y en el centro. Todo el mundo ha llegado al límite y no aguanta más. Yo entiendo el apoyo a la operación Lava Jato al ver a políticos poderosos y bandidos finalmente en prisión. Es natural, yo también elogié Lava Jato. Pero, exactamente como sucede con todos los humanos, cualquier grupo de personas que tienen poder, como el de Lava Jato, también tiene la capacidad de abusar de ese poder.
Cuando la gran prensa transforma a Moro y al grupo de trabajo de la operación Lava Jato en dioses o superhéroes, lo ocurrido es inevitable. Los periodistas dejaron de investigar y cuestionar la operación y simplemente se quedaron aplaudiendo, apoyando y ayudando. Como dije, esto ocurre con la excepción de Folha, que siempre ha estado un poco más distante e independiente y, obviamente, con muchos periodistas independientes.
El Antagonista ha publicado que “se ha presentado una denuncia anónima ante el Ministerio Público Federal contra The Intercept”. También estamos viendo innumerables ataques contra usted y su pareja, David Miranda [diputado federal por el PSOL]. Ataques homófobos y gente pidiendo su deportación ¿Tienen una estrategia de defensa legal y digital? ¿Cómo perciben su seguridad?
Mi marido y yo estuvimos juntos en el caso de Snowden y luchamos contra los Gobiernos más poderosos del mundo, agencias de inteligencia... Recibíamos amenazas todo el tiempo. Entonces, nosotros ya conocemos esas cuestiones muy bien. Yo vivo aquí en Brasil desde hace 14 años y conozco muy bien este país. Sé cómo funciona.
Hemos estado muchas semanas planeando cómo proteger nuestra familia de los riesgos físicos, legales y políticos. Riesgos que van a intentar ensuciar nuestra reputación. Nosotros estamos listos. Pero no existe ninguna vida sin riesgos. No se pueden eliminar los riesgos, se pueden tomar medidas para minimizarlos. El equipo de The Intercept Brasil no tiene la protección de la que goza alguien con mi visibilidad. Ellos son jóvenes, 25, 30 años, y son muy valientes haciendo ese trabajo. Sí, obviamente es muy peligroso y yo soy blanco de esa campaña para expulsarme del país. Me llaman enemigo de Brasil y me señalan como amenaza a la seguridad nacional, afirmando que debo estar preso.
Pero todos nosotros sabíamos que esto iba a pasar, ¿qué podíamos hacer? Hay periodistas cubriendo guerras. Hay periodistas sin visibilidad investigando corrupción contra personas muy peligrosas. Si no quieres asumir esos riesgos, no debes hacer periodismo.
Después de la publicación de la entrevista, Globo se manifestó por medio de una “nota de aclaración”. En ella, la emisora se dice indignada con las acusaciones y afirma que el periodista los buscó a finales de mayo para proponer una nueva asociación de trabajo, pero que, al no querer aclarar el “origen” de la “bomba”, no aceptaron el compromiso. La comunicación afirma que “Globo cubrió la Lava-Jato con corrección y objetividad”.Globo se manifestó por medio de una “nota de aclaración”
Al día siguiente, Glenn respondió a la nota de Globo en su Twitter (lea en su totalidad). “Globo publicó ayer una extensa nota con acusaciones y falsedades sobre mí, el objetivo es claro y es lo mismo que aparece en toda su cobertura sobre ese asunto: distraer la atención del contenido de los reportajes que exponen serias desviaciones en la conducta de Moro , Deltan y la Fuerza de tarea de la Lava Jato”, dice el periodista.Glenn respondió a la nota de Globo en su Twitter
Traducido por Diajanida Hernández