Vitoria, con la mayor tasa de infectados, se prepara para contener la epidemia con los colegios cerrados y un hospital “desbordado”
Patricia y su familia han decidido que no acudirán al cumpleaños de su abuela. Celsa soplará 103 velas y evitar un contagio por coronavirus en alguien nacido antes que la gripe española parece algo razonable. José Emilio no acude desde hace días a la residencia de San Martín donde completa su vida una tía rodeada de casos del neovirus Sars-Cov-2 por temor a que pueda traspasar la enfermedad a su suegra, también de edad avanzada. Vitoria, sin otro tema de conversación en sus calles y grupos de Whastapp, se ha convertido en el epicentro del coronavirus en España y se prepara para unos días en que los contagios se van a disparar. Lo hace con las guarderías, colegios, institutos y universidades ya cerrados, con una recomendación de teletrabajo y evitar aglomeraciones, con la agenda cultural y deportiva bajo mínimos y con el centro hospitalario de referencia para atender la epidemia, Txagorritxu, como uno de los puntos de mayor complicación porque fue uno de los orígenes de los primeros contactos.
Los datos -necesariamente desactualizados porque no se han movido desde las 13.00 horas de este lunes y en otros puntos se han disparado- arrojan 122 casos positivos, una tasa de 0,37 infectados por cada 1.000 habitantes por 0,02 de media en España, 0,06 de media en Euskadi y 0,08 en la Comunidad de Madrid, señalada como el otro gran punto crítico por el Ministerio de Sanidad. Y esta cifra no incluye las decenas de casos producto de un contagio en un funeral celebrado en el cementerio de El Salvador de la capital vasca pero de personas residentes en La Rioja, principalmente en Haro y que han obligado a la Guardia Civil a desplegarse para preservar el aislamiento de los enfermos. También hay otros contagios sueltos en Logroño, en Burgos y en Navarra. Por comparación, en la región italiana de Lombardía la cifra es de 0,54 casos por cada 1.000 habitantes (dato de las 19.00 horas de este lunes).
El portavoz del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, ha advertido de los primeros casos de “transmisión comunitaria” en Vitoria, “transmisión significativa o alta” en palabras más matizadas del ministro Salvador Illa. “Hasta el viernes la incidencia era esporádica, porque no había estado el virus circulante”, ha apostillado el 'número dos' de Salud en Euskadi, el viceconsejero Iñaki Berraondo. En el laboratorio de la octava planta del hospital de Txagorritxu, el trabajo lleva siendo muy intenso en los últimos días y el ritmo de analíticas está siendo altísimo desde el fin de semana.
Vitoria -y la localidad riojanoalavesa de Labastida en menor medida- pasan a un escenario de “contención reforzada”. La primera y más importante es el cierre de guarderías, colegios, institutos, centros de FP, aulas de mayores, escuelas de idiomas y facultades universitarias, así como la academia de Policía y Emergencias de Arkaute. El Gobierno vasco, en todo caso, niega que sea un “cierre” ya que los centros quedarán abiertos, si bien sin actividad académica. Desde este martes y hasta, como mínimo, el 23 de marzo, más de 50.000 escolares tendrán que quedarse en su casa. Ya este lunes una ikastola de Vitoria y los dos centros de Labastida no han levantado la persiana. En el primer caso dos profesoras habían contraído el neovirus. Por añadidura, quedan suspendidas las actividades extraescolares o de centros cívicos y los entrenamientos y partidos deportivos.
Teletrabajo y 50.000 escolares sin clase
La recomendación oficial es que hagan “vida normal” en sus casas o en la calle, aunque evitando agrupamientos. No es que los jóvenes pasen peor esta enfermedad o que haya muchos casos -apenas tres en Euskadi, según Osakidetza (Servicio Vasco de Salud)-, pero sí se entiende que la transmisión entre ellos es muy alta y podría afectar al principal foco de preocupación, las personas mayores. “Las decisiones que hoy hemos tomado especialmente la referida a los centros educativos tienen una repercusión social que no se nos escapa. Pero es el momento de adoptarla. Puede jugar un papel preventivo de contención”, han enfatizado las consejeras de Salud y Educación, Nekane Murga y Cristina Uriarte, en una comparecencia conjunta.
La rueda de prensa ha sido a las 18.00 horas y la medida ya había corrido como la pólvora en Vitoria antes de comer. Se ha conocido tras una reunión del Gobierno autonómico con todos los responsables de los centros, públicos o concertados. “É sta es la situación más grave a nivel institucional que hemos vivido nunca”, explicaba a este periódico un responsable de un colegio religioso del centro de la capital, que apuraba la organización de los próximos días para minimizar el impacto académico que puede tener, más si cabe en puertas de las vacaciones de Semana Santa, Pascua y San Prudencio, la festividad local más esperada. En un instituto público del norte, la noticia ha sido comunicado a los estudiantes por megafonía y a las familias con un escueto SMS.
“Antes de que se nos comunicase la medida a los centros, los estudiantes ya lo sabían”, admite un profesor de Marianistas, un concertado de los más grande de Vitoria. Algunos docentes de Bachiller, de hecho, se han enterado de la noticia por sus alumnos, que la han podido leer en sus tabletas y han empezado a comentarla. “Ha sido una locura con los alumnos, que se piensan que tienen dos semanas de vacaciones”, apunta. Sin embargo, espera una gran incidencia del parón, sobre todo, en segundo de Bachiller. Los alumnos preparan ya la Selectividad y no pueden quedarse atrás respecto a los contenidos que se están impartiendo en otros lugares, comenta este profesor: “Se va a ajustar todo, porque tenemos que enseñar lo mismo en menos tiempo”. Por ese motivo, son muchos los centros que están potenciando ya los deberes y la docencia a través de las plataformas digitales de las que disponen.
La medida arroja algunas -o muchas- dudas a los afectados. Está claro que los universitarios de fuera de la ciudad no tienen clase, pero, ¿qué ocurre a la inversa? Estudiantes vitorianos de los campus de Leioa o Sarriko tendrán jornada normal. “No tiene ningún sentido”, reflexiona uno de ellos ¿Y si los progenitores trabajan y no pueden atender a los pequeños? ¿Es conveniente que los cuiden los abuelos cuando son ellos el principal grupo de riesgo? El Gobierno se ha limitado a señalar que se están estudiando permisos especiales para cuidados. El ministro Illa también ha pedido que se estimule el teletrabajo en la capital vasca.
La picaresca ha llevado a algunos centros deportivos privados a ofrecer una suerte de colonias al módico de 15 euros por cabeza y día. Las autoridades han recordado que no sería razonable que los jóvenes no fueran a las aulas y que se reunieran en otro punto. En algunos barrios jóvenes como Salburua han aparecido anuncios como el de Amaia, que se ofrece “14 días” a cuidar niños, tantos como dura la restricción. En general, la recomendación es de “vida normal” para los menores, más allá de evitar actividades en grupo. En el resto de Euskadi, además, se ha pedido a las familias que vigilen la temperatura regularmente a los pequeños. Con fiebre y síntomas, es obligado dejarlos en casa.
Se busca que los pequeños no contagien a los mayores, pero no se ha adoptado ninguna medida extraordinaria -más allá de pedir mayor higiene- en los centros socioculturares que salpican los barrios de Vitoria. En Los Herrán una cuadrilla jugaba a la brisca con una baraja de la tierra, de Heraclio Fournier, como cada tarde. “Todo ha funcionado con normalidad. Se nota algo menos de afluencia, pero normalidad. Tenemos comedor, talleres, peluquería, podología y cafetería. Tenemos a la gente jugando a las cartas como siempre”, describe un empleado del del barrio de Zaramaga, ubicado a un par de manzanas del primer colegio cerrado por los casos de coronavirus.
En dos supermercados del centro no se notaba desabastecimiento a media tarde, pero en una farmacia de la calle de Madrid se constata la falta de mascarillas y útiles de higiene, como los geles desinfectantes que han instalado en el Parlamento o en el Gobierno, en centros de la Ertzaintza y en otros edificios institucionales o recintos como el Buesa Arena o el estadio de Mendizorroza. “¿Mascarillas? Hace ya semanas que se nos agotaron”, respondía una farmacéutica, sorprendida por la anacrónica petición. “Y también nos hemos quedado sin geles estos últimos días. Tampoco creo que tengan en otras farmacias, aunque quizá se puedan encontrar por Internet”, comentaba.
La agenda cultural y congresual ha quedado bajo mínimos por la extensión de la enfermedad, como se aprecia en la Casa de Cultura de La Florida y en otros espacios. El Alavés-Real Sociedad y el Baskonia-Zaragoza están en el aire, porque las autoridades analizarán eventos con aforo de más de 5.000 personas individualmente. Los casos de eventos de 500 a 5.000 asistentes se recomienda que permitan un metro de distancia entre los presentes y que no generen aglomeraciones en taquillas. Un dato: en apenas una semana se inicia la campaña de las elecciones vascas del 5 de abril. Cada mitin, cada acto, será analizado para determinar su oportunidad.
Hospital “fantasmagórico”, residencia en “cuarentena”
En este escenario, el hospital de Txagorrixu -el hospital de Vitoria y centro de referencia contra la enfermedad- se ha convertido en un punto crítico. De hecho, la 'paciente cero' de Álava fue una doctora que trabajo varios días y que, una vez de baja, estuvo otra semana sin hacerse la prueba de coronavirus, por lo que el protocolo sólo se activó el viernes 28 de febrero a las 22.00 horas. Ello generó otros contagios y la expansión inicial del Covid-19, también entre sanitarios. A mediados de la semana pasada más de 100 estaban en cuarentena, también del otro hospital, Santiago, y de un ambulatorio del barrio de Adurza. Osakidetza, que en un primer momento comentaba estas informaciones, lleva días sin ofrecer ningún dato al respecto. En su rueda de prensa de este lunes, la consejera Murga ha repetido el “no puedo contestar” en varias ocasiones, en algunas escudándose en una protección de datos que no fue argumentada en los primeros días de la crisis.
Sin embargo, fuentes internas hablan de “desbordamiento” en Txagorritxu. Es un sitio “fantasmagórico”, en palabras de una trabajadora. En la pizarra de una de las salas de control de ingresados sólo se repite una palabra junto a los números de habitación: “Corona”. Hay una trabajadora grave y que, según sindicatos como CCOO, no fue diagnosticada a tiempo. En la UCI hay varios pacientes y se han habilitado zonas de aislamiento más allá de la sexta planta. Hay incluso positivos entre el equipo de visitas a domicilio que ha recorrido decenas de puntos para detectar positivos. De hecho, era la recomendación no acudir a los centros sanitarios para evitar contagios y recurrir a este servicio. El teléfono habilitado, el 900 20 30 50, tarda hasta media hora en ofrecer una respuesta, como confirma un contagiado a este periódico y ha ocurrido en otros casos. Una persona con fiebre que ha llamado en dos ocasiones ha desistido y, en casa, ha optado por un paracetamol. Otro sindicato, LAB, ya ha pedido una investigación a fondo para evitar que la situación se repita.
De lo que tampoco ha dado ninguna información la Sanidad vasca en una semana es de la situación en una residencia de ancianos gestionada por Sanitas en el barrio de San Martín. El domingo por la noche, según fuentes de la empresa gestora y de las familias de los internos, había 26 positivos, 4 trabajadores y 22 mayores. De ellos, dos han fallecido -sin que Osakidetza haya dado la más mínima información-, cuatro estaban hospitalizados y 16 se hallaban aislados en sus habitaciones de la residencia, formalmente en “cuarentena”. Preguntada en al menos dos ocasiones en la rueda de prensa por este caso, Murga ha eludido dar ningún detalle. Igualmente, un contacto de esta residencia con otro centro de día para dependientes llamado Bizia, de 33 plazas y público, ha obligado a su clausura hasta nueva orden.
Hace días que las visitas están muy limitadas en hospitales o centros sociosanitarios. Se pide evitar las consultas médicas no urgentes y a los propios sanitarios ya se les exigió evitar reuniones o incluso distanciarse metro y medio entre sí en comedores o salas comunes.
Vitoria, en fin, está en alerta y tratando de frenar una escalada de positivos. “Se ha dicho en muchos foros que esto es parecido a una gripe, pero hay una enorme diferencia. Para la gripe estamos vacunados y venimos teniendo contacto con el virus durante décadas. Aquí no tenemos una vacuna para proteger a las personas más vulnerables. Estamos siguiendo las recomendaciones de la OMS. Tenemos que intentar controlar esta epidemia para que los resultados sean lo menos dañinos posibles”, se han conjurado las autoridades tras una reunión interinstitucional presidida por el lehendakari, Iñigo Urkullu, en la que se ha apelado a la comprensión de la ciudadanía.
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