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Toyota Aygo X, un urbanita de los que quedan pocos

El Toyota Aygo en una especie de SUV en miniatura y de aspecto desenfadado.

Pedro Urteaga

Entre la tendencia a demandar coches cada vez más grandes y la electrificación, que hace menos rentables los modelos pequeños, cada vez escasean más los vehículos de vocación urbana, esos a los que solo en casos excepcionales les pedimos viajar por carretera. El Toyota Aygo X es uno de los pocos supervivientes de este desfalleciente segmento A con sus 3,70 metros de longitud, que son por cierto los que medía el Golf de primera generación, para que veamos cómo han cambiado las cosas en 50 años, unas veces con razón (seguridad, confort…) y otras sin ella.

La X que acompaña ahora al nombre del coche hace referencia al aire ligeramente SUV que se le ha querido imprimir con su actualización de 2022. En castellano la equis no evoca el sonido cross, como sucede en inglés, pero de todos modos el Aygo se emparenta así con un par de modelos camperos como el Fiat Pandina (antes Panda Cross) y el Suzuki Ignis. Si atendemos solo a la longitud de la carrocería, la competencia se amplía para abarcar también a los Fiat 500, Kia Picanto o Hyundai i10, entre otras (pocas) opciones.

Toyota explicó durante la presentación del Aygo X que los números no daban para introducir ningún tipo de hibridación. Lo que se buscaba por encima de todo era ofrecer un precio asequible (a partir de 15.000 euros actualmente), de modo que solo está disponible un único motor de gasolina de 72 caballos que en España lleva aparejado el distintivo ambiental C de la DGT.

Estamos ante un viejo conocido de la casa: un bloque de tres cilindros y un litro de cubicaje convenientemente afinado para adecuarse a las últimas normas anticontaminación y mejorar de paso el nivel de ruido exterior y la eficiencia. Su consumo medio homologado se sitúa entre los 4,8 y los 5,2 litros/100 km, en función del equipamiento que se escoja y del tipo de cambio, pues el Aygo X es de los pocos modelos de su tamaño que se puede solicitar con caja automática (de tipo CVT) y no solo con transmisión manual.

En los últimos días hemos probado la versión del Aygo X provista de este variador continuo, para comparar sensaciones con las que nos dejó la variante manual. Dicho cambio automático fue aligerado y reducido en tamaño, en comparación con la transmisión a la que sustituyó en su día, a fin de rebajar emisiones de CO2 (quedan entre 109 y 113 g/km) además de gasto de combustible.

En conducción real hemos obtenido un registro medio de 5,5 litros/100 km, por los 5 litros que consumió el Aygo manual de cinco velocidades. A cambio, el usuario disfruta de una comodidad excepcional en tráfico urbano, tanta que no querrá volver a conducir un coche que no sea automático, dicho sea para conocimiento de los recalcitrantes de las transmisiones manuales.

En el debe de esta versión hay que anotar el carácter ruidoso asociado a los variadores continuos, especialmente si se quiere mantener una velocidad elevada cuando el terreno es adverso, y sobre todo en presencia de repechos fuertes. La cuestión es que, aunque hablamos de un coche ligero -apenas 1.000 kilos-, los 72 caballos no dan para muchas alegrías. 

Todo va bien mientras el voluntarioso motor 1.0 se enfrenta a la circulación ordinaria en ciudad, donde mueve el conjunto con desahogo, pero es fácil imaginar que las grandes rampas se le atragantan. Con todo, los más audaces podrán hacer algún viaje no demasiado largo siempre que guarden la precaución de no cargar demasiado el vehículo y que se resignen a circular a velocidad moderada.

Un espacio limitado

Tal vez la advertencia sobre la sobrecarga no tenga mucho sentido teniendo en cuenta que las plazas traseras de un coche de 3,7 metros son necesariamente pequeñas, más idóneas para llevar a un par de niños a un entrenamiento que para albergar con comodidad y durante mucho tiempo a dos personas crecidas. Precisemos al respecto que el Aygo X solo tiene cuatro plazas homologadas (2+2).

En cuanto a la capacidad de carga, también es la esperable de un modelo urbanita. El maletero suma 231 litros, lo justo para transportar una compra grande o bien dos maletas de cabina de avión. En caso de necesitar cargar algún bulto más voluminoso, podemos plegar los asientos traseros de modo que dispongamos de 829 litros. 

Volviendo brevemente al cambio CVT, conviene recordar que el Aygo X puede llevar unas levas detrás del volante que permiten cambiar de marcha de forma manual, algo que cabe hacer también desplazando la palanca de cambios a un carril dispuesto a su izquierda e identificado con la letra M y los signos + y -. Toyota asocia ambas posibilidades con un programa de conducción un poco más deportivo y el funcionamiento estándar en modo automático, con un programa llamado Eco y centrado en la eficiencia del vehículo.

La gama del modelo japonés consta de tres acabados -Play, Like y Chic, por orden de menos a más equipado-, todos los cuales pueden incorporar cambio automático por un desembolso extra de 1.500 euros. El rango de precios parte de los 15.000 euros que cuesta la versión Play manual y alcanza los 18.500 euros en el caso del acabado Chic combinado con la transmisión CVT.

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