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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Cumplir las leyes del Mar con el Open Arms, un barco varado más de dos semanas en mitad del Mediterráneo

El Gobierno reprocha al Open Arms que no le aclare cuáles son sus necesidades

Carmen Baños

¿Querían un discurso fácil? ¿Un párrafo patriota? Pasen y lean.

No hay nada más patrio que cumplir con las leyes y con los compromisos que hemos adquirido frente al mundo.

España y todos los países del continente europeo, sin excepción, son signatarios de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Un tratado al que estamos obligados y que, de manera romántica y perseverante, hemos llamado la Constitución de los Océanos.

Italia también, y por tanto su Gobierno. Y el impresentable de Salvini también, por más que su ostracismo intelectual se rebele contra la dimensión humana de lo que estamos tratando. Desconfíen ustedes de quiénes pretendan enconar esta conversación en un registro numérico o en la intensidad del color de una bandera.

Como por ejemplo hace también en nuestro país la derecha política. Quizá piensen que la rojigualda se va a desteñir porque venga gente muy morenita a nuestra costa porque esa gente, según la derecha, estaría mucho mejor en sus países morenitos haciendo cosas de gente morena, como morirse de hambre o debajo de un obús.

Por fortuna para la evolución, para que luego hablen mal de la selección natural, hemos acordado no comportarnos como monos y, a veces, demostrarlo. Nuestro país rescata, asiste y atiende cientos de casos en nuestras aguas territoriales y adyacentes con un trabajo impagable por los servicios de Salvamento Marítimo,  las administraciones autonómicas y locales y agentes imprescindibles como es Cruz Roja, esos peligroso soviéticos que tienen en su haber el Premio Nobel de la Paz y el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Es nuestra obligación y cumplimos con ella, vía impuestos también, faltaría más, no fuera alguien a pensar que soltamos un duro para que el Estado nos compre armas y las tengamos en casa.

Pero también es cierto que, aunque pongamos todo el interés por medio, no podemos llegar a todas partes con la misma intensidad, pero sí con alguna. El trabajo de nuestro Gobierno lleva a que las instituciones de la Unión Europea coordinen sistemas en base al Derecho del Mar. Y estos días, como vendrán muchos posteriores, hemos de ser capaces de dar respuesta a las emergencias humanitarias, porque eso también es parte del espíritu de colaboración que nos mantiene en Europa, que juntos somos más fuertes.

Como ciudadana estoy obligada a reclamar de quiénes me representan que también ahora, como en el futuro, no pasen dos semanas para que quien lo necesite pueda entrar a puerto seguro, que son todos los de Europa. Los nuestros. Y será entonces que, como ciudadana, me sienta orgullosa de mis banderas, también de la española.

No costaba tanto ponerse de acuerdo para acoger humanitariamente a las personas que estos días, y tanto otros, se encuentran encerradas en un barco en mitad del Mediterráneo.

Digo estos días y tantos otros porque los flujos migratorios en esta zona vienen de muy atrás, y mientras que el mundo no haga nada por aportar soluciones de bienestar y futuro a la mitad del continente africano así seguirá siendo.

Es un hecho, no se puede parar. El miedo, el hambre y la desolación no entienden de fronteras ni de vallas. Las saltarán, las traspasarán, como lo han hecho siempre, desde que existen las fronteras y desde que existe el miedo.

Cada uno de los problemas que nos encontramos en la resolución de este mundo que nos ha tocado vivir se arreglan probando como máximo un punto de vista, el que queramos. Y este problema de las migraciones que nos está haciendo a los europeos quedarnos desnudos frente al espejo tiene como máximo el punto de vista, profundo y severo, del sentido humanitario.

No olvidemos que no son números, son personas.

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