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“El 'Me too' puede servir para una tertulia de café pero no para un tribunal”

El abogado Eduardo Ruiz de Erenchun, con la familia del denunciante de abusos sexuales

Iker Rioja Andueza

“Voy a empezar que una frase que puede sonar extraña: yo creo al denunciante. Yo le creo. Pero, ¿qué es creer? Creer es dar por cierto lo que no está probado. Por eso los cristianos rezamos. Si yo digo que mi compañera, en la sala de togas, me ha acariciado el pecho, es algo creíble. Pero, ¿y si dijera que esta noche he dormido con Donald Trump? La credibilidad es el primer filtro que debe superar el testimonio. El 'Hermana, yo te creo' y el 'Me too' puede servir para una tertulia de café pero no para un tribunal. Hay que analizar si existen o no pruebas. Aquí no hay ninguna prueba. ¿Qué pruebas concretas hay más allá de mucha gente que dice que le cree?”.

Con este discurso ha arrancado su alegato final el abogado Eduardo Ruiz de Erenchun, veterano penalista defensor del exprofesor del colegio del Opus Dei Gaztelueta José María Martínez Sanz, denunciado por un antiguo alumno que le acusa de abusos sexuales durante los cursos escolares 2008/2009 y 2009/2010, cuando el entonces menor cursaba el primer ciclo de Secundaria. Y así lo ha cerrado: “El peor testigo no es el que miente, sino el que está convencido de lo que cuenta”.

Ruiz de Erenchun sabe que le basta con 'empatar', con sembrar una duda, para evitar la condena para su patrocinado. Y se ha esforzado en cuestionar todos y cada uno de los detalles de la denuncia. Incluso hasta el punto de asegurar que cuando la víctima aludió a un “bulto duro” en los pantalones cuando lo sentaba en sus rodillas durante las tutorías a solas en su despacho no probó que fuese un pene en erección. “Podría ser un teléfono móvil que estaba en el bolsillo”, ha proclamado.

En su alegato, ha destacado también que todos sus compañeros en Gaztelueta y otros alumnos avalan su inocencia: “Tuve un cierto temor al coger este caso de que otras personas se sumaran a la denuncia… Es algo de conocimiento público que en casos de sacerdotes o profesores se actúa sobre muchos niños. Y puede producir extrañeza de que a nadie más haya sentado en sus rodillas”.

El abogado ha apuntado a una posible “paranoia” del denunciante y que su familia “ve fantasmas” donde no los hay. “No hay que descartar que en algún momento se ha llegado a convencer... El mecanismo de la mente es complejísimo. Él lo vive como cierto y no lo discuto. Pero, ¿y si resulta que con ese trauma se ha llegado a convencer de que eso ocurrió y en realidad no ocurrió y estamos condenando a un inocente?”, se ha preguntado en voz alta Ruiz de Erenchun, que ha remarcado igualmente la “honradez” y “transparencia” del colegio Gaztelueta en el esclarecimiento de los hechos, contrariamente a lo que sostiene la familia.

El defensor de Martínez Sanz, asimismo, ha lamentado que la Fiscalía mantenga la petición de culpabilidad para el maestro aunque plantee una “alternativa” de condena de 20 meses (en vez de 3 años) que evitaría el ingreso efectivo en la cárcel. Si da por descartado que haya quedado probado los hechos más graves, la masturbación y la penetración, Ruiz de Erenchun ha indicado que lo que ahora ha considerado “definitivo” es lo mismo que tenía sobre su mesa en 2013 el entonces fiscal superior, Juan Calparsoro, cuando decidió archivar la causa por ver “creíble” a la víctima pero no contar con “pruebas”. Y todo a pesar de considerar “ilegal” aquella investigación por no ser la Fiscalía superior una instancia competente para casos ordinarios sin aforados implicados.

“La víctima encima tiene vergüenza”

La abogada de la familia del denunciante, por su parte, ha “suplicado” que se haga justicia en este caso tras tantos años de pesadilla para el joven y para su familia. “El daño que se ha hecho a este niño… ¿cómo se puede reparar eso? ¿Hay formas de reparar eso? El terror que ha sufrido este niño no me lo quiero ni imaginar”, ha enfatizado la letrada Leticia de la Hoz, que ha calificado de “chiste” o “broma de mal gusto” algunas de las teorías de la defensa, como la de que su propia madre indujo el testimonio (de manera “imprudente”, según Ruiz de Erenchun) o que era su padre y no el profesor el que le exhibía mujeres desnudas en el ordenador.

De la Hoz no ha rehuido las posibles “contradicciones” del relato de la víctima, incluido que desde un inicio no contara los abusos con todos los detalles y que no fuera hasta 2015, siendo ya mayor de edad, cuando reveló lo más grave. “¿Que por qué no lo cuenta antes? Exigir encima que lo cuente cuando a nosotros nos gustaría… Ojalá lo hubiese podido contar antes. Lo ha contado cuando ha podido”, ha manifestado para revelar a continuación que el joven estuvo al borde del llanto cuando ratificó su denuncia ante el tribunal la pasada semana, una declaración en la que también narró intentos de suicidio. “O se cree a la víctima o no le creemos”, ha solemnizado De la Hoz.

La abogada ha deslizado también que ha detectado que los testimonios de Gaztelueta aportados por la defensa han sonado “preparados” al repetir machaconamente las mismas palabras e ideas. Y ha criticado duramente que incluso se niegue que la víctima sufriera acoso escolar, algo probado en 2011 por la Fiscalía de Menores, que expedientó a varios compañeros del denunciante. “Si no son capaces de ver el acoso ya probado, ¿cómo van a ver el abuso?”, ha ironizado.

Finalmente, la abogada ha lamentado que el proceso se haya convertido, de alguna manera, en un juicio a la víctima. “Es una característica común a las víctimas de delitos sexuales: siempre es la víctima, encima, la que tiene vergüenza y culpabilidad cuando la tenía que tener el acusado”, ha dicho. “[El denunciante] No busca venganza. Le da igual lo que le pase al profesor. Busca un reconocimiento y curarse”, ha proclamado.

Escuchadas las conclusiones de las partes y tras una semana de intenso trabajo, el 'caso Gaztelueta' ha quedado visto para sentencia. Según fuentes judiciales, se espera el fallo para dentro de aproximadamente un mes.

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