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Sánchez e Iglesias se sientan 43 días después de las elecciones y con la negociación encallada

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en una de sus reuniones públicas en Moncloa.

Irene Castro

43 días después de las elecciones generales, las fichas siguen en la casilla de salida. Pedro Sánchez vuelve a reunirse con Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pablo Casado un mes después de recibirlos en sendos encuentros que sirvieron a Moncloa para la batalla del relato, pero en los que apenas se avanzó. Los tres interlocutores del líder del PSOE mantienen sus posiciones intactas mientras Sánchez repite el ritual –esta vez en el Congreso y alterando el orden como gesto a Iglesias– con varias estrategias bajo el brazo: la apelación a la estabilidad del Gobierno para que PP y Ciudadanos se abstengan en su investidura y la amenaza de una repetición electoral para presionar a Unidas Podemos. 

El PSOE lanzó un órdago a la grande la víspera de su encuentro con los líderes de PP, Ciudadanos y Unidas Podemos al asegurar que la investidura dependía de ellos. José Luis Ábalos deslizó que la idea de Sánchez no es sacar adelante su mandato con las formaciones más pequeñas y descargó toda la responsabilidad sobre los tres grandes partidos por detrás del PSOE. No obstante, la primera vez que el presidente en funciones descolgó el teléfono fue para llamar a Miguel Ángel Revilla para apuntalar un acuerdo de coalición en Cantabria y amarrar el apoyo del diputado del PRC. 

El plan de Moncloa pasa ahora por empujar a PP, Ciudadanos y Unidas Podemos. Ábalos, uno de los hombres fuertes del presidente, aprovechó para meter el dedo en la llaga al airear las voces que dentro del PP ven con buenos ojos la abstención, como la candidata en la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a quien Génova ha desautorizado inmediatamente. Lejos de pensar que es una contradicción por parte de Sánchez, que hizo bandera de su “no es no” a Mariano Rajoy, el PSOE utiliza como baza la abstención que brindó el partido tras una guerra interna en 2016. 

El grueso de la presión se dirige, no obstante, a Pablo Iglesias, que lleva desde el 28A reclamando un gobierno en coalición. Unidas Podemos asegura no temer a una repetición electoral mientras que en el Gobierno consideran que su debacle el 26 de mayo le deja muy debilitado y en unas condiciones precarias para volver a las urnas. No obstante, en el grupo confederal consideran que Sánchez no puede arriesgarse a perder La Moncloa. 

“La alternativa a una investidura viable es la repetición de elecciones. La alternativa a un gobierno socialista es obligar a que los españoles vuelvan a votar. Y no les quepa ninguna duda que las urnas también tienen memoria. Los españoles no perdonarán a quienes ponga en solfa la viabilidad de la legislatura en un momento en el que las tensiones evidentes, conviene desactivar sin titubeo sin demoras partidistas”, dijo Ábalos este lunes. 

El PSOE quiere evitar la 'opción 173'

Dirigentes socialistas consultados por eldiario.es admiten que los puntos de partida opuestos pueden conducir a una primera sesión investidura fallida. “Si el escenario que barajamos es conseguir la mayoría absoluta sobre la base de ir sumando uno o dos, sumando seis, es muy complicado y enrarecería mucho la capacidad para gobernar dado el pluralismo que hay y eso nos lleva a buscar acuerdos amplios durante la legislatura –expresó Ábalos, que no descartó, por tanto, que se diera esa situación–. Si hay una actitud obstruccionista por parte de PP, Ciudadanos y también de Podemos, puede salir o no salir. Va a depender de estos grandes grupos. La gobernabilidad va a depender de cuatro formaciones políticas”. 

Ábalos aseguró que el objetivo es que haya gobierno “antes del verano”. “Ojalá”, ha deseado. En caso de que la investidura sea fallida en una primera sesión que el Gobierno calcula que será la primera quincena de julio –una vez se despejen los pactos municipales y autonómicos–, se iniciaría entonces el calendario de dos meses de plazo para intentar sacarla adelante de nuevo antes de que las Cortes se disuelvan de manera automática para la convocatoria de comicios generales 47 días después.

En el PSOE están convencidos de que en una repetición electoral no tendría por qué irles mal –“Rajoy fue a segundas elecciones y sacó 137 diputados”, expresa un miembros de la Ejecutiva del PSOE, que recuerda que el expresidente tenía entonces los mismos 123 escaños que Sánchez– y de que incluso puede ser perjudicial para los demás. En su análisis está que Ciudadanos no ha logrado superar al PP y que Unidas Podemos se dejó un millón de votos entre las elecciones del 20 de diciembre de 2015 y las de junio de 2016. No obstante, en las filas socialistas también son conscientes de que repetir la movilización de la izquierda sería complicado y de que el temor a Vox ha desaparecido. 

Por el momento los interlocutores de Sánchez han dejado claras sus posiciones de partida: Casado rechaza la abstención por mucho que los socialistas se la dieran hace tres años al PP; Rivera también se niega a dejar gobernar a Sánchez “por activa o por pasiva; e Iglesias pone como condición indispensable la presencia de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros. Su única cesión es que las carteras que ocupen sean de contenido social (por ejemplo, Trabajo o Hacienda). 

El PSOE cree que puede evitar el choque de trenes incluso sin un gobierno en coalición, porque junto a Unidas Podemos no suma mayoría suficiente y “no solo no añade sino que incluso puede restar”, según ha argumentado Ábalos, que también ha explicado que el gabinete debe contar con la “confianza y la empatía del presidente”: “No entendemos un gobierno vigilado ni condicionado; por lo tanto, entendemos que concita más aceptación un gobierno en solitario del PSOE”.

La explicación de que Unidas Podemos “resta” dentro del Ejecutivo no era baladí para el PSOE por las suspicacias que despierta el grupo confederal en grupos como Coalición Canarias, que podría sumar mediante el 'sí' o la abstención a la mayoría simple; pero choca con el criterio de los socialistas de apelar a la “altura de miras” de PP y Ciudadanos como los únicos capaces, junto a Unidas Podemos, de “facilitar o bloquear” la investidura. 

A pesar de esa táctica, las calculadoras están en marcha en Ferraz, que ha levantando el veto para que María Chivite gobierne en Navarra con la abstención de Bildu. “No nos vamos a apoyar en Bildu”, ha afirmado Ábalos antes de matizar: “Que Bildu vote en contra, se abstenga o vote a favor, si no se negocia, no depende de uno”. Aunque el dirigente socialista ha tratado de desvincular la investidura de Sánchez del resto de negociaciones a escala autonómica y municipal, ha reconocido que sacrificar la comunidad foral en favor de Navarra Suma podría darles dos abstenciones de UPN en el Congreso, pero a costa de poner en peligro el apoyo del PNV, según ha expresado: “Si pretendíamos ganar dos, hemos perdido seis”.

Fuentes de la dirección socialista también descartan ahora la opción de los 173 escaños, que pasaba por sumar a Unidas Podemos, PNV, Compromís y PRC para que Sánchez saliera investido en la segunda votación por mayoría simple gracias a la ausencia de los tres diputados presos suspendidos. Esas fuentes muestran ahora su temor de que la decisión de mantener el acta cambie en el último momento. De ahí que refuercen la estrategia del miedo: “Es importante saber si uno contribuye a la gobernabilidad o al caos y la inestabilidad”.

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