El bar desenterrado (y vuelto a enterrar) en un bajo de Atocha que también fue tienda de bombas de agua e inmobiliaria
Un vestigio del Madrid pasado apareció hace unos días en las obras de un bajo en el número 93 de la calle Atocha. Cuando los operarios picaron la fachada debido a unas obras, emergieron varios grafitis y anuncios más o menos legibles con décadas de antigüedad. Uno de ellos era eso sí inconfundible: el de la palabra “cervezas”.
El hallazgo fue compartido en Blue Sky por la cuenta Guerra en la Universidad, administrada por el arqueólogo Alfredo González-Ruibal (último ganador del Premio Nacional de Ensayo por su libro Tierra arrasada: un viaje por la violencia del Paleolítico al siglo XXI). Según el investigador de la Universidad Complutense de Madrid, se trata de “un bar de hace 100 años”.
En su hilo, González-Ruibal recoge imágenes de “anuncios pegados obre otros anuncios”. Las fechas que aparecen no son del todo claras (193...), ni tampoco el contenido de la publicidad. En uno de los anuncios apenas se entiende la palabra “materiales”.
Sin embargo, solo unos días después de la publicación de esas imágenes, la continuación de los trabajos sobre el inmueble borró los rastros. Una capa de pintura blanca cubre ahora las antiguas pinturas comerciales. “Es una pena. Dicen que lo que encontraron era de la República”, comenta la trabajadora de una clínica dental adyacente en declaraciones a Somos Arganzuela. Afirma no saber a qué se dedicará ahora el establecimiento vecino, que durante décadas ha acogido todo tipo de negocios.
De acuerdo a la documentación consultada por este periódico, los responsables del local solicitaron licencia para funcionar como droguería y perfumería en 1997. Una imagen de Google Street View de 2008 ilustra un cambio en su explotación: pasó a ser una tienda de bombas de agua, filtros, válvulas y distintos productos dirigos al mantenimiento de piscinas o a la jardinería.
Más tarde se estableció en el lugar la inmobiliaria Red Piso, último inquilino del inmueble antes de esta última rehabilitación. La compañía dejó el local para trasladarse a otro solo unos metros más abajos de la calle Atocha, en el número 97 de esa misma vía.
González-Ruibal critica la actuación ejecutada sobre la fachada cuando la inmobiliaria se instaló en el bajo: “Muchos negocios desfiguran las fachadas históricas. Habría que ser más exigente con la protección patrimonial”.
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