Las políticas de libre elección de colegios de Aguirre afectan a la movilidad: más familias usan el coche para ir al centro
José Luis lleva a sus hijos a un colegio concertado que no está en su barrio. El centro que ha elegido para ellos, situado en Lavapiés, está a tres kilómetros de su casa y eso les obliga a coger transporte público o coche cada día. “Aquí vienen familias que se trasladan desde lejos: de Getafe, de Moratalaz, de Vallecas...”, asegura. Los niños y niñas del mismo barrio del colegio, dice, “son pocos”.
Esta deslocalización es posible en la Comunidad de Madrid desde 2013. La expresidenta Esperanza Aguirre puso entonces en marcha una política educativa que permite a las familias elegir el colegio público o concertado preferido sin límites espaciales al eliminar las antiguas “zonas de escolarización”. También lo hizo en Sanidad. La dirigente popular vendió todo aquello como una apuesta por “la libertad”. Corrían aquellos tiempos en los que Aguirre se autoerigía como principal representante del liberalismo en el PP que presidía Mariano Rajoy.
Aquellas medidas han tenido efectos sobre la movilidad en el centro de Madrid. La distancia media entre las casas familiares y los colegios aumentó en 180 metros entre 2010 y 2016, según un estudio. Un 15%. Y la proporción de padres y madres que optan por un centro que no está en su distrito ha crecido un 33%.
Cinco años después de la puesta en marcha de aquel plan, las protestas de algunas familias, vinculadas mayoritariamente a la escuela concertada, contra Madrid Central –el proyecto que restringirá el tráfico en el centro a partir de diciembre– por no poder acceder con su coche a la puerta del colegio ha puesto sobre la mesa la dependencia del vehículo privado no solo para ir al trabajo, también a la escuela. Una necesidad que se ha agudizado desde que el Gobierno regional permite desconectar, con la libre elección, a los niños y niñas de los centros educativos de sus barrios.
El estudio Effects of School Choice on Students' Mobility: Evidence from MadridEffects of School Choice on Students' Mobility: Evidence from Madrid, realizado por el economista David Mayor Alcaraz, revela el impacto de esta política, reclamada por el PP como una de sus grandes banderas. La posibilidad de elegir en un área única provocó un aumento del 60% de las familias que matriculan a sus hijos e hijas de tres años en un centro fuera de su distrito. En 2010 (antes de su entrada en vigor) eran 3.240; en 2016, la cifra alcanzó las 5.200, si bien para considerar los datos hay que tener en cuenta que el número total de matriculaciones también creció en este periodo de 27.000 a 32.500. Con estas cifras, la proporción de hogares que se acogieron a la libre elección se incrementó un 33%.
“Esto tiene a priori un efecto en desplazamientos en vehículos privados, pero no hay datos que lo cuantifiquen”, asegura el economista David Mayor a eldiario.es . Es el investigador responsable del estudio Effects of School Choice on Students' Mobility: Evidence from Madrid, presentado como tesina y referenciado por la expresidenta Cristina Cifuentes en 2017. Los datos se basan en las solicitudes de plazas en centros públicos y concertados de las familias residentes en Madrid en 2010 y 2016, aportadas por el Gobierno regional.
Los expertos consultados admiten la dificultad para hacer un análisis cuantitativo del impacto, teniendo en cuenta además que la Encuesta de Movilidad del Consejo Regional de Transportes de Madrid no se actualiza desde 2004. La Consejería de Educación, consultada por eldiario.es, no ofrece datos sobre los efectos de la libertad de elección en la movilidad. ¿Y el análisis cualitativo? ¿Qué tipo de familias son las que más usan el coche? ¿Es más común en colegios concertados o en públicos?
La polémica en torno a Madrid Central ofrece alguna pista al respecto: el 80% de las AMPAS que se revelaron contra la medida para restringir el tráfico del Ayuntamiento corresponden a centros con conciertos. Paralelamente a la protesta de estas AMPAS, otra veintena de centros, en este caso públicos, se han manifestado con mascarillas y pancartas a favor de las restricciones del tráfico para mejorar la calidad del aire del centro.
La arquitecta Alba Navarrete, de la oficina de urbanismo Improvistos, ha observado esta brecha en un proyecto que desarrolla en siete colegios del distrito de Moncloa-Aravaca. “Se observan diferencias en el modo en el que van al colegio los alumnos y alumnas de los centros públicos de la zona y los de la concertada. Estos segundos utilizan en más medida el transporte privado motorizado”, explica en conversación con eldiario.es. El proyecto se basa, explica Navarrete, en la “observación participante” a través de entrevistas y talleres en los centros. “Muchos vienen en coche por tiempo, porque no hay facilidades de transporte si viven lejos o incluso por una percepción de riesgo a que los niños y niñas se desplacen solos al centro”.
Pilar Vega, profesora del departamento de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que “no cabe duda” de que las políticas de libre elección “son un aliciente para la dispersión de una parte del alumnado”. Pero achaca el aumento de la distancia al centro educativo y el uso de coche también a otros factores relacionados con los planes de urbanismo, previos a la política de libre elección.
“En los años ochenta comienza en la Comunidad de Madrid una deslocalización residencial con nuevas formas de urbanización y nuevas tipologías de vivienda unifamiliar, zonas carentes de equipamientos y servicios muy dependientes del automóvil. En esta ordenación territorial todo está cada vez está más lejos, también los centros educativos”, sostiene la experta, que señala que la nueva realidad urbana hace “más difícil que los niños y niñas vayan andando al colegio o al instituto”.
“La contaminación del espacio escolar”
Para el profesor de Urbanismo Patxi Lamíquiz, de la Universidad Politécnica de Madrid, más allá de la relación entre libertad de elección y movilidad hay una “cuestión relacionada con el estilo de vida”. “Dar la posibilidad a elegir colegio lejos de casa favorece un estilo de vida más basado en el coche. Y eso es caro a todos los niveles: ambiental y social”.
“La gente no es consciente de los costes. La encuesta de presupuestos familiares del INE dice que el gasto en transporte es el tercero para las personas, por detrás de lo que se invierte en comida y vivienda. En Estados Unidos es el segundo”, abunda. Para Lamíquiz, la sensación de “independencia” que te da el desplazamiento privado “no es gratis y está basada, si por ejemplo lo necesitas para llevar a tu hijo al cole, en una dependencia del coche que puede hurtar a los niños y niñas de la experiencia de ir caminando autónomamente”. Además, llevar el coche hasta la misma puerta del colegio o del instituto generan “la contaminación del espacio escolar”, resaltan Lamíquiz y Vega. “Genera inconvenientes para el conjunto de la sociedad: incrementa la congestión circulatorio, el consumo energético y los contaminantes derivados. Y, en general, empeora la calidad del aire de los entornos educativos”, añade Vega.
Tras su protesta, los padres y las madres con colegios dentro del perímetro de Madrid Central han logrado, de momento, un permiso especial para entrar y salir entre las siete de la mañana y las ocho de la tarde en un área restringida para el resto de vehículos no híbridos ni eléctricos. “El germen de nuestra demanda es que tenemos derecho a elegir dónde llevar a nuestros hijos y que no pueden ser discriminados por estar unas calles más arriba o más abajo que otros”, apunta José Luis Castellano, portavoz de la Plataforma por el Acceso de las Familias. El colegio de sus hijos, en la calle Santa Isabel (Lavapiés), está a tres kilómetros de su casa.
La libertad de elección de centro educativo lleva funcionando cinco años y algunos expertos, como el economista David Mayor, anticipan que “cada vez más niños irán a colegios más distantes”. “Hasta que no pasen como 10 o 15 años igual no se ve el impacto total de la medida. Cómo revierta en la contaminación y la calidad del aire se verá en más tiempo”, concluye.