Leguina, el expresidente socialista convertido al ayusismo que fiscalizará la gestión del Gobierno de Madrid
De las escasas ventajas que a lo largo de la historia se han atribuido al declive inexorable de la edad, los testimonios refieren como particularmente gratificante la indiferencia ante la opinión ajena. Por esas coordenadas emocionales asegura discurrir últimamente el veterano político Joaquín Leguina (Villaescusa, Cantabria, 1941), antiguo y único presidente socialista de la Comunidad de Madrid (1983-1995) y flamante nuevo presidente de la Cámara de Cuentas madrileña, el órgano encargado de fiscalizar los presupuestos y contrataciones del Gobierno regional.
“Me la suda”, respondió cuando lo expulsaron del PSOE en 2022, tras colmar la paciencia de los dirigentes con su apoyo a la candidatura de Isabel Díaz Ayuso. “Me la su...”, replicó de nuevo esta semana, sin terminar la frase, al respecto de la negativa de los socialistas a apoyar su designación, patrocinada por el PP.
A punto de cumplir los 83 años, Leguina confesó a ABC que no está muy al tanto de en qué consistirá su trabajo. “Es una cámara de control sobre las cuentas, pero no sé muy bien cómo funciona”, reconoció. Sí se sabe con exactitud el salario que percibirá: 100.556,52 euros anuales durante los seis ejercicios para los que ha sido elegido, siempre que el hecho biológico lo permita, según él mismo ha bromeado. Aunque ha dicho que no atendió a la llamada del PP “por dinero”, Leguina sí se había mostrado partidario de cobrar por asesorar al Gobierno regional en su condición de expresidente. Lo hizo tras anunciar el Gobierno de Ayuso, al recuperar la mayoría absoluta, que preveía otorgar un estatuto para “dignificar” la figura de los viejos dirigentes.
Mientras la oposición la acusaba de procurarse un retiro a sí misma para cuando deje de ser presidenta, en aquel momento Ayuso comentó a su círculo cercano que la iniciativa buscaba recolocar en un puesto remunerado a Leguina, que ya entonces había hecho gestos a favor de la lideresa popular, pero sobre todo en contra del PSOE y Pedro Sánchez.
Pendiente de ponerse al día de sus funciones, Leguina no puede obviar que su nombramiento responde únicamente al interés del PP, que se dio prisa al empezar la legislatura por restar independencia a la Cámara de Cuentas. Si el interregno entre mayorías absolutas del PP en Madrid (2015-2023) permitió que el parlamento regional elevase los votos requeridos para elegir a sus miembros a dos tercios de la asamblea, los populares han maniobrado ahora para que baste la mayoría absoluta para dominar el órgano. Este llevaba en funciones desde 2018, un lastre que se sumaba a la imputación de su presidente Arturo Canalda el año previo en la operación ‘Lezo’ contra la corrupción.
Alabanzas del PP
En el PP no escatiman en grandes palabras sobre Leguina. “Va a desempeñar el puesto de manera sobresaliente sin amilanarse ante nada y ante nadie”, pronosticó el presidente de la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio. “Quién mejor para auditar las cuentas que alguien que ha estado en este puesto [el de presidente regional] pero en un partido de signo contrario”, loó el portavoz, Carlos Díaz-Pache, tan solo unos días después de vincular al PSOE con el consumo de cocaína y la prostitución. Por supuesto, la propia Isabel Díaz Ayuso, para quien las críticas a Leguina responden a una “bochornosa campaña de desprestigio”.
El desencuentro de Leguina con el PSOE no es, sin embargo, cuestión reciente. Empieza a hacerse patente en la esfera pública y en las hemerotecas al poco de abandonar las listas electorales. Si otros veteranos del partido regresan a puestos de prestigio tras dejar la primera línea —como Joaquín Almunia, comisario europeo de 2004 a 2010, o Josep Borrell, todavía hoy en el candelero de Bruselas—, Leguina desaparece en 2008, tras no repetir como diputado en la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. En 2009, habiendo estallado ya la operación Gürtel, acude a presentar un libro de discursos de Esperanza Aguirre y se declara contra el “buenismo” y la “corrección política”, según recogió entonces El Mundo.
Del Chile de Allende al Madrid de Ayuso
Desde entonces, sus críticas a las sucesivas direcciones del PSOE han ido ‘in crescendo’, paralelamente a su afabilidad con los cargos del PP. Si Alberto Ruiz Gallardón, que lo sucedió como presidente madrileño, es una persona “decente”, a Zapatero llegó a dedicarle un libro para ilustrar sus múltiples carencias. Se llama Historia de un despropósito: Zapatero, el gran organizador de derrotas.
En una larga entrevista en la revista Jot Down en 2014, al hilo de la publicación del libro, pone al leonés de vuelta y media: critica la identificación con el feminismo, la promoción de la memoria histórica, lo acusa de improvisación y oportunismo. Pero también llama “oportunista” a Enrique Tierno Galván, que lo había tenido de concejal en Madrid en los 80. Eso fue después de fajarse brevemente en el Chile de Salvador Allende, donde, treintañero incipiente, se había significado protegiendo a dirigentes de izquierdas tras el golpe de Pinochet. Eran otros tiempos.
Con todo, entre criticar al PSOE y ser elegido por aclamación en el PP media un trecho. Leguina lo ha recorrido a ritmo constante en los últimos años, con acelerón final. Así, Pedro Sánchez es un “desastre”; las bases socialistas, “sectarios y chupópteros” (se lo dijo a La Voz de Galicia); Óscar Puente le da “asco”; Santos Cerdán “tiene un apellido definitivamente descriptivo”. La paciencia de la organización ya la había colmado cuando expresó ante las elecciones de 2021: “Merece la pena apoyar a Ayuso”. Le costó la expulsión, pero siguió incidiendo en el asunto: Madrid está hoy “mucho mejor” que cuando él gobernaba, dijo el año pasado.
Entre tanta descalificación a los propios y halagos a los supuestos rivales, cabe comprender que el actual líder del PSOE madrileño, Juan Lobato, no estuviese exultante con la reciente designación de Leguina. “No creo que sea la persona más adecuada para fiscalizar algo de Ayuso, pero el PP sabrá lo que hace”, declaró a los medios tras conocerse la decisión.
También dijo que su grupo buscaba alguien de “más nivel”. Tímida crítica que, por otra parte, a Leguina “se la su…”, al igual que su expulsión del PSOE. O quizás no tanto. Varios medios han informado esta semana de que está pleiteando para recuperar el carné de militante.
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