Javier Luengo, el suplente de Ciudadanos que hereda el área más convulsa del Gobierno de Ayuso
Javier Luengo, tiene algo en común con su antecesor, el dimitido Alberto Reyero: ambos conocen de primera mano el área de Servicios Sociales que les ha tocado dirigir –o al menos una parte importante de ella–. No es un dato menor. En este cajón de sastre en el que se ha convertido la antigua Consejería de Asuntos Sociales en el Gobierno de Ayuso –que ahora incluye también Familia, Natalidad e Igualdad–, el PP solo colocaba a afines políticos. Cuadros del partido en Madrid a los que había que dar algún cargo aunque carecieran de conocimientos para dirigir un área que trata asuntos tan delicados como la dependencia o los menores extranjeros no acompañados. No fue el caso de Reyero ni lo será el de Luengo. El número dos sustituye a su antiguo jefe, que dimitió tras muchos tiras y aflojas con Ayuso y el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, con el que no se hablaba desde la crisis de las residencias.
Luengo (Madrid, 1974) aterriza como número uno del departamento después de un año como viceconsejero y tras haberse curtido en el mundo de la dependencia y la discapacidad, asuntos vertebrales de la Consejería.
Ciudadanos ha tirado de banquillo en un momento en que el Ejecutivo regional está completamente partido a la mitad. En el bipartito se dan cada vez posturas más enfrentadas, no por debates ideológicos secundarios, sino sobre el asunto que lo inunda todo: la gestión de la segunda ola del virus. Ha quedado patente en las últimas horas: mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha apostado por una confrontación directa con el Gobierno; el vicepresidente regional, Ignacio Aguado, aboga por el diálogo y la unidad entre las administraciones.
El choque no es nuevo en el departamento que asume y Luengo lo conoce de primera mano: aquella guerra sin cuartel durante los primeros meses de la crisis sanitaria cuando la Consejería que ahora dirigirá pedía más medios para afrontar la vulnerabilidad de las residencias de mayores a las que el virus golpeó con dureza en primavera y se cobró la vida de más de casi 8.000 ancianos en solo dos meses.
En la primera línea de ese enfrentamiento contra el discurso oficial de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, estaba Reyero. Pero también Luengo. Como número dos del área apoyó en todo momento cada una de las decisiones de su superior, aseguran fuentes de la Consejería, entre ellas la denuncia pública por las órdenes de la Consejería de Sanidad que negaban el traslado a los hospitales de los ancianos de los geriátricos y que ya investiga la Asamblea de Madrid en una comisión.
Ese ha sido el último año en la vida profesional de Luengo, pero el nuevo consejero de Políticas Sociales ya venía aprendido de casa. Antes de su inmersión en la convulsa política madrileña, el también maestro de formación trabajó muchos años en el mundo de la dependencia. Fue como director en Plena Inclusión Madrid –entidad sin ánimo de lucro de personas con discapacidad intelectual– cuando este madrileño de 46 años comenzó su vinculación con Ciudadanos, y en particular con Alberto Reyero. Este cargo que ocupó durante diez años, después de haber trabajado en la Fundación Down, le llevó a conocer en 2015 a su antecesor en el cargo.
Por aquel entonces el ya exconsejero de Políticas Sociales era el diputado de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid que llevaba los temas de dependencia. Ambos comenzaron a reunirse “frecuentemente” y la sintonía “fue total”, aseguran fuentes de su entorno, hasta el punto de que fue el propio Reyero quien le presentó a Ignacio Aguado. El diputado de Ciudadanos que venía también del mundo asociativo le sugirió al ahora vicepresidente regional que lo fichase para las autonómicas de 2019. Aguado no solo accedió, a pesar de lo poco que conocía a Luengo, sino que lo colocó en el puesto número cuatro en las listas. “Cuando Reyero es nombrado consejero no tiene ninguna duda, lo quiere a él como su segundo”, aseguran fuentes cercanas a ambos.
A pesar de aquel puesto privilegiado en la candidatura, Luengo sigue siendo un desconocido en la política madrileña. Desde el área que ya dirige admiten que aunque se conoce al dedillo los temas de la consejería en la que ha estado como viceconsejero durante 13 meses –“un año muy intenso”– aún debe explorar su perfil más mediático. “Sabe como funciona perfectamente la consejería: las reuniones, los protocolos..., pero a la vez se estrena con todo. Por primera vez ha ido a un Consejo de Gobierno y por primera vez empezará a tratar con los medios o tendrá que responder a preguntas de la oposición en los plenos”, explican desde el partido. De ahí que estas mismas fuentes aseguren que toma posesión del cargo con “mucho respeto”, pero también con “mucha ilusión”. “Siempre dice que se metió a política porque podía hacer lo mismo, luchar para conseguir los derechos de los sectores más vulnerables, pero ahora para desde dentro”.
Que nadie espere revoluciones en la consejería. Si Reyero se chamuscó en la gestión de las residencias, Luengo estaba allí como número dos. Y ahora se dispone a continuar con el legado de su exjefe. “Fue el mejor consejero en el peor momento”, dijo este jueves en la Asamblea de Madrid.
Sus antiguos compañeros lo recuerdan como una persona “entregada” a la labor de las personas más vulnerables, sin gran perfil político. “No es solo una persona que sabe de lo que habla, sino que es capaz de empezar proyectos y llevarlos a término, además de formar equipos que le superan, como ha ocurrido en Plena Inclusión que pese a su marcha todo el equipo ha podido seguir trabajando sin problemas”, dice a elDiario.es Tomás Sancho, miembro de la Junta Directiva de la fundación.
Luengo fue uno de los impulsores, recuerda Sancho, de la película Campeones –ganadora de cuatro premios Goya, entre ellos el de mejor película de Comedia– en la que ayudó entre otras cuestiones en la búsqueda el reparto, formado principalmente por personas con discapacidad intelectual y cuyo protagonista, Jesús Vidal, se hizo con el galardón de mejor actor revelación. “No recuerdo haberle visto con una sonrisa más grande que ese día. Estaba feliz después de que el proyecto no solo se hubiera llevado a término sino que lo había hecho con mucho éxito”, dice su compañero.
Su Consejería es un reto delicado. Bajo su cartera recaen competencias como la dependencia, la violencia machista, los menores extranjeros no acompañados o los derechos LGTBi, cuestiones que enfrentaban a su antecesor con el PP pero también con su otro socio de coalición, Vox, necesario para sacar adelante las cuentas y que pone como condición recortar las políticas públicas para este área. La salida de Reyero, no obstante, no ha servido para equilibrar la balanza de género en el Gobierno. De sus 14 miembros solo cuenta con tres mujeres, incluida la presidenta.
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