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Arnaldo es nuestro Vietnam

Enrique Arnaldo en su comparecencia en la Comisión de Nombramientos del Congreso.
20 de noviembre de 2021 21:59 h

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El derecho al aborto es nuestro Vietnam

Gloria Steinem

Lo bueno de los nombramientos es que son reales y producen un poder real. Da igual que se produzcan entre la tormenta mediática o que te los entreguen con pinza o sin ella. Por eso aguantar el tipo tiene sentido. Lo saben los que nombran y lo saben los nombrados. Lo sabía Casado cuando hizo el órdago y Enrique Arnaldo cuando se amarró al palo mayor. Apenas unos pocos ingenuos piensan que un mal rato, unos cuantos titulares o un revuelo puedan hacer rechazar nueve años de mandato. Si no tuviste mucha vergüenza antes, tampoco es cuestión de hacerte el estrecho después. Los nuevos magistrados del Constitucional han tomado posesión y Arnaldo y Espejel pueden ya hacer un concierto de trompetas con los pitidos de sus oídos mientras Alaska les hace los coros. 

En la primera sesión del pleno del Tribunal Constitucional (TC) con la nueva composición, tras la elección de Pedro González-Trevijano como presidente aparentemente efímero de la institución, se procedió al reparto de las ponencias de procedimientos que tenían los magistrados salientes. Digo lo de la fugacidad porque su presidencia solo debería extenderse hasta junio del año que viene, en el que está prevista la renovación de otro tercio del Constitucional, su salida del tribunal y la llegada de la mayoría progresista. El pequeño detalle es que para que esto suceda el Consejo General del Poder Judicial debe estar renovado. Esa es la carta que el PSOE y UP han cambiado por la pinza y no tengo todas conmigo de que no los vuelvan a dejar como primos. Me da que pensar que la mayoría conservadora no se haya decantado por un presidente con más años por delante con el riesgo de perder la presidencia en junio…

Repartieron las ponencias, por estricto orden de antigüedad en la vida, es decir, de edad. Las carpetas de la más antigua saliente, Encarnación Roca, las heredó el más antiguo entrante, Ramón Sáez. Con un mes de diferencia en el nacimiento, el polémico Enrique Arnaldo se quedó con las de Andrés Ollero y entre ellas la del recurso 4523/2010 presentado por el PP contra la Ley del Aborto de 2010. Arnaldo, que como sabemos, porque la compañera Alicia Gutiérrez lo rastreó entre sus cientos de artículos, se opone radicalmente a la posibilidad de que las menores puedan tomar la decisión sin consentimiento paterno, lo que constituye uno de los pilares del recurso cuya tesis de resolución se ve abocado a preparar. 

Todo esto del recurso de la Ley del Aborto es aparentemente un lío tremendo que afecta exclusivamente a las propias dinámicas internas de la derecha y a sus tensiones entre familias ideológicas y, por eso, la mayor parte de los ciudadanos de este país viven perfectamente tranquilos con la ley en vigor sin que consideren para nada una prioridad volver a entrar en esta cuestión. Tan es este un asunto cuya polémica solo afecta a los equilibrios de poder dentro de la derecha que el recurso abanderado por el opusino Trillo lleva 11 años durmiendo el sueño de los justos en el TC. La derecha liberal no quería meterse en este jardín de nuevo. Es un huerto en el que dan tirones las facciones ultra católicas de su espectro pero que, saben los liberales y los conservadores de corte europeo, no tiene un camino de vuelta atrás en las sociedades democráticas occidentales. Recuerden que a Gallardón le costó el puesto de ministro de Justicia de Rajoy haber redactado un anteproyecto de ley del aborto que restringía incluso el aborto por graves malformaciones del feto. 

El tal lío de la derecha está formado por tres corrientes: la de los teocráticos que quieren la penalización absoluta de cualquier tipo de aborto, la de la derecha más conservadora que quiere, al menos, restringirlo a una serie de supuestos fuera de cuyo paragüas seguiría siendo delito -en esa vuelta a la ley de 1985 se ha situado a veces Casado-, y, por último, los más pragmáticos, liberales y posibilistas, que consideran que es un asunto que no hay que revolver y que no hubieran promulgado esta ley pero que tampoco hacen bandera de montar una guerra social por ella. 

La abstinencia en la resolución del TC era una demostración práctica de esta situación. Era una patata caliente que podía desatar muchas iras a sabiendas de que los activistas antiabortistas reales son una minoría, que intenta hacer ruido, pero minoría. Pero las cosas se mueven y si algo ha movido las cosas en el PP es el crecimiento de Vox. La ultraderecha se ha mostrado abiertamente beligerante con el tema del aborto porque, y se olvida demasiado frecuentemente, la ultraderecha española tienen la particularidad de estar directamente relacionada con los movimientos ultracatólicos tan propios de este país. En Francia, Marine Le Pen evolucionó mucho en este campo y nunca estuvo de acuerdo ni con su padre al que reprochó su postura: “¿Tú nos ves llevando ante los tribunales a mujeres que han abortado?”. Su evolución posterior hasta no querer tocar apenas la ley actual le costó una pelea a muerte con su sobrina Marion Maréchal Le Pen y un lío enorme dentro del Frente Nacional. La que ha montado una escuela en Madrid con Vox ha sido Marion, no lo olviden. 

Aquí es donde le ha empezado a apretar el zapato a Casado que, aunque reculó de sus intenciones de volver a la ley de 1985 en una entrevista en 2019, ahora nota cómo le tiran de la chaqueta. Esta revuelta interna llevó a los sectores más ultra a presentar una querella en el Tribunal Supremo contra los magistrados del Tribunal Constitucional por no resolver el recurso que ha sido inadmitida. Así que ellos que no creen mucho en esas cosas se han ido al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para que obligue al TC español a resolver ese recurso. 

Esto sí que excita más los nervios en el TC. Así que con la renovación y la ponencia de Arnaldo vamos a asistir, sin duda, a un revival de una batalla que las mujeres españolas ya habíamos dado por ganada hace mucho tiempo. Espejel también dejó claro en un voto realizado al informe del CGPJ a la ley que la considera inconstitucional y ahora se pronunciará sobre ella.  “No olvidéis nunca que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Deberéis permanecer vigilantes durante toda vuestra vida” dijo Simone de Beauvoir con clarividencia. Lo estamos. Por eso hay que anunciar que esa ponencia recaída en Enrique Arnaldo, la presión de los sectores más ultra del PP y la pinza de Vox pueden convertirse en un nuevo Vietnam para las mujeres españolas, usando las palabras de la Premio Príncipe de Asturias, Gloria Steinem. Parece increíble volver a mandar tropas a estas alturas o sacar del armario la chaqueta metálica, pero lo único que no podemos hacer es desaparecer en combate.  

Hay cierto tiempo. El asunto en el Tribunal Constitucional no puede ir rápido. Ollero ni siquiera dejó un mínimo borrador. Habrá que encargar informes y estudios y, según se maneja de forma interna, pasarán entre dos y tres trimestres hasta que se pueda tener un borrador de texto que comenzar a deliberar. Esto nos lleva a mediados del año que viene y, evidentemente, nos aproxima a la precampaña electoral que, sin duda, Casado emprenderá sin haberla dejado nunca. Rajoy tuvo en sus manos, con mayoría absoluta, derogar o reformar la ley que había impugnado por inconstitucional y no lo hizo pero el actual liderazgo del PP es tan líquido que puede querer diferenciarse de Vox o bien competir por los votos que este tema pueda darles. Por si acaso nos ha colado a Espejel y a Arnaldo y mucho me temo que no va a consentir que en junio del año que viene haya mayoría progresista en el TC y que lo hará impidiendo la renovación de un Consejo que tiene ahora prohibido hacer nombramientos y que debe nombrar a dos miembros. 

Vigilantes y preparadas. No podemos consentir que de las batallas internas de la derecha salgamos perdiendo las mujeres y, sin embargo, es lo que suele pasar, que perdemos todas las guerras, incluso aquellas en las que no participamos. La involución es una amenaza que deben valorar muy bien aquellos que tienen el poder de legislar ahora y el poder de pactar renovaciones y, en general, el poder. Las fuerzas de involución son muy potentes y las de progreso andan a veces un poco perdidas. 

Nosotras, las mujeres, seguimos al pie del cañón, vigilantes.  

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