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La geometría variable del PNV: el partido que pactó “hasta con su escisión”

Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso

Iker Rioja Andueza

En plena resaca tras la fallida investidura de la pasada semana en el Congreso, brota nuevamente la voz de Aitor Esteban, portavoz del PNV y diputado respetado y escuchado en Madrid más allá del peso real que le dan los 6 escaños de 350 que tiene la formación nacionalista. Esteban 'regañó' a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias porque “las cosas se han hecho como no se tenían que hacer” a la hora de explorar un Gobierno de coalición para España. El PNV, explican fuentes del partido, lo que intentó fue contraponer la “cultura de pacto” de Euskadi, donde los Ejecutivos de uno, dos y hasta tres colores han sido habituales, a la falta de entendimiento en las Cortes Generales. “Nosotros hemos pactado hasta con nuestra escisión”, suele jactarse el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar, cuando se le pregunta por la facilidad que tiene el PNV para entenderse con unos y con otros hasta el punto de dejar caer a Mariano Rajoy pocos días después de aprobarle los presupuestos

“El PSOE tendría que haber buscando complicidades de otra manera”, le dijo Esteban a Sánchez. Y, girando la mirada al “tozudo” Iglesias, añadió: “El cielo se conquista de nube en nube, no al asalto. Se equivoca si pretende hacerlo así. [Podemos] Es una fuerza política que no ha gobernado”. No es que el PNV quiera hacer de Celestina entre ambas formaciones para evitar la repetición electoral y lograr una investidura antes del 23 de septiembre, pero los nacionalistas vascos sí abogan por exprimir el calendario y agotar todas las opciones. “Ayudaríamos en lo que nos pidan, pero son ellos los que se tienen que poner a trabajar”, inciden en el PNV, un partido que estuvo la semana pasada entre el reducido grupo de personas “al tanto” de las conversaciones entre el equipo de Carmen Calvo y el de Pablo Echenique.

Pero, ¿es cierto que en Euskadi las coaliciones son habituales? En efecto, desde 1987 y sin mayorías absolutas a pesar de la tradicional hegemonía del PNV y de que el sistema parlamentario vasco impide el bloqueo de la investidura, sólo ha habido dos legislaturas con Gobiernos monocolor, desde 2009 hasta 2012 con el socialista Patxi López (aunque tenía un pacto con el PP) y desde 2012 hasta 2016, la primera etapa de Iñigo Urkullu. 1987 es un año clave en la política vasca porque fueron las primeras elecciones con EA en liza, partido ahora parte de EH Bildu y que se escindió del PNV por desavanencias personales -incluso se espió al lehendakari y líder de los críticos, Carlos Garaikoetxea- y de concepción de la autonomía vasca como una suma de territorios forales.

Las fórmulas han sido varias. El 'jeltzale' José Antonio Ardanza compartió gabinete primero con el PSE-PSOE hasta 1991, luego con su escisión y con EE durante unos meses en 1991, de nuevo con el PSE-PSOE entre 1991 y 1995, con el fusionado PSE-EE y EA hasta 1998 -Rosa Díez era consejera- y luego sólo con EA en ese año hasta los comicios de 1999.

El lehendakari Ibarretxe arrancó con un bipartito con EA apoyado en el Parlamento por la marca de HB, Euskal Herritarrok, en años muy convulsos por el Pacto de Lizarra y crímenes de ETA como el asesinato de Fernando Buesa. Tras las elecciones de 2001, Ibarretxe gobernó hasta 2009 con un tripartito con EA y la marca vasca de IU (la EB de Javier Madrazo, que acabó fuera de la organización). 

En 2009, el socialista Patxi López fue investido con el apoyo del PP y de UPyD, aunque dirigió un Gobierno monocolor. El PP ocupó otros cargos como la presidencia del Parlamento Vasco o la del Tribunal de Cuentas. En 2012, el PNV de Iñigo Urkullu repitió Ejecutivo en solitario y casi se vio forzado a convocar elecciones al ver tumbados sus primeros presupuestos. Pero en 2013 encontró en el PSE-EE un socio preferente. En 2016 esa relación preferencial se convirtió en coalición y tres consejeros socialistas forman parte del equipo de Urkullu. Ocupan áreas menores -que tienen el 4% del presupuesto- pero sus cargos los gestiona libremente, sin que el lehendakari pueda más que aceptar los nombres que le propone el socio. La cohabitación entre PNV y PSE-EE se extiende también a las tres diputaciones vascas y a los ayuntamientos de Bilbao, Donostia y Vitoria, así como a muchos municipios pequeños.

El PNV, además, ha sido capaz de pactar con el PP gobernando en Euskadi con los socialistas. Lo hizo con José María Aznar en 1996 y con Mariano Rajoy hasta 2018 -el mismo día en que cerró un acuerdo soberanista con EH Bildu-. Y sostuvo a José Luis Rodríguez Zapatero cuando consideraba que Patxi López, en Euskadi, era un gobernante “ilegítimo” y aplicaba una férrea oposición. En las elecciones europeas, ha formado coaliciones con CiU y con ERC, con el BNG y con su escisión CxG, así como con Coalición Canaria. Asimismo, comparte grupo en el Parlamento Europeo con Ciudadanos como antes lo hizo también con UPyD.&nbsp

Sin embargo, esa geometría variable no está impidiendo que Urkullu pase dificultades en este tramo final de su segundo mandato. Los presupuestos de 2019 no salieron adelante porque el PP no negoció tras la moción de censura, interpretada como una traición. La coalición de PNV y PSE-EE lo intentó con EH Bildu y se llegó a un grado alto de acuerdo -sin que nadie en Madrid llamara la atención a los socialistas- pero todo naufragó a última hora. Desde entonces, y ante la evidente dificultad de sacar adelante el calendario legislativo por la ausencia de un socio parlamentario estable, el PNV ha acuñado el concepto “pinza” para definir la suma de EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PP, que en el Parlamento tienen mayoría y que han unido fuerzas en algunos temas muy concretos que han afectado al Gobierno, como las irregularidades en las oposiciones del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) que se han llevado por delante a varios cargos, incluido el consejero Jon Darpón. Mientras, en Navarra, la marca allí del PNV, Geroa Bai, ha gobernado con la izquierda abertzale y los morados y ahora formará coalición con el PSN y Podemos.

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