Santa indignación
Han sonado truenos de santa indignación ante la campaña de Podemos para que la televisión pública deje de emitir la Misa de los domingos. ¡Hasta borrachos de cerveza caliente les han llamado! Mientras haya venencias y fino frío...
Es mentar la bicha y caerte con toda la impedimenta. No falla. Sucede que Podemos se queda corto en este empeño si lo que pretende es sólo acabar con una de las muchas e inaceptables manifestaciones de la presencia indiscriminada de la Iglesia Católica en el ámbito de lo público. Eso más que una trama es una red de telarañas que, pareciendo transparente, cae sobre nosotros de una forma invisible y pegajosa que lo enrancia todo. No basta pelear un hecho aislado. Hace falta que los políticos nos sustraigan definitivamente esa cruz aconfesional a la que nos ató una transición temerosa de los militares pero también temerosa de Dios. Un Estado laico, ya. De todas las secuelas del franquismo, la del nacionalcatolicismo es probablemente la que colea con más desenfado en la España actual.
El PSOE siempre ha amagado y nunca se ha atrevido a denunciar el ominoso concordato con la Santa Sede. La última vez que lo sacó a escena fue en 2013. Nada. Necesitamos políticos que enarbolen la bandera de la sociedad laica que pretende que el respeto a la identidad religiosa no se convierta en una suerte de supremacía de un credo al que nos mantienen amarrados todavía.
Yo, lo confieso, soy profundamente anticlerical y no es esta sino una forma de respetar profundamente a los creyentes, a los que concedo un reconocimiento que no puedo tener para las estructuras jerárquicas de la Iglesia, que son las que quieren mantener a toda costa unos privilegios que no son admisibles ya.
Hablemos de las inmatriculaciones de bienes inmuebles que se vienen realizando a nombre de la Iglesia desde 1978 y, de manera exponencial, desde la reforma de la Ley Hipotecaria por Aznar. Este expolio no sólo debe parar sino que los bienes deben revertir al dominio público. Claro que si la Iglesia tuviera que pagar IBI, como todo hijo de vecino, quizá su fiebre inmobiliaria estuviera más atemperada. Ni de los casoplones en los que viven los príncipes de la Iglesia pagan impuestos.
Disponen de una casilla en la declaración de la renta –que por lo visto algunos asesores fiscales rellenan de oficio– y de las subvenciones que inyectan dinero público a colegios religiosos, incluidos aquellos que segregan por sexo y que imparten doctrina católica ultraortodoxa ajena incluso a la realidad constitucional. La religión católica cuenta como nota para las medias, los profesores de Religión que ellos eligen los pagamos todos y seguimos manteniendo capillas en universidades y hospitales públicos de toda la geografía.
¿Quieren más? La Fiscalía trabaja como mordaza de sus intereses iniciando procedimientos contra aquellos que consideran poco menos que blasfemos, siendo que la blasfemia ya no es delito en España. Diligencias a la drag queen canaria, proceso al artista Azcona, juicio por el padrenuestro feminista, juicio por la procesión del coño... Todo para acabar en nada pero consiguiendo estigmatizar y autocensurar las posturas cívicas contrarias a la preponderancia de la Iglesia Católica en nuestro espacio público.
Condecoraciones a vírgenes, crucifijos y símbolos religiosos en colegios electorales, crucifijos en el acto de toma de posesión de los cargos públicos y otras tantas señales de la pervivencia de un estado confesional que no tiene lugar. Puedo seguir dándoles ideas a los líderes de Podemos. El Ejército sigue acompañando a las procesiones “porque luce” y a Chacón le llovió encima la España eterna cuando intentó cambiar una situación que no es de recibo en una democracia como la nuestra. Sólo se consiguió que no se pagara con fondos públicos pero, a cambio, tenemos el hecho incuestionable de que en Semana Santa le alquilamos compañías de honores a las cofradías para que todo les quede más bonito. Hasta un barco de guerra prestamos para llevar legionarios al puerto de Málaga cada año. A esto hay que unirle el privilegio de los indultos que conservan algunas de estas organizaciones religiosas.
Y está bien indignarse por el autobús de los de HazteOir pero mejor está darse cuenta que ese mensaje no es distinto al que predican algunos de los obispos de este país. Saber que el propio Papa ha manifestado que “el adoctrinamiento de niños con la ideología de género es una maldad”. Fue en una rueda de prensa con periodistas en el avión vaticano que recogió Aciprensa, una agencia católica, para los que vayan a decirme que eso no es cierto. Así que los del bus no hacen sino seguir ese discurso y con gran éxito.
Si alguien se dio cuenta hace años que en los medios de comunicación estaba el futuro fue la Iglesia. ¿Por qué se creen que fundaron escuelas de periodismo? ¿Por qué Herrera Oria fundó la Asociación Católica de Propagandistas? Son dignos hijos y nosotros les hacemos el caldo. Por no hablar de las relaciones encontradas en sede judicial entre esta organización y una sociedad secreta católica denominada Yunque, cuya misión final es lograr implantar un régimen teocrático. Ayatolás de la cruz.
Y respecto a la misa dominical, lo cierto es que la Iglesia Católica tiene concedidas frecuencias del espectro radioeléctrico público para poder difundir su magisterio y su fe. Darle además espacio en la televisión pública es un privilegio añadido.
Así que respetando todas las creencias y el derecho a practicarlas, como recoge la Constitución y las declaraciones de Derechos Humanos, ¿para cuándo acabar con una situación que es una rémora innegable del franquismo? Si lo de Podemos es un principio para cambiar todo esto que sea bienvenido por todos aquellos que también ardemos de indignación laica.