El derribo de uno de los neomudéjares más antiguos de Tetuán certifica que nadie protege las casas bajas
Desde finales de diciembre, Tetuán tiene una casa baja de estilo neomudéjar popular menos. A la altura del número 19 de la calle del Sauco hay un nuevo solar donde, hasta hace poco, había una casa baja de ladrillo y cubierta de teja de sobrio neomudéjar , con detalles constructivos singulares en piedra. El año pasado fue comprada, sus vanos fueron tapiados y apareció en su fachada la típica plaquita de alarma disuasoria. En torno a las fechas de navidad, fue derribada.
Hoy, tras la valla de obra hay cascotes y el típico perfil picudo que salpica las medianeras en los solares de Tetuán, siluetas arqueológicas que señalarán ausencias hasta que la constructora Gilmar levante once viviendas con piscina y zonas ajardinadas. Tampoco queda rastro de la higuera vetusta que en su día dio sombra en el patio. En la página web de la constructora: “uno de los barrios con mayor proyección y transformación urbanística residencial de Madrid y a tan solo 15 minutos del Estadio Santiago Bernabéu y el eje de la Castellana”. El lugar importa solo por su posición relativa a otros lugares.
El derribo de esta casa modesta que, como veremos un poco más adelante, no carecía de valor, viene a recordar al vecindario y los interesados en el patrimonio que la puesta en valor del caserío popular del extrarradio que se ha producido en los últimos años con la divulgación del neomudéjar popular es un necesario primer paso que está muy lejos de haber sacado estas casas de las listas de especies urbanas en peligro de extinción.
En el caso de Tetuán, estas reivindicaciones se vehiculizaron a través del Grupo por la protección del patrimonio y muchas decenas de vecinos, que participaron en un mapeo vecinal, actividades divulgativas y reivindicaciones técnicas que consiguieron hacer llegar hasta el Ayuntamiento de Madrid.
El 1 de diciembre de 2022 el Consistorio recogía el guante de la ciudadanía organizada y anunciaba una moratoria sobre 439 inmuebles del estilo que no contaban previamente con protección, suspendiendo cautelarmente las licencias para construcción, edificación y ejecución de actividades durante un año (excepto si tenían una licencia ya concedidas). La medida, que entró en vigor el 25 de abril, pretende dar tiempo al estudio definitivo e inclusión en el catálogo de inmuebles protegidos a estos edificios, que se encuentran en los distritos de Arganzuela, Barajas, Carabanchel, Ciudad Lineal, Chamartín, Fuencarral-El Pardo, Hortaleza, Latina, Moncloa-Aravaca, Puente de Vallecas, Retiro, Salamanca, San Blas-Canillejas, Tetuán, Usera, Villa de Vallecas y Villaverde.
Desde el Grupo por la protección del patrimonio de Tetuán lamentan el derribo de la casa:
“En nuestra propuesta de protección incluimos la casa de la calle Sauco, proponiendo un grado de protección parcial, con restauración obligatoria, ya que no tenía ninguna previamente. Nuestro listado, que se llevó a cabo primero con un mapeo vecinal y luego con un arduo trabajo voluntario de profesionales y vecinos, fue mayoritariamente incluido en la lista del Ayuntamiento de inmuebles cuyas licencias se paralizaron para estudiar su posible inclusión en el catálogo en revisión. Sin embargo, fueron precisamente las casas bajas las que mayoritariamente quedaron fuera del criterio de los técnicos municipales y no aparecen en la lista final”.
Por lo tanto, la casita de Sauco quedó excluida de la moratoria y la licencia de construcción se otorgó en marzo del año pasado a través de una agencia certificadora, aún con la paralización de licencias vigente.
Juan Arcos es un vecino que lleva fotografiando la casa e interesándose por ella desde 2014. La conoce bien y, aunque según el catastro databa de 1910, cree por algunos detalles que podría ser incluso algo anterior. Su enfado es considerable y tiene argumentos bien fundados para ello. “El edificio derribado era arquitectónicamente una vivienda singular, es decir, un bien patrimonial de primer orden”, dice. Y pone sobre la mesa sus razones:
“Encontrábamos elementos típicos de la arquitectura neomudéjar característica del barrio: uso del ladrillo visto en fachada, cornisa ornamentada también con ladrillo a base de labor de piquillos y ventanas con forma de arco escarzano con decoración simple de dovelas de ladrillo y rejería de hierro típica. Pero también otros elementos muy inusuales y nunca vistos dentro de la arquitectura histórica de Tetuán, como el zócalo de sillares de piedra caliza, creando un resalte semicircular superior como detalle tipológico de cierto gusto burgués. O el portal de entrada enmarcado en piedra caliza blanca, con jambas y arco adintelado (que indica cierta destreza del cantero), intercalando zonas de aristas en ángulo con otras redondeadas. Tenía, además, un letrero o cartela en relieve, tallado en piedra, con el indicativo asegurada de incendios, detalle histórico que nos retrotrae a finales del siglo XIX, cuando se impuso la obligatoriedad de asegurar los edificios frente a incendios. Esto era verdaderamente una joya patrimonial muy escasa en el barrio de Tetuán”.
Juan tiene claro que Sauco 19 era, a la vez, característico de la periferia y singular:
“Encontrábamos también un letrero con un número 6 en letras decimonónicas, tapado con cemento y sustituido años después por un 19 en piedra tallada, que corresponde con la numeración actual, pero coetáneo y en el mismo estilo tipográfico que el anterior, lo que nos certifica que fue una de las primeras casas construidas en la calle y en la barriada. Aun así, estos detalles estilísticos, como el empleo de piedra de cantería, unido a la existencia de un portón de paso de carruajes o garaje nos hace pensar un cierto estatus social, distinto al de otras casas vecinas mucho más humildes”.
El número 6 al que hace referencia el vecino es el que tuvo durante años, cuando la calle se llamaba del Acuerdo (en la barriada de Huerta del Obispo), antes de que sustituyera su nombre por la duplicidad con la del distrito Centro, cuando Chamartín de la Rosa (y por tanto Tetuán) se anexionó a la capital en 1948.
Recientemente, nos hicimos eco en Somos Chamberí del derribo de una casa baja en el vecino distrito de Chamberí. Pese a ser una morada humilde, era el último vestigio del núcleo del arrabal que dio paso al distrito dentro del Plan de Ensanche decimonónico. Hasta que no entendamos que su pérdida, como ahora la de la casa de la calle del Sauco, supone una importante amputación patrimonial, además de la desaparición de la memoria del barrio, y así lo sancionemos legalmente, las pocas casas históricas que quedan seguirán siendo presa de la piqueta.
En el sino de las casas bajas, otrora símbolo oficioso del distrito de Tetuán, la situación es si cabe más grave que en el del caserío neomudéjar de más alturas. El plusvalor para el propietario del suelo es mucho mayor, por lo que es difícil convencer al promotor de que mantenga la altura y no se hecho tampoco ningún esfuerzo por parte de la administración por adquirir algunas de las casas bajas para darles un uso público y mantenerlas.
“Es curioso como el proceso siempre es similar: deja de vivir gente en ella, tapian las entradas, dejan que se deteriore y la gente se olvida de que existe; y en el momento más inesperado, lo derriban, sin que cause ningún tipo de alarma social”, dice con pena Juan Arcos, que es un buen ejemplo de que a muchos de los vecinos de Tetuán les importan sus casas históricas y quieren que se conserven.
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