La nueva tarifa eléctrica. Transición energética y ahorro
¿Es compatible querer menos dependencia energética, más renovables y negar un modelo de tarifas que dé señales de precios para desplazar consumos a los momentos con más renovables y menos consumo? No lo es. Menos dependencia energética, más renovables es una economía más saneada, energía más barata, pero también gestión de la demanda. Pero parece que esta es una señal fácilmente rechazable e incluso caricaturizable.
El modelo eléctrico hacia el que avanzamos es substancialmente diferente al modelo existente hasta el momento. Hasta ahora adaptábamos la generación eléctrica a las previsiones de demanda. De esta manera, ante dichas previsiones los generadores de electricidad, gestionables y normalmente contaminantes, adaptaban su generación. El modelo hacia el que estamos avanzando, con cada vez más renovables, va a permitir mucha generación renovable, mayoritariamente eólica y fotovoltaica. Este elemento, claramente positivo, supone un cambio de paradigma. La mayor parte de renovables –exceptuando la hidráulica no fluyente- es una energía barata y no gestionable. Es por tanto lógico dar señales para que la demanda se adapte a las curvas de generación, desplazando dichos consumos a los momentos de generación renovable, aprovechando al máximo dicha generación, y evitando o atenuando los momentos en que en el mix eléctrico tenemos más renovable que la energía que podemos consumir o almacenar.
Es en este cambio de paradigma donde se ubica el nuevo modelo de tarifas. El nuevo modelo va a tener 3 periodos de facturación en el consumo y podremos contratar dos potencias. Los tres periodos, podemos llamarlos de precio alto, precio medio y precio bajo. El periodo de precio más alto, entre semana de 10h a 14h y de 18h a 22h, estamos hablando de un precio que oscilará entre 0,16 y 0,24 euros, precio que depende de nuestro consumo y la tarifa contratada. Pero está claro que si bajamos la demanda en esas horas el precio bajará en el mercado mayorista, afectando positivamente al precio en esas horas. A menor consumo menor va a ser el precio, y si no entran las tecnologías mas caras del sistema, (básicamente ciclos combinados de gas), ayudamos a pagar menos y a tener menos emisiones de contaminación y en especial de CO2. Por lo tanto buena medida.
Así, la señal de precios hará que, en las horas más caras, de lunes a viernes, se desplacen consumos de aquellos aparatos más consumidores y gestionables hacia otras horas más económicas. Los imprescindibles los seguiremos utilizando (vitro, TV, frigo, microondas, etc...) pero se podrá introducir estrategias que permitan desplazar consumos más intensivos en horario más económico.
Las horas de precio medio son entre semana de 8h a 10h , de 14h a 18h y de 22h a 24h; el precio oscilará entre los 0,10 y los 0,14 euros. Son horas que podemos aprovechar para poner aparatos necesarios entre semana pero no imprescindibles a las horas de precio alto. Y luego tenemos las horas de precio más bajo. Oscilarán entre 0,05 y 0,08 euros y son 4 noches entre semana de las 0h a las 8h y todo el fin de semana, empieza el viernes a las 24h y hasta el lunes a las 8h. Representan el 54% de las horas anuales.
Las horas de precio alto y precio medio son el 23% (cada una) de las horas anuales, y si lo miramos con detenimiento, veremos que no son tantas horas y que el precio medio es muy parecido, incluso menor que la mayoría de tarifas actuales.
El otro elemento novedoso es la posibilidad de tener dos potencias. Si miramos nuestra factura, lo que pagábamos antes del cambio, por el término de potencia se pagaba entre 38€/KW los indexados, 41€/KW los del mercado regulado y entre 44€ y 50€/KW los del mercado libre (en tarifas 2.0 y 2.0DHA). Con la nueva tarifa se podrá llegar a pagar sólo 32€/KW, un 30% menos de media.
Es, en este contexto, que la reducción del término potencia va en la línea que camina toda Europa - el precio de la potencia con una bajada del 30%- haciendo que se pague más por la energía consumida que por la potencia contratada, haciendo así que el ahorro y la eficiencia sea un ponderable de mayor peso a la hora de pagar nuestra factura.
Algo que no se está difundiendo es que en el recibo eléctrico va a venir el maxímetro, midiendo la potencia que estamos pidiendo realmente cada mes, y ese va a ser un mensaje claro para que la contratación de potencia se ajuste realmente a la potencia consumida de forma simultánea, evitando algo muy frecuente a día de hoy. Si gestionamos bien la simultaneidad, podremos bajar la potencia, y ello repercutirá en pagar menos.
A su vez, si bien la mayoría continuará con una única potencia contratada, la misma potencia actual en los dos tramos, permitirá adaptar dichas potencias a actividades muy intensivas en determinadas franjas horarias. Los horarios de los dos tramos de potencia son: P1 de 8h a 24 horas entre semana, y el P2 de lunes a jueves de 0h a 8h y el viernes de las 24h a lunes hasta las 8h. Así suelos radiantes, radiadores cerámicos o vehículos eléctricos podrán desplazar sus consumos a horas y potencia más barata. Es decir, se podrá bajar la potencia durante el día y subir durante la noche o fin de semana. Subir la potencia en esos horarios no representará casi ningún coste.
Por otro lado, la factura va a llevar un código QR, el cual, llevará al comparador de la CNMC donde podremos comparar nuestra tarifa actual con las tarifas del mercado, y como novedad ya se podrán comparar las tarifas del PVPC reguladas e indexadas 100% renovables.
En cualquier caso, lo mejor de las medidas es que permitirá introducir estrategias de ahorro, eficiencia y gestión de la demanda. Hasta el día de hoy, con las tarifas 2.0A SIN discriminación horaria, tener consumos en diferentes horas implicaba no plantearse casi ninguna medida de ahorro en el consumo pues no había ningún incentivo, ni perjuicio según la hora del día. Sólo se aprovechaban y ahorraban los consumidores con tarifas reales con Discriminación Horaria, la 2.0DHA, pero también con limitado mensaje de precio según el mercado real. Hoy, con el nuevo modelo de tarifas, tenemos la primera señal para empezar a adaptar la demanda a los diferentes momentos de generación renovable.
No hay que olvidar que tenemos varias disfunciones en el sector eléctrico que encarecen mucho la factura, como por ejemplo, el hecho de que tenemos contratados unos 185 GW de potencia entre los 27,5M de contratos existentes (por los cuales pagamos cada año unos 12.500 M€) y, que si miramos el peor día de este año (el día 8 de enero en plena Filomena), la potencia máxima en la que se operó fue de sólo 42 GW, por lo que podemos pensar que el sector de la distribución está cobrando más de 3 veces la potencia real necesaria, estimando beneficios por encima de los 9.000 M€/año sin necesidad!! Hay que recordar que esta “sobrerretribución” (parte fija del recibo), viene de un cambio regulatorio, -agosto del 2013-, con el famoso ministro Soria del PP, que dobló el precio de la potencia contratada para todos los consumidores domésticos, y fue la subida de precio en la parte fija, más descarada desde la liberación del sector, desincentivando el ahorro y la solar FV en régimen de autoconsumo.
A su vez, la nueva propuesta, favorece una mayor implementación de estrategias de autoconsumo, haciendo que los momentos en que la electricidad es más cara, coincidan con los momentos de máxima generación solar.
Por último, cabe señalar que es clave implementar nuevas medidas. Así, un nuevo anteproyecto va a regular, por primera vez, los conocidos “beneficios caídos del cielo”, el cual, va a limitar que las plantas de generación sin emisiones cobren los derechos de emisión como el resto de las plantas que sí generan emisiones.
Entrar en ello era imprescindible, más allá que se tiene que discutir a nivel europeo el contrasentido de un modelo de fijación de precios que está “sobrerretribuyendo” a aquellos generadores de plantas ya amortizadas.
A su vez, hay que apuntar que con dichas medidas no basta. El conocido como Paquete de Invierno y las directivas europeas en materia energética establecen nuevas medidas e instrumentos para agrupar y gestionar la demanda y articular a la ciudadanía en torno a la energía. Dichas directivas son ambiciosas y algunas de ellas ya deberían estar traspuestas. Figuras como la agregación (de consumos energéticos), los mecanismos de flexibilidad, el desarrollo normativo para que las Comunidades Ciudadanas de Energía pueden operar –de acuerdo con la directiva- en generación, suministro, agregación e incluso en distribución, y donde la ciudadanía tiene un gran protagonismo; son sólo ejemplos del apasionante momento que estamos viviendo.
Querer una transición energética verde, reducir nuestra fuerte dependencia energética, introducir renovables de forma masiva, no va sólo de generación renovable, o de reducir consumos. Supone un cambio de hábitos, y sin lugar a dudas de señales de precio que permita desplazar consumos hacia aquellos momentos en que tengamos más energía renovable y más barata. La propuesta del cambio de tarifas va en la buena dirección, sin olvidar la creciente pobreza energética. Pero habrá que sumar un marco normativo que permita lo que dicen las directivas: que la ciudadanía esté en el centro de la transición energética.
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