Munira Ahmed: la mujer convertida en el rostro de la resistencia contra Trump
Munira Ahmed, una fotógrafa freelance de 32 años, se convirtió en el rostro de la resistencia contra el Gobierno de Donald Trump cuando su imagen fue enarbolada por miles de personas el sábado pasado en las manifestaciones masivas contra el nuevo presidente.
La imagen, que muestra a la mujer estadounidense de origen bangladesí con una mirada desafiante y un hijab estampado con la bandera de su país, es una ilustración de Shepard Fairey, artista conocido por su retrato de Barack Obama, que se convirtió en el símbolo del mensaje de esperanza del expresidente de Estado Unidos.
“La idea es decir ‘soy estadounidense, igual que vosotros’”, señala Ahmed a the Guardian al regresar a Nueva York desde Washington, donde participó en las protestas. “Soy estadounidense y soy musulmana, y estoy muy orgullosa de ambas cosas”.
El trabajo de Fairey forma parte de un proyecto colectivo coordinado por la Amplifier Foundation bajo el título We the People. También se han presentado trabajos de Ernesto Yerena y Jessica Sabogal.
Las colaboraciones de Fairey están hechas en el mismo estilo de estarcido que su retrato de Obama e incluyen además un niño negro y una mujer de origen latinoamericano con las frases “las mujeres son perfectas” y “defendemos la dignidad”. Sin embargo, el retrato de Ahmed fue el que tuvo mayor impacto cultural.
En todas las manifestaciones realizadas el sábado en las principales ciudades de Estados Unidos, destacaron los carteles con la imagen de Ahmed. La ilustración de Fairey también apareció a página completa en varios periódicos, incluyendo el New York Times y el Washington Post, en el mismo día de la investidura.
“Para mí es un honor, por lo que representa la imagen,” asegura Ahmed. “No es antinada. Representa la inclusión. La idea es decir ‘soy estadounidense, igual que vosotros’. Una congresista se me acercó [durante las protestas del sábado] y me dijo que me reconoció inmediatamente. Me sorprendí porque pensé que la gente creería que la mujer de la imagen iría cubierta [con un hijab] y la verdad es que yo no me cubro. Unas chavalas me preguntaron cuándo dejé de cubrirme y les expliqué que en realidad nunca lo he hecho”, cuenta.
Ahmed señala que la fotografía que Fairey utilizó para la ilustración tiene 10 años. Se la hizo Ridwan Adhami, un fotógrafo de Nueva York, que es también de Queens. Fueron a la Bolsa de Nueva York a hacer la fotografía, anticipando que estar cerca del sitio que fue epicentro de los ataques terroristas del 11-S le daría más intensidad al mensaje de la imagen.
“Esta foto ha tenido dos y tres vidas”, indica Ahmed, fotógrafa de viajes. “Se viralizó antes de que existiera el concepto de ser viral, cuando la gente la subió a muchos blogs musulmanes porque les pareció que molaba. Ahora tiene una tercera vida, que es mucho más masiva que las anteriores”, añade.
La ilustración de Fairey y la fotografía de Adhami plantean la misma pregunta: ¿qué significa ser musulmán y estadounidense en un momento de la historia en que Estados Unidos participa en conflictos en países musulmanes?
“La intención fue hacer una declaración firme –cuenta–. Por eso hicimos la fotografía en la Zona Cero, para remarcar el sentido: ‘Estamos aquí, somos neoyorquinos y pertenecemos a este país’”. Ahmed añade que ahora le suma significado el hecho de que en el fondo se vea un edificio que es propiedad de Trump, el número 40 de Wall Street.
Vecina de Trump
Ahmed creció en el barrio de Jamaica, en Queens, cerca de la urbanización cerrada Jamaica Estates, donde vivió Trump de niño. Los padres de Ahmed fijaron su residencia en Queens después de abandonar Bangladesh a fines de los años 70. Munira nació allí. Otros familiares suyos se instalaron en Michigan. Tanto Ahmed como Adhami se han interesado por la cuestión de la identidad racial estadounidense y los desafíos que surgieron tras los atentados del 11 de septiembre.
“Me decepcionan mucho las personas que están de acuerdo con la retórica que logró que este hombre, Donald Trump, fuera elegido presidente,” señala Ahmed, añadiendo que el viernes pasado evitó deliberadamente ver la investidura de Trump.
“Es lamentable que haya personas que todavía piensen que Estados Unidos debería excluir a personas de otro origen. En mi opinión, los valores fundamentales de Estados Unidos están muy lejos de eso. Gran parte del progreso de este país se debe a los inmigrantes, así que la idea [sugerida por Trump durante la campaña] de prohibirles la entrada a los musulmanes o crear un registro de musulmanes es absurda. Lo que hace grande a este país es el pluralismo. Nuestra diversidad es la envidia del mundo”, explica.
Adhami asegura que él, igual que Ahmed, ha sentido la necesidad de formar parte de la resistencia contra ese sentimiento antimusulmán que apareció tras los atentados del 11-S. Explica que más de una vez le han culpado por los ataques terroristas por ser musulmán y ha participado en fuertes discusiones dentro de la comunidad musulmana.
“Por eso comencé a trabajar con muchos otros artistas musulmanes que estaban creando obras que nos representaban y nos interpelaban como artistas y musulmanes a la vez”, afirma. Adhami cuenta que cada vez que surge la cuestión del patriotismo de los musulmanes, él ha subido la fotografía de su amiga. Cada vez, la imagen se volvió más compartida, incrustada y reenviada. Ese mismo año, Adhami fue contactado por la Amplifier Foundation.
Al hacer público el Proyecto We the People, Fairey declaró a la web Middle East Eye que era importante crear imágenes que mostraran a personas de comunidades atacadas y excluidas, especialmente sobre ideas de Trump, que “en mi opinión, sólo pretenden sembrar miedo y son totalmente indignas de un americano”.
“La imagen del hijab con el estampado de la bandera estadounidense es muy poderosa”, señala Fairey, “porque le recuerda a la gente que la libertad de culto es un principio fundacional de este país, y a lo largo de nuestra historia hemos dado la bienvenida a personas que estaban sufriendo persecuciones en sus países de origen”.
Para Adhami, su imagen de Ahmed está asociada a cierta frustración. “Ya estaba cansado de la imagen y de tener que aclararle al mundo ‘soy estadounidense,’” confiesa. “Me ponía muy triste que siempre surgiera la misma conversación. Pero cuando apareció Donald Trump, durante la campaña, lamentablemente se volvió relevante y necesaria otra vez”.
Ahmed afirma que la oleada de racismo que acompañó al ascenso de Trump no le ha hecho perder de vista lo que sucede en otros sitios, que es mucho peor. Por ejemplo, la persecución de musulmanes en Myanmar. “Por mucho que me pueda concentrar en lo que está sucediendo aquí, en Estados Unidos, tengo una visión más global. Sé que vamos a superar esto. Hemos pasado momentos difíciles en el pasado y [las manifestaciones del sábado] son un testimonio de que las cosas no son tan desalentadoras como parecen”.
Ahmed asegura que los recuerdos de la manifestación estarán siempre con ella. “Sentí amor. Sentí inclusión”, señala. “Me llevará un tiempo darme cuenta de lo que realmente significa, una vez se hayan calmado las aguas”.
Al regresar a Nueva York, encontró algo que no había llevado a Washington, y no porque se lo hubiera olvidado. “Tenía una entrada para la ceremonia de investidura”, afirma. “Me dijeron que si la quería, era mía. Pero yo no quería ir. Dejé el sobre de la entrada en la encimera de la cocina para usarla de posavasos”.
Traducido por Lucía Balducci