Cuando el calendario lunar y el electoral coinciden, hay un rociero melancólico junto a la urna contando las horas

Ambiente en la puerta de uno de los dos colegios electorales de Villamanrique, en el instituto Nuestra Señora del Rocío.

Antonio Morente

28 de mayo de 2023 14:55 h

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Cuentan los socialistas manriqueños la historia de un comité federal del partido en Madrid, en la época de Felipe González de secretario general y Alfonso Guerra de vicesecretario general, en el que el por entonces vicepresidente del Gobierno aprovechó su intervención para anunciar que las elecciones municipales iban a ser tal día. Una mano se alzó entonces al fondo de la sala.

–Compañero Alfonso, que coincide con El Rocío.

–Pues entonces, se cambia la fecha de las elecciones.

Y así se hizo. No niegan que la anécdota puede tener más de leyenda que de cierto, pero al fin y al cabo, como pontifican en El hombre que mató a Liberty Valance, “cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda”. Pero lo que no es leyenda es que este domingo de elecciones municipales en Andalucía coinciden dos fiestas, la de la democracia y la rociera y que más de uno (y de dos) tiene que hacer encajes de bolillos para estar en misa y repicando, incluidos no pocos candidatos.

Es lo que tiene regirte por el alambicado calendario lunar, que es el que utiliza el ritual cristiano (y muchas otras confesiones) para determinar sus fiestas, y te dice que la Resurrección es el domingo posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de marzo. No sólo eso, sino que Pentecostés cae en lunes porque es el quincuagésimo día después del Domingo de Resurrección Un lío, nada que ver con la sencilla rotundidad de la Ley Electoral (Loreg), que tras la reforma de 1991 te dice que las elecciones municipales son el cuarto domingo de mayo, y punto. El problema se plantea cuando literalmente se alinean los astros y coinciden el calendario lunar con el electoral, que es lo que ha ocurrido este año. ¿Resultado? Que el domingo electoral cae en plena celebración del Rocío, la fiesta de Pentecostés, lo que supone un problemón para el que le toca estar en una mesa electoral y es rociero, que son legión en los municipios de Huelva y Sevilla en un radio de 100 kilómetros de la aldea almonteña.

A 25 kilómetros de la ermita de la Virgen tenemos en Sevilla a uno de estos pueblos, Villamanrique de la Condesa, que no es poca cosa en lo tocante a cuestiones rocieras porque refiere la leyenda que fue un manriqueño el que encontró la imagen, y su hermandad (del siglo XVII) es la más veterana de las 127 filiales. “La Primera y más Antigua”, dicen orgullosos en el pueblo, confiriéndole mayúsculas a las palabras, como si fueran un título. Así que es de imaginar la gracia que hace cuando los calendarios lunar y electoral se ponen juguetones como este año, algo que cada uno lleva como puede.

“Dormir muy poco”

Es lo que hace por ejemplo José Antonio Magriz, interventor del PP en un pueblo en el que siempre ha gobernado el PSOE, menos en el primer mandato (UCD) y entre 1991-1995, el único mandato de los populares tras aliarse con el Partido Andalucista. Pero a lo que vamos, José Antonio salió al alba del pasado viernes con la hermandad de Villamanrique para hacer el camino, pernoctó con ella y la noche del sábado la pasó en El Rocío. A las 6 de la mañana, y tras “dormir muy poco”, ya estaba en planta rumbo a su pueblo para estar en una de las seis mesas electorales abiertas. Y en cuanto cierren las urnas y acabe con el papeleo, ya está otra vez rumbo a la aldea, le haya ido bien o mal al PP. “Las penas con Rocío son menos”, señala.

No se queda atrás el candidato del PSOE, Francisco Javier Domínguez, al que todos conocen como Chico porque es el menor de tres hermanos. “Sea cual sea el resultado, me voy a ver a la Virgen”, que sale en la madrugada del domingo al lunes. De hecho, confía en llegar a tiempo para el rosario previo, con los simpecados de todas las hermandades (lo que vienen a ser sus estandartes, para entendernos) alumbrados con bengalas. Chico es concejal y aspira ahora a ser alcalde, pero en Villamanrique ya ha ostendado durante 12 años un cargo que no le va a la zaga en importancia como es alcalde de carretas de la hermandad, el encargado de la logística que vendría a ser como el secretario de organización de un partido.

En Villamanrique, donde la hermandad tiene más hermanos que los 4.500 habitantes del propio pueblo, todo gira alrededor del Rocío, así que son las elecciones las que se cuelan en este evento y no al revés. Así ocurrió ya en los comicios municipales de 2007 y 2015, cuando la participación cayó por debajo de la media. Como ya se conoce de qué va el percal, los tres partidos que concurren este 28M (PSOE, PP y Vox) se han volcado en pedir el voto por correo, y por lo que se ve, con gran éxito: 651 papeletas llegan vía postal en un pueblo con 3.301 electores, el 20%. Y se da por hecho que la mayoría son de jóvenes, que son los que viven con más intensidad la fiesta y alquilan en grupo casas en la aldea. “Si no fuera por las elecciones, allí que estaría ahora”, coinciden varios miembros de una de las mesas.

De hecho, el aspirante socialista (que tiene una empresa del sector de la construcción) es la primera vez que en estos días no está en El Rocío, “yo salgo con la carreta y vuelvo con la carreta”, lo que significa que sale la mañana del viernes previo a Pentecostés y regresa ya el martes. Y ahí que anda, dando saltos entre la aldea y el pueblo: hizo el camino el viernes pero pasó noche en Villamanrique, fue el sábado por la mañana a la presentación de su hermandad ante la Virgen (cuando desfilan ante la ermita nada más llegar) y esta noche estará allí otra vez para ver pasar a la patrona de Almonte ante la casa hermandad manriqueña.

Los tres candidatos son amigos

De Almonte, precisamente, es la mujer del candidato del PP, Cayetano Muñoz, policía antidisturbios en excedencia y cuya madre fue también aspirante por las mismas siglas y estuvo un tiempo de concejal. Caye, como le dicen todos, jugó junto a Chico en el Mures CF, un modesto club hoy formalmente desaparecido, y su irrupción como lateral izquierdo desplazó al candidato socialista (que ocupaba la misma demarcación) a jugar de central.

Caye sabe que la pelea con el PSOE está complicada, pero se ve con sus opciones. “Yo soy muy rociero y muy cristiano, que no es lo mismo”, apunta como declaración de intenciones, aunque este año no ha podido hacer el camino (también pertenece a la hermandad de Villamanrique) porque está de permiso por paternidad y le tocaba quedarse con el pequeño, de cinco meses. El sábado sí fue a la presentación de la hermandad ante la Virgen, y está convencido de que esta noche acabará en la aldea, por lo pronto su mujer ya le ha dicho que quiere ir para allá y allí tiene a su hijo mayor, de 6 años, con su cuñada. Y sí, él es muy de Juan Manuel Moreno, pero asegura que en la campaña no se ha escondido tras su figura, que la ha hecho muy en clave manriqueña. En cuanto a pactos, se abre tanto a Vox como al PSOE, que para eso los tres candidatos “somos muy amigos”.

El aspirante popular está ahora en uno de los dos colegios electorales de pueblo, el que está en el instituto, que –cómo no– se llama Nuestra Señora del Rocío. Por allí aparece la todavía alcaldesa socialista, Susana Garrido, que ha pasado cuatro años como regidora y otros 12 como concejal y ahora aparca la política para estudiar las oposiciones al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, con la vista puesta en la cooperación, no en vano estuvo en Colombia con la Agencia Española de la Cooperación y en Ucrania al poco de estallar la guerra con su ONG Olvidados.

Reconoce que sí, que va a echar de menos el lío de la política, pero está contenta con la decisión tomada. Por supuesto, es hermana de la hermandad del Rocío manriqueña, hizo el camino el viernes, volvió, el sábado estuvo en la presentación y luego se volvió para el pueblo a preparar las carpetas de los apoderados e interventores. Cuando acabe el recuento enfilará de nuevo a la aldea, y el martes hará el camino de vuelta con el simpecado.

La regidora aprovecha para presumir de la fiesta de su pueblo, que es el paso de las hermandades rumbo a la aldea y el homenaje que le hacen al simpecado manriqueño. Declarada de interés turístico, la devoción rociera se impone a la electoral, y así desde que asomó la primera de las filiales por Villamanrique el martes pasado, la escasa cartelería electoral se ha quitado para poner pendones relativos a la fiesta.

El pueblo esos días ha sido un hervidero y no como ahora, que está muy tranquilo pero tampoco hasta el punto de que se te venga a la mente la imagen de un bola de jaramagos dando vueltas por las calles. “Hay vidilla porque hay gente que va y viene”, admite, aunque desde luego todo el que puede está en El Rocío, y buena parte de los que deben estar a pie de urna lo llevan con resignación y un punto de melancolía. “Es un Rocío atípico, hay que vivirlo a medias”, reconoce Juanmi Pérez, que ha sido 12 años tesorero de la hermandad y ahora va como número 5 en la lista socialista. Por lo menos, esta coincidencia de los calendarios lunar y electoral tardará bastante en volver a darse, porque si las cuentas no fallan no volverá a repetirse hasta las municipales de 2067.

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